Hoy se juega el clásico gallego por excelencia: Deportivo de La Coruña vs Celta de Vigo.
Hay pocas cosas más gallegas.
El Celtadepor (¡Deporceltaneno!),así todo junto, es el equivalente futbolístico a tomar pulpo de primero y callos de segundo. La gente se vuelva loca y esa clásica rivalidad, esa inexplicable inquina de toda la vida vuelve a aflorar.
Mi familia es del Deportivo y mi padre se encargó desde que los tres hermanos eramos muy pequeños de inculcarnos ese amor por los colores de su ciudad. A pesar de sus esfuerzos no tuve clara mi orientación (futbolística) hasta que un día me di cuenta de que el fútbol… básicamente me la pelaba. Pero eso fue ya “de mayor”.
Viajemos en el tiempo…
1983 Lo que mola es Maradona, me hago del Barsa y pido el uniforme por Reyes. Me traen la del portero. Malditos reyes disléxicos. Si no están ya para leer cartas que se jubilen y dejen paso a las nuevas generaciones. Mi padre, que es del Depor, intenta convencerme de que Vicente mola más que Diego Armando Maradona. No lo consigue. Mi abuelo, que es de Calo (Santiago) es del Celta y me habla de un tal Chuco, un suplente. Tengo ocho años, pero creo que a mi abuelo le falta psicología infantil. Para un niño la palabra “suplente” es como una cruz para un vampiro. Mi abuelo se da cuenta de su error y me habla de Maté, el portero. Pffff…un poco mejor. Ahí casi caigo, lo cierto es que Maté molaba.
1986 Lo que mola es Butragueño, el Buitre, así que me hago del Madrid y pido la equipación por Navidad. Vamos que me hago un Figo, antes de que Figo fuese Figo. Los Reyes de Pontevedra me traen el uniforme del Depor en La Coruña y los Reyes de La Coruña (allí viven mis abuelos) me traen el del Celta. Esto, por definición, es una paradoja implosiva, solo ahora me doy cuenta de lo cerca que estuvo el Universo de desintegrarse sobre sí mismo. Me hago del Real Madrid porque me cae bien un jugador, Gallego se llamaba, que después de recibir una falta pilló el balón y lo hizo girar sobre su dedo índice como si fuera una pelota de baloncesto. Parecía un tío guay así que me volví merengue.
Eso se llama criterio.
De todas formas cuando me preguntan yo digo que soy del Depor y del Madrid.
Y así fue pasando mi adolescencia. Hasta que a mediados de los 90…
14 de mayo de 1994
Hace tiempo que tengo el “criterio” suficiente para saber que soy del Depor. Soy un rebelde. Pienso en como se han refinado mis gustos mientras escucho lo último de Roxette. Paso de seguir al rebaño. ¿Real Madrid? ¿Barcelona? ¿Qué se me ha perdido en esas ciudades? Prefiero que me represente un equipo de mi tierra formado por brasileños. El brasileño escuchado se parece al gallego hablado cuando uno se toma un poco de speed y dos chupitos. Así que a a mi me vale. ¡Que años aquellos! Bebeto era el Rey, Voro, Ribera, Claudio…hoy podemos ganar la Liga.
Último minuto, penalti a favor del Deportivo. El corazón se me va salir por la boca. Nos abrazamos, pero mi padre pide calma a grito pelado. Parece Tejero en el Congreso. Djuckic es el encargado de tirarlo. Si este cabrón acierta seremos campeones de Liga. En Vigo, mis amigos Shop y Uvas, hacen vudú, y en Coruña miles de personas contienen el aliento. Aquellos que sufren del corazón dejan de ver la pantalla, pero se fuman un cigarro de una calada. Los hombres de mi casa: mi padre y yo ( mi hermano es otro tema) descubrimos que tenemos los testículos retráctiles. Los tenemos guardados en el perineo por la tensión. Mi hermana es muy pequeña para tener testículos, pero lo vive a su manera. Mi madre grita para que nos tranquilicemos mientras mi padre le grite a ella para que no nos grite. Más de una guerra empezó así. Todos gritamos.
Todos menos Djuckic.
Djuckic está acojonado y mi padre en cuanto le ve la cara dice: “Lo va a fallar”.
Pienso que mi padre siempre tiene razón, pero le digo que no, que esta vez se equivoca. Miroslav lo va a meter.
Djuckic chuta y…
A tomar por saco. Hubiese sido mejor que lo tirase uno del Valencia. Holocausto emocional.
Desde mi casa en Pontevedra escucho los gritos de júbilo de los del Celta. Me van a vacilar mucho. Para siempre.
Dicen que ningún deportivista vio lo tres segundos después de aquella parada. Y es que todos hicimos lo mismo que Djuckic: taparnos la cara con las manos.
A mi y a mi padre ( mi hermano es otro tema) se nos bajaron los testículos de golpe. De hecho recuerdo que sonó así: “plof”. Mi padre se disculpó y dijo que tenía que ir al jardín. Empezó a dar vueltas alrededor de un árbol. Creo que estaba llorando. Supongo que pensó: “Si no fue de está, no ya no voy a verlo”. Se equivocaba, pero eso aún no lo sabíamos.
Hoy todas estas cosas vuelven a mi memoria. El viaje en tren con mis amigos para ver el Depor-Celta que inauguraba una Liga ya lejana, los partidos entre Pontevedra y Depor en Pasarón. Los piques con mis amigos del Celta…
Hoy tengo la excusa perfecta para dejarme caer por casa de mi padre y revivir aquella tarde en que DJUCKIC LO JODIÓ TODO.
Disfrutad del partido. Sed buenos. Putead al del otro equipo con la retranca que nos caracteriza y después brindemos juntos con una Estrella y como dijo Gadis, aquel famoso bailarín: “Vivamos como galegos”. Qué gane el mejor, pero no me digáis tanto unos como otros que no molaba más que empatasen a nueves.
Creo que el Celta va a marcar y apuesto a que será este el jugador que lo consiga. No soy muy futbolero y desconocía que se había pasado al fútbol.
¡Salud hermanos!