El otoño es tiempo de hastío. Para algunas personas llega a ser una estación deprimente: Acabas las vacaciones, dejas la playa, el descanso, la piscina, los días largos, las terrazas, los amigos, la familia, los viajes… y vuelves al trabajo. No es extraño que sea en estas fechas cuando más tendemos a apuntarnos a actividades nuevas. ¿Cuándo lanzan los coleccionables en los kioscos? ¿Cuándo empiezan las actividades en asociaciones y distritos? Yoga, pilates, pintura, flamenco... Con la regeneración otoñal, decae nuestro ánimo y crecen los cursillos.
Normalmente suelo hablar de la motivación intrínseca, cuando realizamos una actividad por el mero hecho de realizarla, porque nos gusta, porque nos apetece o porque nos hace sentir bien. Pero no siempre esta motivación nos acompaña. A menudo, necesitaremos un empujón o un buen estirón de orejas que venga desde fuera. ¿Sientes la necesidad de hacer algo? ¿Quieres cambiar o emprender un proyecto nuevo y no sabes cómo? Probablemente necesites ese empujón o ese estirón de orejas. Comprometerte con alguien que no seas tu, puede ayudarte a dar ese paso inicial que tanto miedo y esfuerzo requiere. Una vez des ese paso, el compromiso lo adquieres contigo mismo. No hay mayor decepción que fallarte a ti mismo, empieza hoy y lo notarás mañana.