Demolición de una legislatura

Ni una ley, ni una sola iniciativa del gobierno de Mariano Rajoy en los últimos cuatro años seguiría en vigor si accediera al poder Pedro Sánchez, porque como anunció las derogaría todas inmediatamente.

Demolición de lo construido, como lo fue de Palmira por el Califato Islámico, incluyendo su dolorosamente eficaz reforma laboral, que cortó la sangría que creaba dos de cada tres parados europeos cuando llegó al poder.

Ahora es al revés: dos de cada tres trabajos europeos se crean en España tras esa reforma que estableció bajos sueldos, como denuncian los sindicatos.

Pero hay empresas que afirman que con Zapatero iban a cerrarse y ahora siguen abiertas gracias a esa reducción que ahora pretenden imitar en Francia los socialistas Hollande y Valls.

Otra demolición: la ley bautizada goebblelsianamente como “mordaza”, que solo impide fotografiar a los policías actuando para evitar que cuelguen sus imágenes en las redes sociales con intención de hacerlos, a ellos y sus familias, víctimas de venganzas y posibles actos terroristas.

Se derogará así también la protección policial de bienes que representan la democracia, como el Parlamento: quizás porque los asaltantes ya están dentro.

Ni un artículo de la ley de educación quedará en pie, aunque recuperar reválidas sea mejor para el futuro de los alumnos que sus antecesoras del fracasado aprobado general, LOGSE y sucesoras.

En un país en el que no hay cadena perpetua también se eliminará la prisión permanente revisable, mínima garantía de que los criminales más odiosos serán sometidos a mayor observación antes de dejarlos libres.

Mientras, los países vecinos cuna de la democracia, qué reaccionarios, mantienen las penas perpetuas.

No quedará piedra sobre piedra de lo construido desde 2012. El odio de Sánchez hacia Rajoy es destructor, pero ahora le pide auxilio, porque con nuevas elecciones quedará, como en Madrid, de número cuatro.

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SALAS