“Participantes de una competición de culturismo natural”
Si sabemos que la gente se “dopa” en el deporte de alta competición, ¿qué hacer ante esta problemática?
Algunos hablan de endurecer las sanciones de forma tal que sean vitalicias, lo que podría ser bueno para conseguir equidad en las diferentes disciplinas deportivas (como debería ser en realidad), pero malo quizás para el espectáculo y la industria del deporte.
Porque no olvidemos que la industria vive del espectáculo, y del más grande, más fuerte y más rápido.
Si queremos marcas que superen nuestros límites físicos y humanos, tendremos que inevitablemente hacer uso de la química, o si no, tendremos un monopolio claro y evidente de portentos genéticos que decidieron dedicarse al deporte para el cual sus genes y sus mentes, estaban preparados. Estos portentos sin competencia, no se verán presionados, y tendremos marcas que algunos calificarán de “mediocres” o eventos que algunos calificarán de “aburridos” frente al espectáculo que brinda una carrera donde todos están al “límite”. ¿Al límite de sustancias prohibidas?, puede, pero al límite.
Está claro. Lo aburrido no vende entradas para llenar estadios.
Otra posible alternativa sería regularizar el uso de sustancias ilegales en la alta competición. Pero estas palabras pueden resultar hirientes en los oídos de muchos deportistas y federaciones.
Y con razón.
Para empezar supone un daño en la salud del deportista. Aunque existen pocos estudios sobre el uso de según qué sustancian dopantes y su efecto a largo plazo en la salud, las pocas que existen se menosprecian o se pasan por alto amparados en controles y análisis de sangre realizados periódicamente al deportista. El largo plazo parece no existir fuera del periodo de competición. ¿Y si se produce un “fallo en el sistema”?, asumimos que son los llamados “efectos colaterales”, que forman parte indefectible de la vida personal del deportista de élite, cómo las lesiones deportivas o una vida social inexistente (salvo Romario).
Por otro lado el regularizar el uso de sustancias ilegales, podría generar desigualdades “económicas” claras entre las distintas federaciones del mundo. Dudo que la regularización del “doping”, abaratara de un plumazo los precios de uso “parcialmente seguro” de sustancias prohibidas y la minuta de los médicos “expertos”. Los países pobres no podrían asumir el gasto y quedarían inmediatamente relegados de los puestos de podio.
Soy consciente de que esto ya ocurre a día de hoy en según qué disciplinas. Pero en la actualidad, el miedo parcial a las agencias anti-dopaje, marca al menos un límite ético-moral, que nos permite disfrutar de “algo” de equidad deportiva.
¿Podríamos asimilar sin reparos el posible daño ocasionado a una persona sana justificándonos o amparándonos en el mero espectáculo deportivo?
Creo que no os digo nada nuevo, si os menciono que en algunas disciplinas deportivas, como el culturismo el uso de sustancias dopantes está más que justificado y no se sanciona, en pro (¿o en contra?), precisamente a dicho “espectáculo”. Al menos en las modalidades que se consideran “serias” o “sin limitaciones” y fuera del circuito del llamado culturismo “natural”, que apuesta por un crecimiento muscular sin “aditivos”, aunque se haga uso de la llamada suplementación deportiva.
Conclusiones
En ningún caso mi intención es demonizar a los deportistas que deciden ingerir sustancias ilegales, puesto que forman parte de un engranaje orquestado por la industria deportiva. Sería muy fácil culpar o señalar con el dedo únicamente al deportista, sin tener una “foto” general del problema.
Mi objetivo es simplemente abrir el debate y cuestionarnos las prácticas comunes que se pretenden “invisibilizar” o justificar, para evitar ver la cara fea de una actividad profesional que me merece mi más profundo respeto, como deportista amateur y amante incondicional de cualquier práctica deportiva.
Para el espectador es sencillo sentarse frente al televisor y aclamar con fervor las marcas estratosféricas de esos superhombres y supermujeres, que dicho sea de paso, al margen de las sustancias que puedan tomar, llevan toda una vida entrenando sus cuerpos y machacándose para brindarnos el placer de verles volar sobre la pista. Sin embargo, cuestionarnos muchas veces el por qué de las cosas, puede permitirnos tener una visión más amplia y diversa de lo que configura nuestra realidad.
Así que sí, soy consciente de qué el espectáculo debe continuar, pero también soy plenamente consciente de que el telón del escenario, debe caer o cerrarse en algún momento.
¿Qué opinas sobre el tema?, ¿prefieres sanciones ejemplares o regularizar el dopaje en la alta competición?
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