Liberados sindicales ajenos a la enseñanza y los más radicales del 15M se han sumado a las manifestaciones de numerosos profesores de primaria y secundaria en toda España contra el incremento de las horas de enseñanza en el aula sin aumentar sus 37,5 horas semanales de trabajo.
Los han parasitado, restándoles la poca popularidad que tenía desde su inicio la protesta contra el canje de funciones docentes forzado por la reducción de los presupuestos.
Que debe atribuirse sobre todo al Gobierno central, que ya en los Presupuestos Generales de 2011 concedió una asignación fue inferior en 1.800 millones de euros a la de los 53.956,7 millones de invertidos en 2010, el 5,11% del PIB, según datos del Ministerio de Educación.
Pero el tremendo fracaso educativo español no depende del presupuesto: España presenta una de las la mejores relaciones de alumnos por profesor de Europa, como indica la información del mismo Ministerio: 11,3 alumnos por profesor. Véase la página del Instituto Nacional de Estadística, INE, que señala que a pesar de ello, y con el 31, 2 por ciento, ocupa el segundo lugar en el fracaso escolar en los 27 países de la UE por abandono, tras Malta.
Países como Eslovaquia, Eslovenia o la República Checa, con 18,6 alumnos por profesor, tienen un fracaso que oscila entre el cuatro y el cinco por ciento.
En el último Informe PISA de la OCDE entre estudiantes de 15 años de edad, la nota española en lectura fue de 481 puntos, frente a los 493 de media de los 34 países de la OCDE, algunos con renta per cápita e inversión en educación muy inferior.
Son números que demuestran el desastre educativo español, que debe atribuirse a unos planes formativos enloquecidos, a la ausencia de orden en los centros, y a una sociedad ignorante, que tolera que se deforme a sus nuevas generaciones en lugar de formarlas.
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