Ya descansa para siempre y sus cenizas, como ella quería, se mecen con las olas en el mar. "Descarsar en el mar" fue su deseo y sus hijos en sus recuerdos encontraron el lugar en la Playa de Barro, concejo de Llanes (Asturias), un lugar que nos será imposible olvidar.
Ya no padecerá más tristezas, melancolías y dudas. Aún siendo esperado, el final cayo como un cuchillo sobre nuestros corazones. Ha sido más de un año de lucha, meses duros que acaban en días muy tristes y horas en las que el dolor era capaz de sentirse en el pecho y en el aire de esa habitación cerrada en la que las lagrimas todo lo empañaban.
Dicen que la realidad supera cualquier ficción. Así es, doy fe. Nunca, nunca, nunca se borrará de mi corazón y mi recuerdo la silueta de mis hijos agarrados a los últimos suspiros de la vida que se marchaba de las manos ya casi insensibles de su madre y de la perdida mirada de sus ojos.
Nunca dejaré de escuchar los sollozos de quienes la querían y aún la quieren y sentir las lágrimas de dolor desde lo más hondo cuando en contra de toda ley de vida, la muerte juega con nosotros y se lleva a su madre, a una hija, a su hermana, sobrina, prima, a su pareja....., a una especial mujer.
Debió ser tan duro!. Todos reconocimos al instante, cuando las lágrimas nos dejaron ver, que estaba más guapa después de morir. Pudo por fin recuperar el gesto tranquilo y relajado que la angustia y el dolor la arrebataron y descansar. Dicen que el cáncer golpea con más inquina al más fuerte, al más luchador. Ella plantó dura batalla hasta el final en una guerra de antemano perdida y en la que muchos de nosotros, sin duda yo, hubiéramos levantado muy pronto la bandera blanca.
Era especial, sensible y emocional, siempre llena de sonrisas que se encargaba en repartir y regalar sin preguntar, como si no se le fueran a acabar nunca, hasta que el cáncer, el hijo de puta del cáncer, se la llevó.
No podemos saber si estaba despidiéndose para siempre cuando nos miraba desde lo más profundo, cuando de forma irremediable y temprana la miserable enfermedad nos la robaba, pero podía sentir su especial sonrisa, aunque no tuviera fuerzas siquiera para esbozarla en su boca.
Siendo todavía consciente de cuánto perdía, su única preocupación fue la vida, la felicidad y el futuro, el de sus hijos que no el suyo. Estoy seguro que su último recuerdo al repasar su vida, fue el de ellos sonriendo cuando eran pequeños. Yo solo espero poder desde esta vida, cumplir con mi parte y conseguir que se cumplan del todo sus buenos deseos.
No me olvido de mi madre un solo día. Ella también nos fue arrancada por esta maldita enfermedad del cáncer. Seguramente nunca dejaré de escribir estas cartas, con su recuerdo, en su memoria y para que esta lucha finalice con la victoria de la vida.
Como muchas otras veces y esta vez de un modo muy especial. Unas fotografías de la Playa de Barro y unas letras de Alfonsina Storni escritas cuando sentía las últimas cuchilladas del cáncer.
Dolor
Quisiera esta tarde divina de octubre Pasear por la orilla lejana del mar; Oue la arena de oro, y las aguas verdes, Y los cielos puros me vieran pasar.Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera, Como una romana, para concordar Con las grandes olas, y las rocas muertas Y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento, y los ojos fríos Y la boca muda, dejarme llevar; Ver cómo se rompen las olas azules Contra los granitos y no parpadear
Ver cómo las aves rapaces se comen Los peces pequeños y no despertar; Pensar que pudieran las frágiles barcas Hundirse en las aguas y no suspirar;
Ver que se adelanta, la garganta al aire, El hombre más bello; no desear amar... Perder la mirada, distraídamente, Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar; Y, figura erguida, entre cielo y playa, Sentirme el olvido perenne del mar. Alfonsina Storni Con esta son ya cuatro las cartas escritas contra el "Cáncer" en este blog. La vida continúa y el cáncer no descansa, por eso me acuerdo ahora de todos aquellos que tienen en su mano la lucha contra esta maldita enfermedad y los recursos en cuidados paliativos de tantas y tantas personas para que puedan marcharse con ausencia de dolor y en las mejores condiciones de vida y muerte posibles. Que no decida por nosotros nadie que gaste un solo €uro arrancado a los presupuestos que merece esta lucha en otras cuestiones infinitamente más banales.