Revista Cine
¡Shama Shama!
Viendo este cartel (que recuerda mucho al de Sonrisas y lágrimas) a uno ya le da la sensación de que Descalzos por el parque puede resultar una comedia simpática y agradable, con la intención de que el espectador pase un rato entretenido. Y eso es lo que exactamente ocurre al ver la película, ópera prima de Gene Sacks, que había sido actor de teatro y de televisión en los años 50, y dirigió obras en Broadway en la década de los 60, cuya película más conocida fue la que realizaría el año siguiente: La extraña pareja. Pero para esta película en concreto contó con un guión de Neil Simon, que no tuvo más que adaptar su obra original que ya se había representado en Broadway en 1963 con un éxito muy notable, protagonizada entonces por Robert Redford y Elizabeth Ashley, repitiendo el primero en esta adaptación para el cine, acompañado en esta ocasión por la guapísima Jane Fonda.
El argumento de esta comedia romántica es bien sencillo y se resume en pocas palabras: la historia ocurre en febrero y los protagonistas son una pareja, Paul (Robert Redford) y Corie (Jane Fonda), que se acaban de casar y van a pasar su luna de miel en el Hotel Plaza de Nueva York; al cabo de seis días sin salir de su habitación, se irán a vivir a su nuevo hogar, un apartamento muy pequeño situado en la quinta planta (sin contar el entresuelo) de un edificio sin ascensor, aún sin amueblar, en el que además pasarán un frío helador debido a un agujero que hay en el tragaluz.
Dicho esto, hay que sumar un gran ingrediente para la historia: la gran diferencia que hay en la manera de ser de ambos, ya que ella es fogosa, alocada y le gusta disfrutar de los placeres de la vida al máximo, y él en cambio es un joven abogado muy comedido, serio y conservador. Y no solo esto, uno de los vecinos del bloque es un tal Víctor Velasco (Charles Boyer) que es un hombre de mediana edad, casado cuatro veces, capaz de coquetear con cualquier mujer que esté a su alcance, muy parecido en la forma de ser de Corie, y con la que no dudará ni un instante en mostrarle sus encantos. Tampoco hay que olvidar a otro personaje importante para algunas buenas escenas cómicas, la madre de Corie, Ethel (Mildred Natwick), que vive sola y cuyo personaje es mucho más parecido al de Paul. De ahí que la secuencia en la que Corie engaña a su madre para que conozca a Víctor y en la que luego se van juntos los cuatro a cenar a un restaurante albanés sea absolutamente inolvidable.
Y es que realmente, hacía tiempo que en una película no me reía tan a gusto. Neil Simon sabe utilizar unos pequeños y sorprendentes gags bien ubicados en la historia, igual que jugar con la cansada tarea de subir todas las escaleras del edificio, un hecho que constatan el mismo Paul, la pobre Ethel, un trabajador de la compañía telefónica (Herbert Edelman), y un mensajero bastante mayor que no puede pronunciar ni una palabra de lo cansado que está cuando llega al apartamento. Y aunque sea algo exagerada la manera en que todos ellos llegan tan exhaustos, el efecto es eficaz y válido para sacar una carcajada al espectador. Igual que los diálogos que también favorecen a esos momentos cómicos, sobre todo las frases que provienen del personaje interpretado por Mildred Natwick, que fue nominada al Oscar por este papel, y que es un contrapunto perfecto para el personaje de Víctor Velasco, encarnado idóneamente por Charles Boyer. Las interpretaciones de Robert Redford y Jane Fonda también hacen creíbles a sus personajes, sobre todo el de ella que irradia felicidad, optimismo y unas tremendas ganas de vivir, y que opina cosas como "hay que probar todo en la vida", y que tan bien la define su madre con la frase "hay que ver qué intensamente sabe disfrutar de la vida". Hasta en un momento crucial del film Corie reprochará a Paul su manera de ser tan perfecta y tan poco dado a desinhibirse en ningún momento.
Sin embargo, hacia el final, sobre todo en los últimos diez minutos, uno se decepciona un tanto por perderse de vista esa frescura y espontaneidad que se había plasmado en varias escenas de la película, con un típico desenlace de estas comedias románticas que quieren acabar con una sonrisa algo falsa en el espectador, aunque lo visto hasta entonces le haga pensar que ha pasado un rato lo bastante divertido como para recordarlo.
"Una comedia romántica con mucho humor, buenos gags, buenos personajes, pero con un desenlace típico que quita algo de mérito a la historia"