La Dermatitis Atópica es uno de los trastornos dermatológicos más frecuentes entre la población. Al dolor, picor y molestias se unen los problemas psicológicos, la incomprensión y las limitaciones de todo tipo que sufren los pacientes. Para concienciar sobre este problema de salud, de crecimiento incidencia en nuestro país ,el pasado martes se celebró el IV Día Mundial de la Dermatitis Atópica, impulsado por la Asociación de Familiares y Pacientes de Dermatitis Atópica (ADEA).
Como resalta la presidente de ADEA, Mercedes González Labrador, “la idea de celebrar un día de la Dermatitis Atópica es para dar a conocer la enfermedad, eliminar ciertos mitos y conocernos los enfermos cara a cara”. La celebración de este Día coincidió con la emisión en TVE de un documental, patrocinado por Laboratorios Leti, titulado Barreras, y la presentación de un libro “Experiencias Dermatitis Atópica”, patrocinado por Stada, que resume en fotografías y en testimonios casi una decena de viviencias personales que subrayan la transcendencia sociosanitaria económica y personal de este trastorno.
“Como es una enfermedad crónica y sin cura conocida, todos los enfermos buscamos otras soluciones fuera de la medicina tradicional. Aún no tenemos la conciencia de que es crónica, pero el mensaje que debemos dar es que se puede disfrutar de una buena calidad de vida siguiendo las recomendaciones médicas”, comenta la presidenta de ADEA, quien asegura además que la peor consecuencia de esta enfermedad es, sin duda, la desesperación.
La frecuencia de la dermatitis atópica se ha incrementado sustancialmente, de 2 a 5 veces, a nivel mundial en los últimos 20 años. El estilo de vida occidental, el aumento de edad materna, la polución, el tabaquismo materno, la migración de áreas rurales hacia centros urbanos o los cambios ambientales, así como la exposición temprana pólenes, ácaros o alérgenos, están facilitando la extensión de esta enfermedad en individuos genéticamente susceptibles.