En el mundo se producen alimentos que nunca llegan a las despensas de los hogares.
Estos alimentos suponen, además de un despilfarro que no nos podemos permitir, un gran impacto medioambiental.
El actual sistema es evidente que no funciona.
Valentin Thurn es el director del documental Taste the Waste, un largometraje sobre el derroche alimentario en el mundo entero y sobre las soluciones que podemos aportar para evitarlo. La película se cuestiona el actual sistema alimentario, en el que de la mitad de todos los alimentos que se producen acaban en el vertedero, la mayoría de ellos incluso antes de que lleguen al consumidor, y busca respuestas a sus preguntas.
En su recorrido para averiguar el por qué de este derroche, el documental recoge las impresiones de empleados de supermercado, banqueros, inspectores de mercado, ministros, agricultores y burócratas de la UE. La agricultura es responsable de más de un tercio de las emisiones de gas de efecto invernadero en el mundo. Esta actividad, tal y como se practica hoy en día, requiere la utilización de energía, fertilizantes y tierra de cultivo. Además, cuando los alimentos se pudren emiten metano, un gas de efecto invernadero que resulta hasta veinticinco veces más poderoso que el dióxido de carbono.
En otras palabras: al desechar la mitad de nuestros alimentos estamos provocando un impacto desastroso sobre el medio ambiente. El sistema, del que todos formamos parte, indudablemente no funciona.
En las baldas de los supermercados encontramos a nuestra disposición todo tipo de productos venidos de cualquier parte del mundo y con un aspecto inmejorable: tomates redondos y de un rojo encendido; barras de pan de todo tipo siempre fresco; yogures de los más variados sabores. Sin embargo, muy pocas veces nos animamos a mirar lo que ocurre al otro lado.
Si fuéramos capaces de reunir suficiente coraje y asomarnos a los contenedores de estos "centros comerciales" del sentido del gusto quedaríamos horrorizados por las cantidades ingentes de alimentos en perfecto estado que se desechan antes de que hayan alcanzado la fecha de "consumir preferentemente antes de...".
Y esto es sólo la punta del iceberg. La cantidad de alimentos que se desechan incluso antes de llegar al supermercado, en los propios campos de cultivo, en las fábricas de elaboración y envasado y en los centros de distribución es cada día mayor.
¿Qué está ocurriendo?
"Hace ya treinta años que conocí la locura de este derroche", cuenta Valentin Thurn, director de Taste the Waste, el largometraje galardonado con diversos premios por su labor periodística y documental. "Ocurrió durante un viaje en bicicleta por Inglaterra con un amigo. Yo tenía 18 años, nos quedamos sin dinero y una persona sin hogar nos recomendó que buscáramos en los contenedores de un supermercado de Londres. Así sobrevivimos hasta que decidimos regresar a casa. Años después, estando ya activo en el movimiento ecologista, no dejaba de sorprenderme cómo nadie conocía la dimensión del fenómeno, cómo ninguna organización ecologista, de alimentación o de ayuda al desarrollo tenía idea de la cantidad de alimentos que se desechan en el mundo. Incluso la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) solamente ofrecían estimaciones.
Los únicos países que contaban con cifras fiables eran Austria e Inglaterra, que afirmaban que el 50% de todos los alimentos acaban desechándose en el camino que va desde los campos de cultivo hasta el plato". La verdad tras estas escalofriantes cifras, según narra Thurn, es que, en la actualidad, todos los países, incluidos aquellos que se encuentran en vías de desarrollo, adquieren sus alimentos en un mercado internacional que impone sus propias normas de juego.
El documental Taste the Waste recoge la visión de aquellos que están intentando detener este sinsentido. Después de todo, "si consiguiéramos salvar del vertedero la mitad de los desechos alimentarios conseguiríamos el mismo efecto sobre el cambio climático que si elimináramos uno de cada cuatro coches que circulan por las carreteras".
He ahí donde está la responsabilidad de cada uno de nosotros: acudir a los mercados locales, comprar directamente del productor, evitar generar desechos en casa y compostar los residuos alimentarios son solamente algunas de las soluciones que los ciudadanos pueden aportar a este problema global.
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