Los quásares, núcleos galácticos muy brillantes que envuelven a agujeros negros supermasivos, suelen estar ubicados a enormes distancias en el cosmos y son alimentados por el gas que cae a esos agujeros negros de los centros de las galaxias.
A medida que el gas cae hacia el agujero negro, se calienta y emite luz. La fuerza gravitacional del agujero negro es tan fuerte y está arrastrando hacia él tanto gas, que éste se calienta hasta tal punto que brilla más que la galaxia entera circundante.
Sin embargo, con tanto gas llegando a un espacio tan pequeño, se produce un cierto efecto de obstrucción, y una masa nada desdeñable de gas acaba escapando del agujero negro, empujada por los fuertes "vientos", con velocidades de miles de kilómetros por segundo, del vórtice de materia en el centro del quásar.
Muchos quásares muestran evidencia de estos vientos en sus espectros, o sea en las mediciones de la cantidad de luz que el quásar emite en diferentes longitudes de onda. En el perímetro inmediato que rodea al centro del quásar hay nubes de gas caliente alejándose del agujero negro central. Cuando la luz más profunda del quásar pasa a través de estas nubes en su camino hacia la Tierra, parte de la luz es absorbida en longitudes de onda particulares, correspondientes a los elementos químicos presentes en las nubes.
A medida que las nubes de gas son aceleradas a altas velocidades por el quásar, el efecto Doppler deja su huella en el espectro y a partir de ésta es posible calcular la velocidad del viento del quásar.
Hasta aquí, todo parece claro. Sin embargo, ¿cómo interpretar en una observación la presencia de las líneas espectrales que delatan una inmensa masa de gas moviéndose a gran velocidad cerca del quásar y la inexistencia de tales líneas en la observación siguiente, unos años después?
Después de analizar años de observaciones y de investigar a fondo 19 casos de tales desapariciones, el equipo de Niel Brandt, Donald Schneider y Nurten Filiz Ak, todos de la Universidad Estatal de Pensilvania, parece haber hallado suficientes elementos de juicio como para respaldar con firmeza la explicación al enigma ya barajada anteriormente por algunos científicos.
El vecindario de un quásar es un lugar donde reina una violencia inusitada, mucho mayor que la de cualquiera de los fenómenos astrofísicos de nuestra región cósmica que nos sobrecogen. Los vientos del quásar circulan a miles de kilómetros por segundo, y el disco de materia alrededor del agujero negro central está girando a velocidades que se aproximan a la de la luz. Todo ello hace del vecindario de un quásar una zona donde las cosas pueden cambiar muy deprisa.
Hay varias explicaciones posibles para la desaparición de las nubes de gas, pero la más sencilla es que, en estos quásares, las nubes que previamente habían sido detectadas están ahora desplazadas fuera de la línea de visión directa entre nosotros y el quásar, por acción de la rotación del disco del quásar y por el viento.