..Triki, triki, triiiiiki, triiiki, triki, Mon Amour, triki, triki, triki, triiiiii. Si como yo ya has pasado la barrera de los cincuenta está melodía te será muy familiar y al evocarla habrás visto de inmediato, nítida como si fuera real, la imagen de un hombre gordo y embutido en una túnica estrafalaria que baila con los brazos abiertos. Si, es Demis Russos. Si los has visto tan claro como yo, lánzate a leer la novela que Martínez de Pisón ha escrito para retratar a nuestra generación, esa que nació en la recta final de la dictadura (60), pasó a la adolescencia con la transición y llegó a la madurez con la democracia (80). Una novela de familia que te llenará de nostalgia y te hará reír. Un padre, Angel Ortega, tarambana, iluso e irresponsable al que no acabamos de odiar porque su gran corazón nos cautiva. Una madre tradicional que se enfrenta al cambio de la sociedad y que se ve obligada a dar un gran salto y tomar las riendas de su vida. Un hijo mayor, Angel, que es el narrador, nuestro otro yo, responsable y sensato hasta lo increíble: es el primer universitario de su casa y la red en la que todos encontrarán refugio en los malos tiempos. Èl se define como lo que no quiere ser: su padre ("un hombre que era el vacío que había dejado en nuestras vidas") y huye de reproducir su temible historia, ese matrimonio intermitente y esa vida de soledades. La familia se completa con un hermano pequeño que se transforma de delincuente a trabajador responsable y las falsas gemelas Paloma y Luisa, que en realidad son hermanastras.Un núcleo familiar desestructurado y caótico con unos lazos solidarios tan fuertes que sobrevivirán a los distinto intentos de desintegración por parte del Big Demis: ese enorme padre de familia que va de fracaso en fracaso.
Pisón construye, como siempre, una novela redonda y nos hace disfrutar con los pequeños detalles, esas pinceladas llenas de nostalgia que nos devuelven a otras épocas. El olor de la primera pizza, el Dyane 6, los bañadores Marc Spitz, los comics de Mafalda, la música relamida de Janett y su Soy rebelde y sobre todo, Demis Russos, ese personaje omnipresente encarnado pos su imitador y padre de familia, que nos hará pasar grandes ratos de risa y hasta nos hará aterrizar en el plató del Directisimo de Iñigo, al que aun nos parece ver en aquellos televisores de tubo en blanco y negro. Si ya has pasado el medio siglo prepárate para disfrutar con esta novela generacional en la que te verás reflejado.