Revista Salud y Bienestar
e lo ocurrido en los últimos años, reforzado en las últimas horas y en mi consideración, deduzco que son legión los usuarios que en este nuestro sistema gratuito de salud, el que en un arrebato de entusiasmo empapado de injustificado patriotismo llegó a considerarse "delosmejoresdelmundo", acabaron sucumbiendo a la espectativa de dejarse llevar por la hipertrofia de sus derechos, sin hacer lo propio ni en la medida con sus deberes.
n la última guardia un paciente me requirió una hoja de reclamaciones, por su deseo de interponer una queja oficial de cuanto le habìa ocurrido: llegó al Servicio de Atención Continuada en el que me encontraba, refiriendo un picor en el ojo izquierdo. Al solicitarle su tarjeta sanitaria manifestó haberla dejado olvidada en su casa, por lo que le dije que no podíamos atenderle sin ella.
eferida la extrañeza en su actitud, ésta me obligó a añadir: "Mire, si Ud. viniese con un cuadro de Urgencia Médica, olvidaríamos la necesidad de comenzar la consulta solicitandole el documento, no siendo así me veo en la obligación de cumplir con las normas"... Su respuesta fue reivindicativa, como en un intento de echarme un pulso con la amenaza: "Muy bien, si no me atiende Ud, me veo en la necesidad de pedirle una hoja de reclamaciones"...
staba en su derecho de pedirnosla, no obstante respondí: "Muy bien, ahora mismo le daremos una hoja de reclamaciones, pero por favor, antes.... ¿quiere hacer el favor de acompañarme?... sólo será un momento... pretendo que antes vea Ud. que no se trata de una petición arbitraria o caprichosa, sino de una norma del Centro... Ve Ud. lo que pone en este cartel?...¿Y en este otro?... ¿Y en este?...".
ada una de las estancias: la consulta, el pasillo, la sala de espera, el hall, la puerta de acceso... todas tenían el mismo cartel en el que podía leerse: "Para la atención en el Servicio Madrileño de Salud es obligatoria la presentación de la tarjeta sanitaria junto con el documento acreditativo de su identidad"... La hipertrofiada concepción de sus derechos pudo más que mi lógica, por lo que acabó reclamando, a pesar de todas mis explicaciones...
e aquí sus palabras: "Presentado en el Servicio de Urgencias con molestias en el ojo izquierdo, picor, y un grano en el párpado, no se me atiende al no llevar la cartilla sanitaria en ese momento". No escribió más, quizá porque mientras lo hacía le fue desarmando la razón. No pude evitar el comentarle, en el momento de recoger su manuscrito: "Con la de lugares en los que interponer una reclamación, con la de situaciones.... creame: ¡ésta no era una de ellas...!"
frecí al usuario la posibilidad de facturarle tras la consulta (es lo que hacemos en tales circunstancias), en cuyo caso habría de volver días después, a inhabilitar la factura mostrando su tarjeta en el Centro; pero lo desestimó... Le pedí también que volviese después, aún habiendo reclamado, porque gustosamente le atenderíamos... a lo que su orgullo repuso que se iría conduciendo hasta el hospital (el Centro se encuentra en su pueblo, el hospital a unos 40 kms).
eguramente nuestro hombre irá al banco sin su cartilla... Abonará cuanto compre sin sus tarjetas... Subirá al metro sin su billete... No serán docenas los establecimientos ante los que enseñará algún carnet de fidelización, arañando céntimos de descuento ó puntos para elegir regalo sobre catálogo... Para mí lo ocurrido ayer no es más que otra muestra de cuanto podemos llegar a infravalorar aquello que es de todos, un escenario en el que sólo recordamos derechos...