En estos momentos se está desalojando la plaza Catalunya de Barcelona. Los jóvenes del 15-M están sufriendo una agresión por parte de los mossos d’esquadra (lo estoy viendo en Antena 3). En aras de una supuesta limpieza de la plaza, se ha procedido al desalojo.
A pesar de las palabras de Rubalcaba y del conseller del interior de la Generalitat, Felip Puig, (“no habrá desalojo si no hay problemas de orden público”) los jóvenes han sido golpeados, apaleados, arrastrados e incluso –según versión de ellos mismos— atropellados por una patrulla. No se sabe cuántos, pero ya hay heridos.
A lo peor, llevaban razón Rubalcaba y Puig pues primero han montado el follón ellos mismos y luego han procedido a ocupar la plaza. Mientras, entre los jóvenes reina la tranquilidad, se dejan arrastrar y se mantienen sentados sin hacer frente a las agresiones de los mossos.
Dos excusas han provocado este desalojo. Una, la higiene. Una higiene extraña, más bien parecida a un robo. Puesto que se han llevado tiendas de campaña, cocinas, ordenadores, equipos de música y megafonía, muebles. Han desmontados los talleres, la guardería, bibliotecas, comedores y todo lo que se les ha puesto por medio. Como pueden ver, una limpieza muy sui generis. Cuando además, este movimiento cuenta con una comisión de limpieza que mantenía en perfecto estado la plaza.
La otra excusa es que se aproxima el sábado y si ganara el Barça, calculan que habría medio millón de personas en Canaletas, plaza que está cercana a la acampada. Y, por tanto, hay un peligro de que los culés ocupen y creen problemas en la plaza de Catalunya también. Curiosa la excusa, porque se da por descontado que habrá follón el sábado si gana el Barça, pero en vez de poner los medios para evitarlo, se desaloja a los acampados del 15-M, como si estos fueran el peligro, por el simple hecho de estar cerca.
Está claro que el dios Fútbol está por encima de todo. Ahí se consiente todo. Mientras que se habla de que los jóvenes acampados se vayan a las afueras de la ciudad (naturalmente, donde no estorben, ni se les oiga ni vea), a los seguidores de fútbol se les permite destrozar el centro de las ciudades y dejarlo hecho una mierda.
¿Quién está creando el desorden, el follón y la revuelta?
Parece que hay más gente en la plaza en apoyo al movimiento. Han aprovechado una hora donde muchos trabajan, no se hubieran atrevido a “limpiar la plaza” a las nueve de la noche. Y una de las primeras medidas ha sido cercar la calle, llenando de policías los accesos a la plaza e impidiendo que la gente penetre en la misma, en apoyo a los jóvenes que están dentro. Pero, a pesar de todo, parece que algunos han podido entrar.
Saco esta entrada con cierta precipitación, pero la urgencia del caso lo requiere. Ahora mismo estoy escuchando que también en Lleida están desalojando la plaza de los acampados, en este caso, con mangueras de agua a presión.
Está claro de donde proviene la violencia. Y está claro que les estaba haciendo daño este movimiento y tenían que cargárselo. Ahora hay que estar preparados porque a Barcelona y a Lleida, seguirán las demás plazas. Hay que llenar las plazas, hay que dificultar, de forma pacífica, los desalojos, que sin duda, se van a intentar producir.
Resistir es la palabra que hay que conjugar. Mientras, los poderosos no escatimarán excusas para imponer su fuerza.
Quieren acabar con la esperanza, con un cambio real, pero no podrán. Me permito recordar las palabras de Salvador Allende instantes antes de morir:
“Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”