En capítulos anteriores de Desahuciando a Superman:
El acomodador gira el puño y comienza a abrirlo lentamente delante de mis narices. Algo brilla con mucha fuerza, emana tanta luz que, por un momento, me ciega. El brillo empieza a remitir hasta que se apaga completamente. Entonces puedo verla. Grande, dorada y mágica.
-Es una llave antigua.
-Muy agudo A. Sí. Es una llave antigua.
-¿Y qué abre?, -me siento como Mickey en Los Goonies.
Mi viejo amigo vuelve a sonreír con la ventaja del que conoce el final de la historia.
-Es la llave que abre El Universal.
Sally
Sally recorre como un rayo la descolorida alfombra del patio de butacas del Universal en busca de algo que llevarse a la boca. Su olfato le dice que muy pronto llenará el estómago. La oscuridad es casi total, pero su instinto le indica el camino adecuado como si del GPS más avanzado se tratase. Aunque Sally de GPS no entiende nada, porque Sally es un ratón. La mascota no oficial del Universal. Su nombre completo es Sally V y pertenece a una exquisita casta de ratones que han vivido durante años en secreto, y entre bambalinas velando por la seguridad de las distintas generaciones de cinéfilos de la ciudad. Por desgracia Sally V nunca ha visto una película ya que el Universal cerró las puertas mucho antes de que él naciera, no obstante no pierde la esperanza y se ha resistido a abandonar el inmueble. Es su hogar.
El sonido metálico de una llave hurgando en la cerradura saca de golpe a Sally de sus anhelos. Parece que ya es la hora de comer. Puntual como un reloj. Un rayo de luz rasga la oscuridad y ciega al pequeño ratón durante unos segundos. Dos voces rompen el silencio sin previo aviso y Sally sabe exactamente lo que tiene que hacer. Como si de un Yamakasi se tratase, el noble animal comienza una secuencia de piruetas dignas del mejor de los trapecistas. Corre, salta, trepa y sube hasta el primer anfiteatro. Allí disfruta de una inmejorable panorámica. Desde su posición y a pesar de la densa oscuridad puede ver perfectamente a los dos personajes que han irrumpido en la sala. Sally abre mucho sus brillantes ojos negros al reconocer a Mr.E. y continúa con su repertorio de cabriolas y brincos que le llevan de golpe (como en cientos de ocasiones antes) a su destino. El roedor cae con decisión, como si de un consumado gimnasta se tratara, sobre el hombro izquierdo de Mr. E.
Capítulo 5
-¡Sally!¡Cada vez eres más rápido viejo amigo! Mr.E. gira la cabeza hacia la izquierda y da la bienvenida para el pequeño roedor que le devuelve el saludo. El hombre rebusca en el bolsillo de su vieja bata y saca un pequeño trozo de queso que deposita con cuidado sobre su hombro, a escasos centímetros de su mascota.
-¡¿Sally? ¿Cómo que Sally? Eso es imposible, todo esto es imposible Mr.E! -exclamo mientras intento distinguir algo entre la penumbra.
-Nada es imposible A. Hazme caso. Todo es cuestión de voluntad. Atento y prepárate. Ha llegado la hora.
El acomodador se da la vuelta y vuelve a cerrar cuidadosamente la puerta. La deja exactamente tal y como estaba antes de su llegada. Se diría que está borrando nuestro rastro, por si las moscas. Ahora la oscuridad es total y no puedo distinguir absolutamente nada. Oigo perfectamente los pasos de Mr.E. que se adentra en ella. A pesar de la negrura camina con decisión, sin titubear. Una puerta chirría y una fría y fugaz corriente de aire me golpea la nariz. Ese olor…
No ha desaparecido con el paso de los años. Huele a cine, a aventuras, a amor y a persecuciones, a buenos y a malos. Cientos de recuerdos invaden mi cabeza, regresan a mí de golpe. Eso sí, mis ojos siguen sin ver nada.
-¡Mr.E! ¿Dónde está?
Nada. Silencio.
Doy un paso atrás y tropiezo con algo. Palpo con mis manos. Es una butaca. A tientas busco el respaldo y su tacto aterciopelado me lleva a otra época. Bajo a ciegas el asiento y reto a la oscuridad. La miro directamente a los ojos. Imagino la pantalla. Una sonrisa se dibuja en mis labios, pero nadie pueda verla.
A lo lejos escuchó algo de jaleo. El estruendo de unas cajas que se caen rompen la tranquilidad que enseguida vuelve a inundar la inmensa sala.
-¿Mr.E? ¿Va todo bien?
Un chasquido es toda la respuesta que consigo. Un zumbido se intenta abrir paso por los viejos y oxidados circuitos del cine, pero no pasa nada. Un corto pero poderoso destello ilumina toda la estancia por una décima de segundo como si alguien hubiese disparado el flash de una potente cámara. Lo que veo toma forma en mi retina por un pequeño instante, pero se desvanece en seguida, sin avisar. Solo me queda una abstracta y residual imagen a la altura de los ojos.
Es suficiente.
Lo que he visto no puede ser cierto.
El zumbido se estabiliza al mismo tiempo que la luz se hace constante y más intensa. ¡Ahora sí! Lo veo todo con claridad. Mis pupilas se dilatan y mi boca se abre. Me levanto lentamente de mi asiento y buscó mis gafas en el bolsillo de mi camisa. Me las pongo mientras no doy crédito a lo que tengo delante.
¡Es el Universal! ¡ No puedo creerlo! ¡Es el Universal!¡Está como siempre!
Hace un par de horas creía que no quedaba nada de este lugar desde hace años y ahora…
Miro hacia el techo y veo las luces que iluminan la estancia, a los lados la sala está custodiada por pequeñas antorchas eléctricas que le dan un aire señorial. Recuerdo que de pequeño me asustaban. Todo está tal y cómo lo recordaba. ¡Hace tanto tiempo! Era como estar dentro de una fotografía. El grueso telón morado cubre la pantalla y me da la sensación de que la función va a comenzar en cualquier momento.
-¿Sorprendido?
Desahuciando a Superman comenzó aquí.