¿Donde están los catalanes que no quieren la independencia? No se ven por ninguna parte. Hasta los empresarios que tienen miedo a perder su mercado español están callados ¿Tienen tanto miedo que ni siquiera levantan la voz? ¿Donde hay más cobardía, en los catalanes que guardan silencio ante el atropello o en el gobierno de Rajoy, incapaz de hacer cumplir la Constitución y de imponer la cordura y el respeto debido a España? En Cataluña, el paraíso de la cobardía, se viven tres grandes vergüenzas que sonrojan a España y la hacen aparecer ante los ojos del mundo como un país asustado y sin dignidad: la insumisión a las leyes de los que siembran odio e independencia, los que callan por miedo y cobardía y un gobierno de la nación que ni siquiera sabe defender a España. Unos 50.000 independentistas catalanes han acompañado y apoyado a Artur Más, capitán del secesionismo, a la hora de declarar ante los tribunales. Entre ellos había funcionarios que pidieron un día libre para apoyar a su líder. Ante esa visión de fuerza, los españoles se preguntan ¿Donde estaban esos millones de catalanes que, según las encuestas, rechazan la independencia y ese "proceso" que encubre elevados índices de corrupción, abuso de poder y delincuencia en Cataluña? Duele decirlo, pero hay mucha cobardía en la sociedad civil catalana, en la que los que se oponen a la independencia están vergonzosamente callados y asustados, mientras los secesionistas, crecidos y osados, rompen libremente a España, sin que nadie les pare los pies, y arrebatan a los españoles sus ideales y su patria. ---
La cobardía y el silencio de los que se oponen a la independencia desconciertan al resto de España y confunden al extranjero, donde ya deben pensar que el deseo de independencia en Cataluña es casi unánime. Aunque resulte duro decirlo, esa cobardía merece caer bajo las garras de la mafia corrupta y ladrona de los Pujol, los Más y de todos esos que buscan en la independencia impunidad y manos libres para saquear.
Los españoles de bien, ante el diluvio de cobardes, ya están perdiendo la paciencia y se niegan a distinguir en Cataluña entre buenos y malos, entre patriotas y traidores, porque los que odian a España exhiben su fuerza mientras que los que quieren la unidad se esconden como gallinas y mantienen un silencio tan cobarde como ignominioso.
Es probable que el día que se proclame la independencia empiecen a gritar los que no la querían, pero ya será demasiado tarde y estarán obligados a soportar el dominio de los corruptos y saqueadores, separados de una España que ojalá reaccione con dignidad, cierre sus fronteras con Cataluña, establezca aranceles y aduanas, haga pagar peajes, dificulte los intercambios de personas y mercancías y cierre a Cataluña las puertas de la Unión Europea, una reacción que los nacionalistas, adictos al victimismo, venderán como venganza, pero que sería plenamente lógica los que han sido despreciados, humillados, desgajados y convertidos en diana del odio por el independentismo.
Ya se acerca la hora de la verdad y los catalanes contrarios a la ruptura tienen que alzar la voz, aunque solo sea para que los españoles y los demás habitantes del mundo sepan que existen. Les van a arrebatar la patria, los mercados, la tranquilidad y siglos de paz y progreso, arrojándolos de lleno en un mundo de hostilidades y tensiones que podrían hasta ser violentas, sin que ni siquiera griten.
Mas de medio millón de rumanos están cada noche en las calles pidiendo la dimisión de su gobierno por haber querido suavizar el castigo de los corruptos, pero los españoles de Cataluña, con muchas mas razones para protestar porque además de estar inundados de corrupción les están arrebatando su futuro, su patria y sus ideales, son tan cobardes que ni siquiera se asoman a sus ventanas para gritar ¡Basta! a los que les arrojan al vació de un futuro incierto y peligroso, para ellos y para sus hijos y nietos.
Todo por pura cobardía.
Francisco Rubiales