Revista Opinión

Derecha sin complejos

Publicado el 08 octubre 2018 por Manuelsegura @manuelsegura

Derecha sin complejos
En 1979, el fundador de Fuerza Nueva (FN), Blas Piñar, fue elegido diputado al Congreso por Madrid. Fue en la primera legislatura de la democracia y por la coalición Unión Nacional. Obtuvo entonces casi 111.000 votos. En la citada coalición electoral se integraron, entre otros, junto a FN, la Falange, los Tradicionalistas y los Excombatientes. Rozaron las 380.000 papeletas en el conjunto del país y concurrieron bajo el lema ‘España en tus manos’. Aquella fue la única ocasión en que la ya entonces denominada ultraderecha, como tal, alcanzó representación en nuestro Parlamento.

Los últimos estudios demoscópicos realizados en España aventuran que Vox, la formación de derecha radical que lidera Santiago Abascal, exmilitante del Partido Popular, podría obtener presencia en el Congreso. Su reciente acto en el Palacio de Vistalegre, en Madrid, con casi 10.000 asistentes, evidencia que es un partido que cotiza al alza. Fundado en 2013, Vox no llegó a los 48.000 votos en las últimas elecciones generales (2016), si bien en la europeas de 2014, con el exeuroparlamentario del PP, Alejo Vidal-Quadras, como número uno, alcanzó los 247.000 sufragios.

Entre aquella primera legislatura democrática (1979-1982) y la actual, la extrema derecha en España ha sido un movimiento prácticamente residual. Muchos reconocen que en parte se debe al trabajo realizado en su día por Manuel Fraga desde Alianza Popular -en 1989 refundada como Partido Popular-, englobando al abrigo de esa formación a muchos de los hipotéticos votantes de una opción más radical. Durante su presidencia, José María Aznar siguió los pasos del fundador en este sentido, por lo que es normal que ahora reivindique el origen de ese electorado.

Mientras en otros países europeos (Francia, Italia, Gran Bretaña, Holanda, Bélgica. Austria, Suecia, Finlandia, Hungría…) emergían fuerzas situadas más allá del convencionalismo conservador, en España esa alternativa permanecía aletargada en el tiempo. Sin embargo, la situación por la que atraviesa el PP, con la marcha de Mariano Rajoy tras su salida del Gobierno, y la llegada de nuevos dirigentes que no han terminado de convencer al sector del partido más escorado a la derecha, motiva que Vox esté recibiendo el apoyo entusiasta de antiguos votantes ‘populares’.

Con todo, esa fuerza de derecha radical que se presentó en Vistalegre este domingo, dista bastante, al menos en su puesta en escena, de la que llegó al Parlamento español en 1979. Aquella aún guardaba las reminiscencias franquistas (no habían pasado más que cuatro años de la muerte del anterior Jefe del Estado) y en su parafernalia se exhibían todavía los brazos en alto, las camisas azules, las banderas preconstitucionales o se entonaban himnos falangistas y militares. La actual se asemeja un tanto más a esos movimientos europeos, mucho más civiles, y con mensajes claros y directos ante cuestiones que entonces ni siquiera se cuestionaban, como pueda ser el fenómeno de la inmigración. Su líder, Santiago Abascal, apela a “la España viva”, en defensa de la unidad nacional, la familia y contra el aborto. Propone acabar con las autonomías y encarcelar a los ‘golpistas catalanes’. Habla con displicencia de “la derechita cobarde y la veleta naranja”, al referirse al PP y Ciudadanos, con los que pugnará por repescarles votos en las urnas.

En los últimos meses, Steve Bannon, el exasesor ideológico de Donald Trump, busca tejer en Europa una tupida red con un tipo de formaciones que practican un discurso sin complejos: se trata del modelo estadounidense del ‘alt-right’ (derecha alternativa). Distantes de lo políticamente correcto, tachan despectivamente a los conservadores que toleran ideas progresistas de cornudos. Bannon anhela pescar también en el caladero español para dar cuerpo a la ‘infraestructura de victoria’ de su The Movement. La clave estará en las próximas europeas, en mayo de 2019, tras las que conformar un potente e influyente grupo de diputados en el europarlamento. Hay dinero, medios y estrategia para conseguirlo. Entretanto, Vox podría convertirse definitivamente en la opción española del ‘alt-right’. De regreso al plano doméstico, en el PP ya se han encendido las alarmas y se propaga que votar al partido de Abascal y Ortega Lara -que reclama elecciones ya- perpetuará a Sánchez en La Moncloa. Permanezcamos atentos a la jugada.


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