Entre la gente que nos dedicamos a entrenar se suelen suscitar debates en torno a la pregunta ¿formar o competir? Igual no te gusta el deporte, pero voy a intentar hablar de algo más allá de eso.
¿Formar o competir? La mayoría por una especie de romanticismo, por complejos filosóficos o por tener algún tipo de frustración con su vocación pedagógica responden formar. Porque queda mejor, supongo. Yo diría divertirse. La gente cuando se apunta a un deporte pretende pasar un buen rato. Hacer algo de deporte y pasarlo bien. Preguntarle a alguien con 7 años si quiere que le formen es, básicamente, una cuestión ridícula. Y a su respectiva mamá y papá habrá que recordarles que la formación (como persona) depende, en gran medida, de su labor. No del entrenador de fútbol, la profesora de guitarra, el maestro de judo o la tutora que tiene que encargarse de treinta más.
Formar (como persona y deportista) y competir van de la mano. No se pueden separar en ningún momento. El verbo competir no es vil ni peyorativo. Voy a intentar razonarlo.
A) el deporte es competición. Si no es competición es jugar a la pelota con tus amiguitos en el parque. Que también está bien pero entonces no es deporte.
B) en competición hay que ir a ganar. “Lo importante es participar” lo dijo el mismo tío que acababa siendo el mejor amigo de la tía que se quería follar. Un pagafantas. Tendrás que aceptar las derrotas, pero te tendrán que joder. Si te dan igual, mal.
C) Hazlo lo mejor que puedas o vete a casa. Mi padre detesta el deporte. Cuando era pequeño y me llevaba a los partidos siempre le preguntaba ¿hoy ganaremos? su frase era: “todo depende del rival, si lo hacen peor les ganaréis, si lo hacen mejor os ganarán pero tú hazlo bien“. ¿Sencillo?
D) competir forma. La vida es competición.
Bien, vamos a ver un caso práctico (baloncesto). Carlitos juega en un equipo malo que en vez de llamarlo C lo vamos a llamar amarillo (para no crear traumas), jugará siempre un mínimo del 25% del tiempo (para que no se desanime), no podrá perder de más de 50 (para no deprimirse), no le podrán quitar la pelota cuando pierda de 20, jugará incluso las finales o los partidos decisivos (tiene que sentirse importante) y habrá que premiarle porque aunque no meta ninguna se esfuerza (la incultura del esfuerzo). Pero Carlitos se hará mayor e irá a ligar y habrá tías que le digan que no. Suspenderá exámenes. Irá a entrevistas de trabajo y no le llamarán nunca. Le dejarán las novias. Se morirá su padre y su madre. Le despedirán. Tendrá que pagar un alquiler o una hipoteca cada mes. Sus hijos tendrán problemas con las drogas. Enfermará. En fin, Carlitos tragará mierda.
¿Entonces?En realidad es fácil. Carlitos tendrá que jugar en un equipo acorde a su nivel. Saber que si el equipo es mejor, no jugará. Saber que si la liga es dura le van a dar palizas y que habrá partidos en que no podrán pasar de mediocampo. Y que el lunes tendrá que volver a entrenar con más ganas de mejorar. Carlitos tendrá que ser competitivo. Conocer sus virtudes y explotarlas e intentar tapar sus defectos. Trabajar para mejorar las cosas que hace mal pero asumir que no todo se arregla con trabajo.
Competir. La vida es competición. Una competición diaria contra uno mismo.