Creo que la España actual y, en general, todos los países occidentales de corte «progresista», se van pareciendo cada vez más la China actual.
Y no porque haya una represión o una censura claras, sino porque las formas autoritarias clásicas, han mutado hacía formas más sutiles pero casi más eficientes de autoritarismo: Demagogia a gran escala que, entre otras cosas, infunde una auto-censura brutal. No se trata de una demagogia anecdótica, sino literalmente criminal. Estoy hablando de una demagogia al más puro estilo nazi, con la que se consiguió convencer a toda (casi toda) la población alemana de que los judios tenían que ser exterminados. Eran los alemanes de aquella época todos retrasados mentales que votaron a un demente sin saberlo? Por supuesto que no: Fue el resultado de aplicar la democracia sin los más mínimos límites legales, representados por una Constitución inquebrantable, no como pasa hoy en día en España, donde la Constitución es papel mojado…
Y el ejemplo de España, con el tirano Sanchez a la cabeza, es muy paradigmático: Está interviniendo todas (todas!) las instituciones, incluia la televisión pública para que le hagan propaganda 24/7, tal como deben hacer en el régimen chino (y el nazi, por cierto). Habrá diferencias, claro, pero la tendencia autoritaria/totalitaria es clara y evidente, exepto para los parásitos que viven del «régimen sanchista», al igual que los mismos que viven también del régimen chino y lo también lo defienden a muerte.
Por otra parte, Franco fue un dictador, sí, claro. Pero ya a estas alturas ya no tengo claro si es incluso mejor «jugársela» con una dictadura con la esperanza de que sea una «dicta-blanda» (como yo creo que fue la de Franco) que esperar una verdadera democracia en una sociedad plagada de ignorantes, vagos y parásitos, como es, desgraciadamente, la española. Una sociedad que hace muy válido lo de «dame pan y dime tonto».
Yo he llegado a la conclusión de que las democracias son extremadamente peligrosas, más que un posible dictador criminal: En el caso de un dictador, con «pegarle un tiro» se acaba la tiranía. En el caso de un tirano, oculto dentro de una supuesta democracia, ni Dios lo saca del poder. Véase una muestra en Cuba o recientemente, la arruinada Venezuela.