(JCR)
El pasado lunes 9 de diciembre las tropas francesas desplegadas en Bangui comenzaron la fase más urgente y delicada de su misión: el desarme. El día antes, el autoproclamado presidente y líder de la ex –Seleka, Michel Djotodia, ordenó a sus hasta entonces omnipresentes y mal disciplinadas tropas que volvieran a los cuarteles y eso facilitó la tarea. El primer día los franceses se emplearon a fondo en los barrios de Bangui y recuperaron numerosas armas, no sólo de fuego sino también puñales y machetes. Bastantes milicianos que aún circulaban por los barrios, en uniforme o vestidos de civil, fueron interceptados por los soldados, que procedieron a desarmarlos sin miramientos, ante los aplausos de la multitud. Un general de la Seleka, Mahamat Saleh, que llegó a ser jefe de Estado mayor, fue abatido por los franceses con sus dos guardaespaldas el pasado martes, lo cual demuestra que no están para bromas.
Hoy (jueves 12) es el cuarto día de la operación de desarme. El problema es que no son sólo los rebeldes de la Seleka quienes tienen armas. Los franceses han encontrado armas de fuego y municiones en viviendas y almacenes pertenecientes a musulmanes centroafricanos y extranjeros, sobre todo chadianos. Esto ha provocado las iras de la población de la mayoría cristiana, y en muchos casos después de que los franceses desarmaban a algún miliciano o civil musulmán y se iban, la multitud de abalanzaba sobre ellos y los mataba a pedradas. Me da la impresión de que es una situación que el contingente, con toda su preparación de cuerpo de élite, no había previsto, y que puede arruinar su reputación y hacer que no se les vea como una fuerza neutral. También se han incendiado algunas mezquitas y numerosos comercios de musulmanes han sido saqueados, sobre todo en barrios como el Kilómetro Cinco, Miskine y Combattant. El martes pasado, varios residentes chadianos fueron evacuados de estos barrios y llevados al aeropuerto, donde el gobierno de Chad había puesto un avión a su disposición. El gran peligro es que al mismo tiempo que se recuperan armas, la espiral de venganzas y odios entre cristianos y musulmanes se está disparando fuera de todo control. Salí el lunes y el martes por algunas calles de Bangui, y el ambiente que se palpaba era de altísima tensión.
Con casi 500 muertos contabilizados ya en una semana de violencias, se tardará mucho tiempo en cerrar las heridas entre las dos comunidades religiosas de este país. La gente aún notiene confianza para volver a sus casas y se calcula que en Bangui hay todavía unos 100.000 desplazados, 30.000 de ellos en el aeropuerto y el resto en parroquias.
Francia ha perdido ya a dos de sus militares. Cayeron abatidos por disparos de milicianos el lunes por la noche en un barrio próximo al aeropuerto. El presidente Hollande les rindió homenaje en una visita de cuatro horas a Bangui que realizó el martes por la noche cuando regresaba de los funerales de Nelson Mandela, y aseguró que misión francesa es peligrosa pero es necesaria para evitar una masacre. El sábado pasado Hollande había realizado unas polémicas declaraciones en las que parecía insinuar que el actual presidente centroafricano Michel Djotodia debía marcharse al no haber hecho nada para impedir las matanzas en Bangui. Durante su visita, Hollande se encontró brevemente con Djotodia, quien según testigos presenciales estaba muy nervioso. Durante el día había corrido el rumor en Bangui de que los franceses iban a deponerle. Hollande le insistió que controlara a sus hombres. No está claro cuánto tiempo se quedarán los franceses en Centroáfrica. Al principio el Elíseo habló de una misión breve y rápida, después se apuntó a un periodo de seis meses, y más recientemente los ministros franceses hablan de quedarse el tiempo que sea necesario, por lo menos hasta que haya elecciones en el país, algo que en principio está previsto para febrero de 2015 pero que podría adelantarse a la segunda mitad de 2014. El principal escollo será hacer un censo electoral, ya que en todas las ciudades del país los Seleka han destruido los registros civiles y será difícil hacer una lista totalmente nueva.
Una parte del contingente francés, de unos 100 soldados, acudieron el domingo pasado a la ciudad de Bossangoa, en el Noroeste. Allí las milicias anti-Balaka habían conquistado la mayor parte de la ciudad e incendiado buena parte del barrio musulmán. Los Seleka que quedaban allí intentaron, el domingo pasado, provocar una masacre tirando proyectiles a la misión católica, donde hay por lo menos 40.000 refugiados, y sólo la intervención –arriesgadísima- de los soldados de la FOMAC consiguió evitar la matanza. También en Bossangoa los franceses están desarmando a las milicias, para gran alivio de la población.
Mientras tanto, en medio de tanto odio y desolación no faltan las historias positivas que, desgraciadamente, tienen poco eco en los medios de comunicación. El martes pasado un sacerdote de la parroquia de los Mártires de Uganda intervino con éxito, junto con el jefe del barrio de Lakouanga, para disuadir a un nutrido grupo de jóvenes que se disponía a recorrer el arrabal para saquear los comercios de los musulmanes. Y ayer (miércoles 11) la alcaldesa del sexto distrito de Bangui, en la zona de Petevo, organizó a los jóvenes de su sector –de mayoría cristiana- para que protegieran las tiendas de los musulmanes. Personas como ellos conseguirán hacer otro noble desarme no menos importante: eliminar las armas del odio y la venganza de los corazones de los sufridos centroafricanos.