En la dictadura es una obediencia que actúa más por coerción que por cooperación y en la democracia se produce el efecto contrario; se actúa más por los métodos de persuasión y convicción que por los de represión que pueda utilizar el Estado. De todos modos cuando los métodos de persuasión y convicción ya no son efectivos en los regímenes llamados democráticos se derivan a los métodos más o menos velados que se usan en la dictadura para amedrentar y atemorizar a la población.
Poner límites a la libertad de pensamiento y expresión nos puede llevar al adoctrinamiento y por lo tanto a la manipulación. Las corrientes de pensamiento impuestas por la propaganda obedecen a este propósito, anular la libertad de pensamiento y expresión individual para imponer en la opinión pública las corrientes de pensamiento colectivas desde la propaganda a través de los medios de comunicación de masas de manera que de la manipulación efectiva se pueda pasar a la coerción de la disidencia ya esté equivocada o no en sus planteamientos.
En la medida de lo posible deberíamos simplificar al máximo para así poder ser lo más claros posibles, a menudo los discursos cargados de palabrería y de razonamientos complejos sólo pueden llevarnos a un estado de confusión que sirve para manipular más que para debatir si uno está en el camino correcto o no.