Revista Opinión
Este pequeño diosecito de juguete que es SacoBaco, en su suprema ignorancia se atreve con todo.Es lógico. Sus cotidianos lameculos le han hecho creer que él no es sólo Dios sino algo mucho más grande aún que yo no sé lo que realmente es.Entonces, desde su enorme trono de papel, no sólo le atiza al Papa de Roma, en lo que hace muy bien, sino que también le zurre la badana a Hu Jintao, el tipo que, por ahora, nos separa de la sumisión total al infierno, a un infierno en el que, a lo peor, el diocesito de juguete tampoco cree porque él no cree más que en lo que le conviene y lo que le mola en este caso es no apostar por nadie, es lo que se viene llamando por estos lares “equidistancia”, una postura tan cómoda que todos estos reptilianos habitantes de su chat practican siempre y que les permite realizar con la mayor seguridad una tarea típicamente sofistica: defender tanto una tesis como su contraria.Veamos. Esta gente ha desatado sus iras contra Banbi porque, dicen, ha debido plantarle cara al Imperio y no lo ha hecho, pero, entonces, coño, qué pasa con Hu Jintao que no sólo le ha plantado cara al Tío Sam sino que le está ganando la partida.¿Lo ven, el doble juego, la doble baraja, en una de las cuales, la suya, todos las cartas son comodines?Dice el cínico de todos lo cínicos: hay que defender la democracia.¿Demoqué? ¿Es democracia lo que él practica, pasarse por la piedra, o sea, expulsar, banear, o como coño quieran llamarle él y sus fidelísimos lameculos a privar de la palabra, para siempre, a todo aquel que no está de acuerdo con ellos?Coño, pero ¿qué clase de democracia es ésta? Y aquí aparece una vez más el ínclito Fraga diciéndonos: “oigan, por favor, ustedes hagan lo que yo digo pero no lo que yo hago, porque entonces, nosotros, los que mandamos en cualquier sitio, hacemos siempre lo mismo: rompemos la baraja”.No crean que es una simple casualidad que Fraga, Franco, Rajoy y Saco sean gallegos. Ser gallego es como ser sacerdote, imprime carácter, y el carácter de un gallego, ya lo sabemos: si se halla en medio de una escalera, nadie ni el más sabio de los hombres se atrevería a decir si sube o baja, porque es imposible saberlo. Nadie sabe nunca qué es realmente lo que hace un gallego, lo que piensa, lo que siente, ni siquiera lo que dice porque, como tan bien nos ha enseñado el ínclito Rajoy, suelen acabar todos sus parlamentos dejando todo lo que ha dicho en trance de confirmación: “Ahora mismo es de día. O no”.¿Qué es lo que se puede hacer con esta clase de tipos?Un día, te pueden decir que los Usa son el imperio del mismo Demonio, pero, ojo, que te lo están diciendo de tal manera que si les aprietas, te dicen “o no, a ver si ahora me va usted a meter mano por algo que yo no he dicho ¿o es que v. no ha leído el “o no”?Esto hay quien lo llama ambigüedad, yo lo llamo simplemente cinismo, unido a la mayor de las hipocresías, estos tipos se dejan siempre abierta una puerta para la escapatoria porque siempre están huyendo de la verdad.Y la verdad es que sólo China, la perversa, nos separa del desastre completo, ése que, ahora mismo, representaría que Irán y Corea del Norte estuvieran siendo invadidas por los Usa y adláteres, con el asentimiento de todos los que son como este diosecito de la insignificancia que dice que en China no hay democracia porque sólo votan los que sus dirigentes quieren, haciendo como que no sabe, el muy perfecto bribón, que hay muchas formas de que la gente sólo vote a los que el "establishment" quiere, una, limitando el voto de la base, por ejemplo, y, otra, todavía mucho más efectiva aún, obligándoles a todos a votar a los que del jodido "establishment" decide, eligiendo cuidadosamente entre una corta serie de supermultimillonarios.No te jode con la democracia que, luego, cuando el supermultimillonario elegido quiere implantar la sanidad universal, para todos los habitantes del país, no puede hacerlo porque se lo impiden las grandes compañías de seguros que perderían a la inmensa mayoría de sus clientes.O sea que, como el propio Lincoln dijo, a la democracia usaniana le falta, por lo menos, una de las tres patas: que el gobierno sea para el pueblo y no a favor de las grandes empresas, que eso se llama oligarquía. Y al enfermo lo que le importa de verdad es que le atiendan no el nombre que le otorguen al sistema político en el que vive ni cómo designan al presidente de su gobierno, lo que quiere el hombre de la calle, no los pequeños e insignificantes diosecitos que pululan por un chat, es que todos los habitantes de su cochino país sean realmente iguales pero de verdad, no en las grandes declaraciones constitutivas, que no son más que papel totalmente mojado como sabemos, por ejemplo, todos los españoles, aunque, como reprendía ese monumento a la ética política más esencial que es Felipe González, lo que haya que distribuir equitativamente sea la escasez y no la abundancia, porque la auténtica justicia es imposible sin la verdadera igualdad, porque sin la igualdad real, la que se produce en la calle y no en las leyes, todo lo demás no es más que puñetera literatura, injusticia y yo la injusticia la aborrezco con todas mis fuerzas, por eso soy de izquierdas, por eso soy y creo que seré siempre comunistas. Amén.