La 2GM sin duda trajo importantes novedades a nivel tecnológico y militar, fruto de las necesidades de un conflicto de escala inédita. Por ejemplo, a nivel aéreo las innovaciones en cazas, bombarderos y aeronaves de apoyo fueron muy importantes. Cabe destacar la evolución y el uso del transporte aéreo táctico (la capacidad de mover rápidamente suministros, equipamientos y personal, con carácter urgente) y del bombardero estratégico (empleado para bombardear áreas industriales y civiles a gran escala, con el fin de destruir la moral y el esfuerzo bélico del enemigo).
Por su parte, el armamento antiaéreo también avanzó, incluyendo defensas como el radar o la artillería tierra-aire, tales como el temible cañón alemán de 88 milímetros. El uso de aeronaves de reacción fue pionero y aunque su introducción fue tardía en la Segunda Guerra Mundial, marcó un antes y después en la guerra área de la segunda mitad del s. XX.
A nivel de la guerra naval, también se realizaron importantes avances, especialmente con el desarrollo de los portaaviones y de los submarinos. Aunque al inicio de la Segunda Guerra Mundial la aeronáutica tuvo un éxito relativamente escaso, las acciones en Pearl Harbor, en el Mar de China Meridional o en el Mar de Coral establecerían al portaaviones como la embarcación dominante en lugar del acorazado. Si deseas obtener más información sobre la guerra aérea y naval durante la Segunda Guerra Mundial, haz clic aquí.
En el océano Atlántico, los portaaviones de escolta se convertirían en una parte vital de los convoyes aliados, al aumentar eficazmente el radio de protección y a ayudarles a cruzar el charco. Los portaaviones resultaban también más económicos que los buques de guerra, debido al coste relativamente bajo de las aeronaves y a la no necesidad de contar con blindajes fuertes.
Los submarinos, que ya habían demostrado ser un una arma eficaz durante la Primera Guerra Mundial, fueron muy usados por ambos bandos en la Segunda Guerra Mundial. El desarrollo británico se centró en el armamento y en tácticas antisubmarinas, como el sonar y los convoyes navales, mientras que la Alemania nazi se concentró en mejorar su capacidad ofensiva, con proyectos como los submarinos tipo VII, tipo XXI y tácticas rudeltaktik (término acuñado por Karl Dönitz: "manada de lobos").
La guerra terrestre pasó de las trincheras estáticas de las batallas de la Primera Guerra Mundial para permitir una mayor movilidad y un uso conjunto de armas rápidas. El tanque, que se había empleado hasta entonces predominantemente como apoyo de la infantería, evolucionó hasta convertirse en un arma principal. A finales de los años 30, los proyectos de tanques estaban considerablemente más avanzados de lo que estaban en la Primera Guerra Mundial y los avances continuaron durante la guerra en aspectos como el aumento de la velocidad, del blindaje y de la potencia de fuego.
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los comandantes pensaban que los tanques enemigos tenían especificaciones superiores. Pero esta idea fue desafiada por los malos resultados de las relativamente poco potentes armas de los primeros tanques contra los blindajes y por la doctrina alemana de evitar los enfrentamientos entre blindados. Esto, junto con el uso de armas combinadas por la Alemania de , estuvo entre los elementos clave de las exitosas tácticas de , especialmente en Polonia y Francia.
Se emplearon muchas armas antitanque, como la artillería indirecta, así como las minas, las armas de infantería de corto alcance y otros tipos de tanques. A pesar de la gran mecanización de la Segunda Guerra Mundial, la infantería permaneció como la espina dorsal de todas las fuerzas en combate y durante la guerra muchas unidades fueron equipadas de manera no muy distinta a la Primera Guerra Mundial.
El armamento portátil vivió su esplendor, con los ejemplos notables de la ametralladora alemana MG42 y varios subfusiles que se adaptaron para el combate cuerpo a cuerpo en ambientes urbanos y de selva. El fusil de asalto, un desarrollo armamentístico reciente, incorporó muchas características del fusil y de la ametralladora, y se convirtió en el arma de infantería estándar para la mayoría militares de la posguerra.
Los beligerantes principales durante la Segunda Guerra Mundial innovaron también a nivel de seguridad, creando complejos sistemas criptográficos, sirviéndose para ello de máquinas de cifrado, como la mítica máquina Enigma alemana. Con la encriptación estallaría también lo que se conoce como inteligencia de señales, es decir, el proceso contrario de desencriptación, cuyo ejemplo más notable fue la rotura de los códigos navales japoneses por los Aliados. La mismísima Enigma también fue descifrada por los Aliados sin que los nazis lo sospecharan.Otro aspecto importante que vivió su propio auge a nivel de inteligencia militar fue la desinformación, recurso que los Aliados usaron con auténtica maestría y efecto, como en las operaciones Bodyguard y Mincemeat. Otras proezas tecnológicas y de ingeniería conseguidas durante o como resultado de la Segunda Guerra Mundial incluyeron los primeros ordenadores programables del mundo (Colossus, ENIAC y Z3), los misiles guiados, el desarrollo del Proyecto Manhattan de armas nucleares, los avances a nivel de operativas y el desarrollo de puertos y oleoductos artificiales en el Canal de Mancha (Operación Overlord).