Revista En Femenino
Hoy, con vuestro permiso, voy a utilizar el blog como plataforma para denunciar una actitud, un comportamiento y una forma de actuar que me parece fuera de lugar, sobre todo viniendo de los representantes de un cuerpo de “seguridad” del Estado: la Guardia Civil. Evidentemente, supongo que no todo el cuerpo actuará igual (espero) y que lo que voy a contar no es lo normal (ruego por ello), pero es la experiencia que he vivido junto a alguien muy, muy cercano, este fin de semana en las dependencias de la Guardia Civil de El Molar, Madrid.
Os pongo en situación: Mujer casada con un niño pequeño, casi recién nacido, empieza a notar que su marido ha cambiado, que está mucho más celoso de lo normal, que tiene comportamientos extraños. Al cabo del tiempo, poco, empieza a mostrarse violento. No la pega, ni a ella ni a la niña, pero las trata bastante mal. La casa comienza a inundarse de gritos, patadas a las paredes, él llega incluso a rajar con un cuchillo los muebles… El niño comienza a perder peso, llora, los médicos no entienden qué le pasa… Ella decide separarse, comienza los trámites y, en un momento dado, por miedo, por enfermedad mental confundida con amor y pasión, decide dar marcha atrás y volver con él… El marido le promete la luna, que va a cambiar, que todo va a ser distinto… Pero es cuestión de días el retorno del carácter (mal carácter) del susodicho. Finalmente, ella, pensando en el niño y en lo horrible de la situación, logra el divorcio, la custodia y la casa…
Pero los seres humanos somos lo peor, la cabeza no siempre domina o, en ocasiones, la razón está nublada y no vemos más allá de lo que otro nos susurra a la oreja hasta convencernos. La mujer vuelve con él una vez divorciada y no se le ocurre otra cosa que meterle en su casa de nuevo. Todo parece ir bien hasta que él, que según ella nunca las ha tocado, agrede a su hijo lanzándole un objeto (blando, menos mal) a la cara. De repente, a ella se le cae cualquier venda que pudiera seguir llevando y le echa de casa… Pero él no se quiere ir, vuelve a ponerse violento, y como ella le retira la palabra y pasa más tiempo fuera del “hogar”, él la acribilla a mensajes y llamadas. Todos ellos de amor, todos ellos dedicándole palabras enamoradas, todos ellos refiriéndose a ella como su vida, describiendo cómo sin su mujer él puede morir… Ella le contesta y le pide que no la escriba ni la llame más… Un NO es un no aquí y en Sebastopol, un NO, aunque te hayas equivocado, aunque hayas cometido el mayor error de tu vida, aunque todos te lo habían advertido, aunque te sientes culpable por no haber escuchado, por haber mentido a tu familia, por haber hecho malabares para seguir fingiendo una vida de divorciada que no existía… sea como sea, un NO es un NO… Yo he visto los mensajes y he oído conversaciones, y os puedo asegurar que era un NO rotundo, con seguridad, que no dejaba lugar a dudas…
Este fin de semana, mientras él trabaja, ella decide ir a la Guardia Civil y denunciarle por acoso y pedir que, por favor, le obliguen a irse de la casa común. La Guardia Civil la recibe y la escucha, incluida la narración de la agresión al niño, incluso como el niño se mete debajo de la mesa y se tapa los oídos cuando su padre grita… Muestra sus mensajes, un total de 35 en dos horas, sus llamadas, una cada diez minutos (lo he visto, lo he vivido, ahí no hay nada fingido, es atronador el ruido de un móvil que suena constantemente cuando no deseas que el que llama lo haga) Muestra su sentencia de divorcio, explica que ha pensado escribir tres cartas, una a su familia, otra a su hijo y otra para la Policía porque piensa que él puede perder la cabeza en cualquier momento y hacerle daño…
La Guardia Civil la trata con distancia, a veces con desprecio, y le aseguran que no pueden hacer nada, que la casa está a nombre de los dos y que él no ha entrado violentamente, que ella le ha dejado pasar. El marido sigue empadronado en el pueblo y su residencia habitual es esa. La mujer vuelve a reiterar que la sentencia de divorcio es favorable a ella y le insisten en que si ha sido tan tonta de volver con él, la sentencia se elimina, es papel mojado (literal, lo de total y lo de papel mojado)
Ella, en ese momento, acorralada, pregunta por el acoso. Ellos consideran que en esos mensajes no hay amenazas ni nada parecido, así que tampoco se puede hacer nada. Que vuelva si la agrede o la amenaza con ello.
La mujer, desesperada, dice que le da igual la casa, que ella se va donde sus padres, pero que no va a vivir con él más. Le avisan de que a los tres días de ausencia, él puede denunciarla por abandono de hogar, que ella debe permanecer en el domicilio, que lo van a hacer es cursar la denuncia por lo civil para que se inicie de nuevo un proceso de separación y un juez vuelva a determinar quién se queda con la casa. Pero que mientras, tienen que vivir juntos.
