Revista Opinión

Depresión, la burbuja que te aisla del mundo

Publicado el 15 febrero 2018 por Carlosgu82

Este es por el momento, el artículo más personal que he escrito, por lo que a mi me afectó en su día. Yo conseguí salir de una depresión que me mantuvo aislada en mi mundo durante mucho tiempo. Es algo que necesito contar, y no para recibir lástima ni mucho menos, sino para que tú como lector, te pongas en la piel de lo que verdaderamente significa la depresión, y si no has vivido de cerca esta enfermedad, puedas tratar de entenderlo. También para las personas que ahora mismo, estén pasando por lo que yo pasé, para decirles, que de una depresión se puede salir, y que, si se lo proponen, pueden aprender mucho de esa experiencia para mejorar sus vidas, al igual que yo aprendí y mejoré la mía.

Voy a tratar de explicar lo que yo sentía, de una forma un tanto poética, cuando estaba inmersa en esa burbuja invisible y paralizante, en la que la soledad, la distorsión y la incomprensión me rodeaban y me daban cobijo.

“Nada me duele… solo el alma, pero eso, no se ve. Nada me falta, aparentemente… pero hay un vacío en mí que me impide ser. Algo que me oprime en mi pecho, que no me deja ver el mundo que tu ves.

Lo que me ocurre no se ve en las radiografías. No hay marcas en mi cuerpo que delaten lo que tengo, pero mi mirada pide ayuda a kilómetros de distancia, aunque parece que solo yo… puedo verlo, en la décima de segundo en la que me veo reflejada en el espejo, antes de pasar a ver mi rostro demacrado, sin vida y sin ilusión. Solo un segundo, antes de que mi mente se detenga en todas mis imperfecciones perfectas, y se aparte de la tristeza de mi mirada, porque ni yo misma puedo soportar el desconsuelo que refleja.

¿Cómo puedes entender lo que pasa por mi mente, si yo apenas lo se?. Si la maraña que tengo por pensamientos me impiden razonar claramente, y siento que me ahogan, al igual que las lágrimas que derramo cada día, y las que no derramo, que se quedan encalladas en mi alma.

¿Cómo puedo decirte lo que me pasa, si el agotamiento no se ve?. Si siento que mis músculos no me responden, que mis pulmones no se llenan de aire, y noto como si cada día muriese aunque siga respirando vagamente.

¿Qué puedo decirte, si veo que nada de lo que hago, y nada de lo que no hago, parece que me importe?. Si veo que la culpabilidad recorre cada una de mis venas, por todo en lo que me he convertido. Si me da vergüenza solo mirarte y que me preguntes como estoy.

Es fácil que no comprendas, que el único sitio en el que estoy a salvo, es envuelta por las cuatro paredes de mi casa, que son las únicas que siento que me amparan, dando a todas mis heridas, el refugio de la soledad, que es el único que hace que me sienta un poco menos desdichada.

¿Cómo puedes entender que no busco morir? aunque tampoco siento razón alguna para vivir, independientemente de que tenga o no tenga razones de lucha.

Si soy sincera, en este momento no me importa que mi corazón lata o deje de latir, porque ahora mismo, no encuentro la diferencia, entre la muerte, y lo que estoy viviendo”.

Posiblemente esto que acabas de leer te parezca algo demasiado trágico, pero puede que se acerque bastante, al drama verdadero que sufren las personas que pasan por una depresión. Yo misma, cuando hace unos años me vi encerrada en su yugo, sentía que nada de mi vida tenía sentido. Nadie veía lo que me ocurría, ni tan siquiera yo podía verlo con claridad, y me fui dejando envolver en su caricia traicionera, no queriendo ver toda la mochila que llevaba cargada en mi interior. Me sentía sola, pero yo misma buscaba refugio en la soledad. Sentía que mi cuerpo no me respondía a todo lo que trataba de hacer, que el aire no me llegaba a los pulmones, y que la debilidad me invadía hasta dejarme casi inútil. No tenía ningún interés hacia la vida, y todo lo que me rodeaba era como si estuviese en una nube diferente a la mía, una nube inalcanzable y ajena.

Podía haberme quedado así toda la vida, muriendo poco a poco con un ínfimo latido que me mantenía en pie, pero la vida, me dio otro golpe duro que me hizo reaccionar, y empezar a ver, que no me merecía estar en ese mundo distorsionado que me había creado. Por primera vez en mi vida, creo que empecé a ser consciente de que necesitaba aprender de lo vivido, y decidí hacerlo costase lo que me costase.

Aprender y desaprender. Aprender de nuestros errores y de nuestras experiencias. Desaprender de todo lo que nos han ido enseñando desde niños como verdadero y que nos han dañado en gran medida, haciendo crecer nuestra carga interna. Cosas que nos hemos creído y lo hemos grabado a fuego en nuestros corazones.

Aprender y desaprender. De eso se trata la vida cuando quieres que ésta sea lo más plena posible, cuando quieres vivir rodeado de paz interior. Yo decidí aprender de lo que había vivido, y desaprender de lo que estaba equivocado en mi mente, y esa fuerza fue la que me hizo empezar a vivir de nuevo.

Depresión, la burbuja que te aisla del mundo

Todos podemos hacerlo. Todos tenemos una fuerza interna que, cuando tiene que salir, aflora imparable. Es lo que hace que podamos sobrevivir. Solo tenemos que permitirle el paso y dejar que empiece a luchar para nosotros.

En mi próximo artículo, quiero profundizar un poco más en lo que ocurre cuando entras en una depresión, que es como el estado final de lo que he ido relatando en mis anteriores artículos, ya que en esta enfermedad, puedes verte envuelto fácilmente en el arte de procrastinar y puedes quedarte estancado en tu burbuja mientras vives muriendo. Te propongo por tanto, que leas los siguientes artículos:

  • El arte de procrastinar

  • Vivir muriendo

Como siempre, ¡gracias por leer!

Si te ha gustado o te ha sido útil, te invito a que votes y lo compartas.


Volver a la Portada de Logo Paperblog