Lo descubrí por casualidad en el Rastro de Madrid. Lo que no se encuentra allí, no se encuentra en ningún sitio. Incluso lo mágico…
Me pareció un calendario sofisticado y muy original hasta que me di cuenta que destruía los días pasados. Cuando pasaban por el triturador de papel, desaparecían del espacio-tiempo…Todo lo que había hecho ese día, las decisiones que había tomado, el trabajo realizado…Todo, todo, desaparecía sin más.
Cada día era nuevo. Totalmente.
Y entonces se me ocurrió aquella idea.
Bendita idea.
Nos casamos un 7 de febrero. De 1975…Fabriqué una hoja a la medida del calendario y escribí aquella fecha…