‘Por el bien del Imperio’
Ayer y en vísperas al día
señalado, el senado de los Estados Unidos de América, publicó su informe sobre
las torturas cometidas por el servicio de inteligencia americano tras el ataque
que sufrió en 2001 el centro económico de la nación más ‘libre’ del mundo. En
2003 como consecuencia de los ataques del 11s los americanos entraron en Irak.
Tardaron apenas unos meses en planificar la invasión previa a la cuna de la
civilización y, unas pocas semanas en preparar la zona de ocupación después
finalizar los combates. En contraposición el desembarco de Normandía se preparó
a lo largo de dos años y la posguerra se fue tejiendo ya en 1943.
El caos en el que se sumió Irak
en los años posteriores hizo que a partir de 2004, las tropas americanas sufrieran
una severa corrección por parte de los iraquíes ya en plena rebeldía. El
presidente Bush ante esta situación desplegó y potenció la actuación de los
servicios de inteligencia americanos en suelo extranjero. El resultado es
sobradamente conocido por el público. Torturas, vejaciones, amenazas… creo que la
‘cárcel’ -por llamarla de alguna manera- de Abu Ghraib es un claro ejemplo en
ese sentido de lo que fue la invasión a Irak.
El senado, ha concluido que estos
graves sucesos no tuvieron una repercusión positiva para la Seguridad Nacional,
es más, el dolor causado a muchos individuos hizo que el odio hacía lo
occidental se incrementará entre las familias que sufrieron los excesos de la
guerra en tierra musulmana.
La ONU y diferentes
organizaciones pro derechos humanos se han manifestado al respecto y han
recalcado que el reporte no puede quedar en nada y que los culpables de estos hechos
deben ser juzgados. “El informe confirma lo que la comunidad internacional
sabía”, zanjó el representante de la ONU. Pero ¿cómo atajar este tipo de
conductas a nivel internacional? ¿Cómo poner
coto a los desmanes que a veces las potencias ejercen sobre otros países
inferiores, por el bien del imperio?
Probablemente sea una de las asignaturas pendientes por parte de la ONU en su organización interna. Es incomprensible cómo la organización supranacional por excelencia entré en este tipo de incongruencias de acatar y ratificar los pactos que más les convengan. En un futuro, esperemos que no muy lejano, este tipo de doble juego se vaya limitando más que por el bien del imperio, por el bien de la humanidad.
