Revista Coaching

Desarrollo personal. Vigilemos nuestra posible toxicidad.

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

persona toxicaPor Alberto Barbero

Hay personas a las que dedicamos una parte importante de nuestra energía y merece la pena. Hay otras que la absorben cual vampiros y nos desvían de nuestros propósitos. Por eso es importante saber cómo tratar con la gente tóxica.

Sin embargo… ¿por qué es tan fácil ver como tóxicos a otros? Yo tengo unos cuantos cerca pero… ¿Y si yo lo soy? (naturalmente, y lo que suele ser peor, sin darme cuenta).

Sí, la verdad es que a algunos nos gustan esas citas del estilo “Cuando señales con el dedo recuerda que tres dedos te señalan a tí“, pero también es cierto que aún creyendo que estamos avanzando, la mayoría de las personas nos pasamos toda la vida dando vueltas en círculo. “Porque eso de ser tóxico no va conmigo. Ni siquiera un poquito. Ni siquiera algún día”.

Es habitual volcar nuestra atención hacia fuera sin prestarnos casi atención a nosotros mismos y a cómo influimos en los demás.

Conozco, por ejemplo, a muchos profesionales que pasan “el rodillo” por sus equipos bajo la creencia de que hay que cambiar la conducta de las personas para que “se pongan las pilas” y de que para ello hay que “aplicar consecuencias” (como si las personas solo respondiéramos a esquemas de premio y castigo).

También he visto cómo sus “colaboradores” acaban convirtiéndose en tóxicos tras sufrir estos planteamientos compuestos de desconfianza y de control. Esto mismo se ve en muchas situaciones: “mis directivos tienen que ser mejores lideres”, “mis colaboradores tienen que saber trabajar mejor en equipo”, “los responsables de proyecto han de tener más iniciativa”, “mi pareja tiene que preocuparse más por mi”, etc.

Sin embargo es fácil olvidar que “dar el ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera” (Einstein).

Hay un juego curioso que consiste en observar el propio dedo pulgar a varias distancias conforme lo vamos acercando a nuestra nariz. Cuanto más cerca, más borroso lo vemos. Es una metáfora de todo ésto: vemos con mucha dificultad lo que tenemos encima y, en el extremo, a nosotros mismos.

Es como si fuera fácil caer en el autoengaño de que somos mejores que los demás, proyectamos en otros lo que menos nos gusta de nosotros mismos y así nos sentimos mejor con esta trampa de nuestros egos.

Muchas veces pensamos que hay que cambiar a los demás pero la realidad es que la única forma de cambiar nuestra realidad y de influir positivamente en otros es auto observándonos mejor y mejorando nosotros.

¿Cómo tratar con la gente tóxica? Vigilando nuestra propia toxicidad y tratando de ser una fuente de contagio de estados emocionales positivos. Las “neuronas espejo” de los demás lo detectarán

:-)
y así podremos hacer nuestro el proverbio hindú de que “Nada ha cambiado. Solo yo he cambiado. Por lo tanto todo ha cambiado”.

Fuente http://manuelgross.bligoo.com/20120919-desarrollo-personal-vigilemos-nuestra-posible-toxicidad

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