Rocaeditorial publicará en los próximos días el libro de Daniel Domscheit-Berg, "DENTRO DE WIKILEAKS" con un subtitulo a pie de portada que reza: "Mi etapa en la web más peligrosa del mundo".
Leí el manuscrito de Daniel, hasta hace poco colaborador estrecho de Julian Assange, de un tirón y conforme me adentraba en el entramado de la historia reciente de la web de la transparencia y las filtraciones, me di cuenta de que estos personajes están hechos de otra pasta poco común a la de los mortales de la información. Más allá de las cuitas, discrepancias y al final ruptura entre Julian, el fundador, y Daniel, el portavoz de Wikileaks, lo que trasciende en las páginas del libro es que la información no tiene barreras para estos hackers de los sistemas informáticos de instituciones y estados.
Muchas veces se sienten más cortocircuitados por los medios de comunicación, a los que ceden sus datos y a los que necesitan ineludiblemente, que por los ataques gubernamentales y empresariales.
El deseo de Julian y Daniel de crear un "puerto franco del periodismo" en Islandia donde se pueda preservar la libertad de expresión sin límites y alojar, con todas las garantías, los servidores que contienen las filtraciones anónimas que reciben es una muestra también de la desconfianza que tienen a la prensa en general, que consideran mediatizada por los compromisos políticos, publicitarios y empresariales que la sostienen.
Domscheit-Berg y Assange trabajaron casi en la clandestinidad, encriptando sus comunicaciones y sometiéndose a una disciplina militar digna de los clásicos manuales de ocultación y seguridad de los espías más avezados. La información que manejaban les obligaba a tomar el máximo de precauciones.
Todo vale frente a la transparencia informativa pero al final, las donaciones económicas y el protagonismo ante los relumbrantes éxitos del "Collateral Murder" de Irak, de la banca suiza y de los cables de las embajadas, entre otros, consiguieron romper el tandem de estos personajes.
Hoy en día, Daniel, ha creado Openleaks tras ser fulminantemente despedido por Julian Assange, claro está, mediante los chats encriptados a través de los que se comunicaban y que transcribe Daniel en el libro "Dentro de Wikileaks".
Daniel no tiene rubor en confesar que posee miles de documentos de Wikileaks en sus nuevos servidores y que no piensa utilizarlos. Simplemente los alberga en su nueva web porque entiende que la de Assange ya no es segura. Cuando lo sea se los devolverá. Esta es una forma de actuar dentro de la lógica de Daniel, un ex responsable de sistemas de seguridad de una empresa alemana que cuando hizo una restructuración de personal entró en la cuenta del consejero delegado para enviar, en nombre de éste, una misiva a todos los empleados y así desestabilizar a la compañía poco antes de incorporarse, a traves del chat con Julian Assange, a Wikileaks.
Los celos del fundador al que Daniel considera uno de los tipos más inteligentes que ha conocido, a la par que déspota, tirano y dictador, entre otras lindezas, fueron el detonante para que se hundiera este matrimonio de la transparencia.
Al final estos seres especiales son unos solitarios que cabalgan contra todo y contra todos. Someterse a las premisas de lo medios convencionales es algo que no suelen llevar bien. Las reglas de juego no pasan por la censura ni por las concesiones pactadas.
Cuando una fuente cae, como el soldado americano Manning, buscan ingresos en fundaciones y donantes anónimos para pagarle su defensa, pero Wikileaks no debe ser el paradigma de la caja bien cuadrada, según Daniel, y cuando varios meten mano tanto en los dólares como en los servidores se desajustan los esquemas generales.
Posiblemente en este tipo de oganizaciones solo quepa una única batuta en contra de lo que reclama Domscheit-Berg. Él, de hecho, se vanagloria de haber montado su Openleaks bajo la égida de un equipo que toma las decisiones democráticamente.
No sé, yo no veo a los hackers unidos en un sindicato, más bien son capaces de actuar descoordinadamente bajo un fin común que ni ellos suelen conocer a priori.
Recomiendo entrar en las tripas de Wikileaks y conocer de primera mano como se "organizan" las fuentes que están dando al periodismo de toda la vida una esperanza de que la independencia informativa todavía es posible a pesar del seguidismo actual de los medios.
Cada cual sacará sus propias conclusiones, pero lo cierto es que habría que apoyar a estas fuentes por imperfectas que sean en su organización.