“Leucipo y su colega Demócrito afirman que los elementos son lo lleno y lo vacio, a los que respectivamente denominan “ser” y “no ser”: lo lleno y sólido es el ser, lo vacio el no-ser. De ahí que afirmen que no hay más razón para la existencia del ser que para la del no-ser, ya que tampoco hay más razón para que haya vacio que para que hay cuerpo. Ambos son las causas -causa material- de todo lo que existe. Y al igual que quienes establecen una sustancia o sustrato único que generaría el resto de las cosas al sufrir distintas modificaciones postulando como principios de tales modificaciones la condensación y la rarefacción, estos autores afirman que las diferencias (existentes entre los átomos) son la causa de todas las demás cosas. Las diferencias entre los átomos son, en su opinión, tres: figura, colocación y posición. El ser, dicen, difiere solamente en “proporción”, “contacto” y “dirección”. La proporción es la figura, el contacto es la colocación y la dirección es la posición. En efecto, A difiere de N por la figura, AN difiere de NA por la colocación, Z, a su vez difiere de N por la posición”.
Aristóteles, Metafísica.
Hoy en Academia Cruellas hablamos de Demócrito. El texto es de Aristóteles, una de nuestras fuentes fundamentales para conocer las doctrinas de Demócrito, ya que las obras de éste se perdieron, quedando solamente algunos breves fragmentos.
El testimonio de Aristóteles es perfectamente fiable, si bien algunos términos filosóficos utilizados en él son aristotélicos y ajenos a Demócrito: así, la mención de la causa material responde al esquema clasificatorio de las causas de Aristóteles.
La idea fundamental contenida en el párrafo primero es que los atomistas elevaron por igual lo lleno y el vacio a la categoría de elementos. Una vez elevados a la categoría de principios originarios, no hay razón alguna para considerar menos real al uno que al otro, como se dice en el párrafo segundo. Tan poco sentido tiene preguntar por el origen de los átomos como preguntar por el origen del vacio, ya que ambos son originarios.
La identificación de lo lleno (lo corpóreo, los átomos) con el ser (lo que es, el ente) y del vacio con el no-ser (lo que no es, no-ente) muestra como la teoría es tanto una respuesta como una alternativa a la doctrina de Parménides.
Los átomos difieren en aspectos cuantitativos meramente, pero no en aspectos cualitativos. Al contrario que las homeomerías de Anaxágoras que son esencialmente distintas, los átomos son esencialmente idénticos, partículas de materia homogénea, compacta e indivisible.
Las formas de los átomos son infinitas e irregulares (los hay esféricos, afilados, etc), punto este que contrasta con la doctrina corpuscular de Platón para quien los cuerpos elementales poseen estructuras geométricas regulares.