Todo esto ocurrió el domingo por la tarde. La mujer cogió a su hijo y se fue a casa de sus padres. Esa noche recibió 67 mensajes y llamadas cada hora. Al día siguiente, la Guardia Civil hablo con el esposo. Él dijo que no era celoso, que es que la quería mucho y que, incluso, la “dejaba hablar con quién ella quisiera”. La Guardia Civil le aconsejó que se quedase en casa y le informó de su derecho de denunciarla por abandono de hogar. Incluso le sugirió que pusiera otra denuncia por haber estado pasando la manutención del niño mientras que vivían juntos (él no se encargó de ningún gasto de la casa durante esta última convivencia, cosa que su cónyuge manifestó al mismo Guardia Civil que habló con él) Le recomendó qué mensajes de ella debía guardar por si iba a juicio…
No conforme con todo esto, ella llamó a su abogada a primera hora del lunes. La letrada no daba crédito a lo que oía que le había expuesto la Guardia Civil. Le dijo que de ninguna manera, que todo era falso, que ni abandono de hogar ni narices, que ella lo que tenía que hacer era cambiar la cerradura y no abrirle y si él se ponía muy pesado, llamar a la policía, pero que vamos, que lo de la Guardia Civil era de juzgado de guardia, nunca mejor dicho.
La abogada de ella se comunicó con la de él, que también se quedó loca con la historia, sobre todo con la poca ayuda del cuerpo de seguridad del estado. Habló con su cliente y le dijo que abandonase inmediatamente la casa y que se dejara de mensajes y tonterías porque la cosa podía ir por lo penal y ahí él llevaba todas las de perder con lo que estaba haciendo ¡¡¡su propia abogada fue la que le dijo que se fuera de casa!!!
Él ahora sigue en la casa común mientras que madre e hijo están en casa de los abuelos, con un gran trastorno porque es otro pueblo y él niño tiene que madrugar muchísimo para llegar al cole y a sus actividades. Tiene de plazo hasta el sábado para irse, es el acuerdo al que han llegado las abogadas. Él parece que lo ha aceptado pero va a apurar hasta el último minuto. Ha desmantelado todas las habitaciones porque dice que lo que hay ahí lo ha comprado él y es suyo, se ha llevado hasta el colchón de la cama, las lámparas, los cuadros. Ella solo le ha pedido que deje al menos una bombilla para que su hijo no se caiga de boca según entré… Y ahora ataca con lo que más le puede doler a ella, dice que va a iniciar los trámites para solicitar la custodia. Hecho que la abogada de ella se toma totalmente a risa porque dice que no tiene nada que hacer… Veremos…
Mientras, hay un niño de 5 años sufriendo, y mucho, viéndose en medio de un jaleo que no entiende ni tiene por qué, marchando de una casa a otra sin saber muy bien el motivo, enfadado con su padre por cómo se está comportando, y llorando con su madre porque está triste…
Y por otro lado, la Guardia Civil, su comportamiento. Es horrible que se trate así a una mujer que acude con miedo a aquellos que supone que la van a proteger. ¿Cómo se puede mandar a una mujer (a un hombre, a un niño, a quién sea) a seguir conviviendo con aquel que está convirtiendo su mundo en una pesadilla? ¿Cómo pueden hacerlo sin siquiera ir a investigar en ese mismo momento si lo que está diciendo ella es verdad y puede ocurrir alguna desgracia irreparable? ¿Cómo pueden dormir tranquilos pensando que una mujer y su hijo no van a pegar ojo en todo la noche por las órdenes (porque fueron órdenes) que le han dado a una señora que buscaba amparo y protección?
Lo siento, supongo que no toda la Guardia Civil es así pero, ¿por qué tenemos que mantener a un cuerpo de seguridad del Estado obsoleto, sin sentido, que, al menos yo, no sé qué funciones realiza distintas a la policía? Su actitud en El Molar, Madrid, pueblo mínimo en el que no hay comisaria, ellos son los amos y señores del lugar, me parece machista, misógina y alejada de los tiempos actuales. Por supuesto, cuando todo esto pase, se cursará una denuncia contra ellos y el trato recibido. Porque en esta ocasión la persona que denunciaba está muy arropada por su familia y no ha ocurrido nada, pero otra mujer que no tenga apoyos, ni afectivos ni económicos, tiene que volver a casa, con su acosador, su carcelero, el objeto de sus pesadillas, porque la guardia civil (y ya lo escribo con mayúsculas) le ha informado de que si se va es abandono de hogar y que a él no le van a echar. Porque la guardia civil ni siquiera se ha acercado en el momento a hablar con él, a investigar qué pasa, quién lleva la razón. Para mí, desde este momento, son unos encubridores e incluso instigadores de posibles asesinatos.