Sufro de ansiedad, ataques de pánico y depresión desde los 6 años.
Recuerdo mirar a mis compañeros de escuela jugar y preguntarme ¿Qué los hace tan felices? ¿De dónde sacan las ganas de vivir?
Y si, una niña sin ningún tipo de problema puede tener esta clase de pensamientos. La dificultad de explicar estos sentimientos a los padres o cuidadores es inversamente proporcional a la edad del niño; obviamente, no fui la excepción. Pude tener algo aproximado a un diagnóstico ya pasando los 14 años, así que la parte que puedo recordar de mi infancia, no es nada agradable.
¿Como es posible? la explicación la tiene la ciencia. La deficiencia de un neurotransmisor a nivel cerebral, en este caso la serotonina, puede ocasionar estos síntomas. Un neurotransmisor es una sustancia que se encarga de mantener bien aceitado el complejo tablero electrónico cerebral, permitiendo que cada interruptor pueda hacer conexión sin hacer chispas (metáfora, que no somos máquinas),es decir, permite a las neuronas hacer sinapsis.
A nivel genético, algunas personas nacemos con una predisposición a tener los niveles de serotonina bajos. Se tiende a pensar que la personas que pasan por un proceso depresivo están allí porque no ponen el empeño suficiente o no saben como manejar sus problemas. Pero está demostrado que en muchas ocasiones es un problema funcional del organismo y sin medicación, es muy difícil de controlar.
¿Cómo puedo determinar si mi hijo padece esta deficiencia?
Si notas que no quiere ir a la escuela, le cuesta socializar con sus compañeros, no quiere jugar, trata de encerrarse y no hablar, es excesivamente “tímido”, observas una disminución del rendimiento académico y se queja de molestias en el estómago o la cabeza que no correspondan a ninguna patología, debes acudir a un especialista y comentarle tus dudas acerca del comportamiento del niño. Lo más importante es tratar de obtener ayuda, ya que es muy difícil para un niño expresar su malestar en este sentido.