Revista Opinión

Democracia (II). Los fines y los medios

Publicado el 20 junio 2011 por Romanas

Democracia (II). Los fines y los medios.
Democracia (II). Los fines y los medios.

En el post de ayer, veíamos cómo, en la democracia, hay un fondo y una forma, además de un sistema de designación de los gobernantes y una forma de adoptar las decisiones. Hoy,vamos a tratar de analizar la democracia en su relación con los fines y los medios.El problemas, vimos, consistía en que, en algunos casos,  los órganos elegidos, a pesar del sistema de elección, no eran realmente democráticos.Concretamente nos referíamos a la Comunidad valenciana,Parece evidente que la conformación de los órganos ejecutivos y legislativos de nuestra organización territorial no son democráticos si nos atenemos al resultado efectivo.De pronto, hemos comprobado, no sin cierto asombro, que en casi todas las Comunidades ha resultado elegida para gobernar la derecha.Esto, ¿es realmente democrático?Volvamos a la definición de Lincoln, que es la que a mí me parece mejor: el gobierno del pueblo o sea de la nación o del país, por el pueblo, o sea por el mismo pueblo y para o a favor del pueblo.¿Es precisamente esto lo que sucede ahora mismo en España, con el resultado electoral?Por definición, la derecha no sólo no es el pueblo sino que es precisamente su contrario. Ayer, no recuerdo qué periódico se refería a la manifestación del 19J denominando al M15M “la chusma”.Desde niño, estoy cansado de oír a los de derechas proclamar:"yo soy de derechas de toda la vida", y lo dicen queriendo expresar su sentimiento de orgullo por representar el orden, la racionalidad, la disciplina social, la moralidad, el ser lo que realmente se debe de ser.Por oposición o contraste, la izquierda será: el desorden, la irracionalidad, la indisciplina social, la inmoralidad, el ser lo que no se debe de ser.Hemos dicho ya demasiadas veces que el lenguaje no es más que un instrumento para el engaño, para la mentira. Comenzamos a hablar por la necesidad que sentíamos de forzar a los otros a que hicieran lo que nosotros queríamos. Y el tiempo no ha hecho más que acentuar dicha tendencia.O sea que, de acuerdo con esta insoslayable premisa, siempre nos veremos en la necesidad de desmontar, de deconstruir todo lo que nos dicen. ¿Siempre?Sí, siempre. Incluso cuando nos hable la izquierda.Ahora mismo, la izquierda, IU, le ha dado el gobierno de Extremadura a la derecha. ¿Por qué? ¿Porque eso es más conveniente para esta desdichada región? Decididamente, no. La derecha, ya lo ha dicho, ya lo está haciendo, va a terminar con todos los residuos del Estado de bienestar porque, dice, que lo exige la actual situación económica. No dice que va a limitar la percepción de beneficios por el capital, no, de ninguna manera, porque eso provocaría una falta de inversión, al hacer menos rentables o incluso deficitarios los negocios que se emprendan, lo que implica no ya un descenso del paro sino todo lo contrario, su aumento, luego, entonces, lo realmente progresista, lo justo, lo necesario es precisamente todo lo contrario, aumentar todo lo posible los rendimientos del capital para que aumente la inversión y el empleo para así, un día, sí, desde luego, muy lejano todavía, acabar con el paro.No me digan ustedes que el razonamiento no es absolutamente perfecto.Yo lo siento mucho, pero es que tienen razón, si democracia es gobernar a favor del pueblo, ¿puede dudarse de que haya un pueblo más legítimo que ése que habita en el paro? Ergo, aumentar exponencialmente los rendimientos del capital es la mejor manera de luchar contra el paro que tanto aflige a las clases populares, neoliberalismo puro y duro, sí, pero es que resulta que esto es la pura realidad y ya sabemos que la política o no es nada o sólo el arte de lo posible.De modo que, casi sin darnos cuenta, hemos extraido otra maravillosa conclusión: que el pueblo sabe muy bien lo que hace porque le ha dado en bandeja el gobierno, en las locales, a la derecha y de qué manera, porque ésta la va a sacar de esa extrema miseria en que vive, ¿cómo? Bajando los impuestos, disminuyendo, si no suprimiendo los servicios públicos gratuitos porque éstos sólo favorecen la desinversión y, por lo tanto, promueven el desempleo por lo que lo justo y necesario es suprimirlos, privatizarlo todo porque esto promoverá servicios no sólo mejores sino también más caros lo que es indudable que provocará un mayor rendimiento, privado desde luego, de ellos y consiguientemente llamará a voces a un aumento de la inversión y el subsiguiente aumento del empleo y correlativo descenso del paro, ¿hay algo mejor?O sea que la Aguirre, esa Ayn Rand española, tiene razón, igual que Mas, el kennedy catalán, de modo que todos nosotros, los miserables, los que ya no tenemos donde meternos, porque nos están desahuciando a todos por no pagar las hipotecas, ni para comer porque no sólo estamos en el paro, sino que vamos a la desaparición de este subsidio, que no es más que un aliciente para que los gandules no trabajen, aunque de momento no lo percibamos con la suficiente claridad, somos dirigidos hacia la eterna felicidad,  con esas manos férreas que piden la intervención fulminante de la fuerza pública para que aparten a esa indecente morralla social que ocupa la puerta de su casa, el M15M, en Madrid, o lancen a su Mossos d’esquadra a machacar a esos desvergonzados insurrectos que impiden que los demócratas, que acaban de salir de las urnas, se reúnan en el Parlament para aprobar, mediante Ciu y PP, la desaparición definitiva de los restos, si es que los hay, del maldito Estado de bienestar, que es el que tiene la culpa de todo lo malo que sucede en España, claro, para ellos, para los dueños del capital.O sea que en España, no hay democracia, porque los medios que se emplean para gobernar no lo son y el fin que se persigue, tampoco, ya que unos son la mentira y la iniquidad amparadas por la fuerza bruta y el otro, el enriquecimiento continuo, imparable y definitivo de todos ellos, los empresarios, que constituyen la derecha.Y el pueblo, o sea, el demos, a sufrir, trabajar, no cobrar y a recibir palos por todas partes, no por nada, sino porque ése es su jodido destino.


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