Revista Cultura y Ocio

Derretir el hielo

Publicado el 17 noviembre 2018 por Elarien
Derretir el hielo Te conviertes en hielo. Sientes un frío inmenso, todo es desolación, pero estás atrapada en ello. No razonas, no notas tu cuerpo. El aire es diferente, está ahí, como siempre, pero todo ha cambiado. No es diáfano, sino denso, y te ahoga. ¿Respiras? Apenas. Estás bloqueada, no eres tú, no eres nada. Hay una herida que atraviesa el mundo, aunque aún no sientes el dolor, solo el frío. Estás vacía.
Algo en tu cabeza te dice que reacciones. Necesitas sujetarte a algo sólido para empezar a hacer algo. Sola no puedes. Un abrazo, aunque el hielo sigue así. Al teléfono no puedes más que repetir las palabras que invaden tu mente, debes contarlo y no sabes cómo. Al hablar vas a herir a otros, pero tienen que saberlo. No te lo crees, no, no es posible. ¿Cómo vas entonces a decirlo? No hay palabras suaves, ni de consuelo. ¡Ojalá se pudiera dar marcha atrás en el tiempo! Sí, solo una fracción de segundo, un simple instante.
Se pierde, no existe, sin embargo los recuerdos se agolpan, salen entre lágrimas. Dicen que no hay que reprimir el llanto, pero ¿qué hacer cuando la congoja te abruma y te sientes expuesta, débil y aún más impotente? Las lágrimas arden, a veces calman, y otras veces se desbordan sin control, vencen tus defensas y no deseas que te vean, ya hay suficiente tristeza. Te alejas y te resguardas en unos brazos, alguien te hace de escudo y reconstruyes tu armadura. El hielo sigue ahí, ha hecho un nudo profundo que te atenaza, deseas hundirlo al fondo, rodearlo con roca. Buscas la fuerza a tu alrededor y te apoyas, te agarras a ella para salir a flote, necesitas recuperar tus cimientos, ocuparte de algo, no pensar en ti, solo ayudar, servir de apoyo. No sabes cómo, pero tampoco sabes qué más hacer, e intentarlo te protege. Tratar de ser útil te empuja a recuperarte, notas que ese calor que das funde parte del témpano que llevas dentro; no obstante nada como los abrazos, sentir el amor que te rodea y el cariño que acaba con ese hielo que te atrapa en su soledad y su tristeza. Regresan los momentos en que no te lo crees, son insistentes, pero te obligas a ver la realidad. Es una pesadilla, y sin embargo no es un sueño, los sueños son un refugio, el olvido, una vida paralela.
Dicen que hay que dejar pasar el tiempo, y aunque todo en el tiempo fluctúa, la ausencia está siempre ahí. A veces levantas la mirada esperando encontrártelo y no está, se te hace nudo en la garganta y vuelves a darte cuenta del hueco que queda en su lugar. Quisieras tener otra oportunidad para expresar aquello que nunca se dijo porque se daba por sobreentendido. Supongo el futuro permitirá ver que todos esos recuerdos son huellas felices de una existencia llena de vitalidad, de ilusión, de proyectos y de sonrisas, y aunque se acaben en un punto, no se borrará su impronta. Llegará el día en que la nostalgia se convierta en presencia, en una emoción profunda y agridulce que dolerá menos.


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