Una de dos: o soy masoquista o soy fan de los deportes de riesgo. La primera opción es quizás demasié y la segunda seguramente no se la traguen porque saben que, fuera de mi deporte favorito que es irme zumbeando leches a dormir una siesta o desmadrear por el mundo de las redes sociales, de deporte lo justito.
Pero es que yo no entiendo. O más bien soy necia. Así como por el mundo hay personas tecnolerdas, personas con poca capacidad social, personas con inteligencia emocional nula; yo soy “negada” para las artes manuales y esto me duele hasta el fondo de mi ser -debo aceptarlo-¡PERO LO SIGO INTENTANDO UNA Y OTRA VEZ!
Bien dice el dicho que “el que persevera alcanza” pero lo que mejor suelo alcanzar es la tarjeta de crédito y comprar aquello que a mi se me da fatal.
Así que en ésta ocasión, debido a que se acerca el cumpleaños de mi bestia favorita del mundo mundial (Kraken aún tiene que ganarse ese derecho), he decidido hacerle una fiesta en casa a Critter por su tercer cumpleaños. ¡Aaaaaay que mi niña se hace mayoooor!
Normal, pensarán ustedes, es lo que toda madre hace. Perooooo (siempre hay un pero desmadroso) si a esto le agrego que es una fiesta planeada de hoy para pasado mañana, que es una fiesta con amigüitos de la guardería, que dichos amigüitos no los conozco más que de aventuras que me cuenta Critter, que no sé bien como se llaman porque le dije por whatsapp a la directora que si les podía dar una invitación mañana a tal, tal y tal niño y que ella me responda: que el niño que Critter llama Nigue debe de ser “imaginario” porque no hay ninguno en el cole…y de ipsofacto venga a mi mente la película de “Sexto Sentido” mientras un escalofrío recorre mi cuerpo hasta que después de dos horas de pensar y whatsappearnos la directora y yo hemos dado con que”Nigue” era “Guille” ¡Fiuuf!¡Menos mal! Pero esto es una clara señal que TODO PUEDE PASAR…
Se imaginarán que en un principio pensé en cómo hacer yo mismita una fiesta de esas dignas de instagramear con guirnaldas preciosas, con bolas y abanicos de papel de seda, con confetti hecho a mano, con cubiertos de madera, pajita-popote (porque en México pajita es otra cosa oiga) con washi, incluso llegué a buscar recetas para hacer meriendas de esas que dan pena comerse de lo lindas que están…pero vamos ¿a quién quiero engañar? Así que bajé al súper y apliqué la fórmula perfecta: gusanitos (en México conocidos como Cheetos), pizzas, danoninos y muchas gominolas. ¡EXITAZO ROTUNDO!
Además he hecho un pedido online de platos, servilletas, mantel y PIÑATA de la Princesa Sofía….pero he aquí mi primer encontronazo cultural.
Topicazos los justos ¡Viva México!
En México las piñatas suelen ser un arte, un trabajal, hechas de papel cartón a tamaño real y los niños casi casi lloran de tener que destrozarlas a palazos mientras se canta el “Dale, dale, dale”.
Básicamente los niños lloran porque son “sus ídolos” y porque son tan bonitas que da pena romperlas. Cabe aclarar en nuestras fiestas no estamos “disfrazados” de mexicanitos pero bueno la imagen dice más que mil palabras…
Las piñatas son un gozo agridulce: da pena romperlas pero lanzarse al piso y ser el primero que la rompe ¡mola! Cómo también mola el primer listo que coge un brazo o una pierna y mete ahí muchísimos más dulces de los que caben en las bolsitas pequeñitas que te da la madre en cuestión… pero vamos es cuestión “evolutiva” darse cuenta de esto y tirarse a recoger el brazo o la pierna porque la cabeza -a pesar de guardar más- siempre queda “colgada”.
Ahora bien imagínense mi desilusión cuando al abrir el paquete que pedí online de “surtido fiesta Princesa Sofía” me llegó una piñata hecha de una bolsa de papel de estrasa con dos figurinas de papel de la princesa pegados y unas tiras. ¿Dónde está la piñata que yo pensaba?
Estas piñatas ¡no se cuelgan! ¡No se les da palazos! Los padres tiran de una cuerdas precisamente para evitar el trauma a los niños de darle de golpazos a una princesa (por aquello del maltrato a mujeres hay que poner buen ejemplo) y la bolsa se rompe y los niños ya están en el piso esperando los dulces. 0_0 ¡SHOCK CULTURAL!…pero algo me dice que éste no va a ser el “único” palazo que me lleve con la fiestecita.
Todo está preparado. Mañana tendré que dejar la casa lista para que diez niños la pongan patas pa-arriba y ponerme a rezar porque creo que todo puede pasar…
Desde que los amiguitos de Critter sean imaginarios, que me termine zumbando yo sola la tarta de tres pisos de la Princesa Sofía que he encargado, hasta el hecho de que Critter me vuelva a dejar claro que ¡SU FIESTA DE MAÑANA VA A SER DE PEPPA PIG Y QUE VENDRÁ SU YAYA DE MÉXICO!
Lo dicho: me gustan los deportes de riesgo.