imagen extraída de fondosnaturaleza.org
Hoy finaliza el mes de julio y para muchos, entre los que me incluyo, comienzan las ansiadas vacaciones. A los respetados lectores de Siempreenmedio les pido pues, que me permitan que estos días no quiera saber nada de las cifras del paro, de la prima de riesgo (que no acabo de entender bien lo que es, por mucho que nos la estén nombrando a diario), de los asesinos zumbados que acribillan a una multitud, del adelanto de las elecciones, de la guerra con Gadafi, de los continuos atentados en Iraq o Afganistán, del abuelo que mató al vecino porque le molestaba el ruido de su taca-taca y demás miserias mundanas.
Porque de vez en cuando todos necesitamos desconectar y tomarnos unos días para pasarlos “a la bartola”, patas arriba si hace falta, como comentaba el otro día el compañero Pablo Barber.
Leer un buen libro, escuchar un buen disco, ver una película, quedar con los amigos, pasear por la playa, comer en familia y jugar con los niños son cosas simples que, sin embargo, la mayoría de las veces vamos posponiendo con la excusa de que estamos demasiado ocupados. Y son esas “pequeñas cosas”, como diría Serrat, la verdadera esencia de la vida; por lo menos para mí.
Que triste escuchar estadísticas que dicen que tras las vacaciones es cuando más rupturas de pareja se producen porque la gente cae en la cuenta de que en realidad no se soporta cuando están demasiado tiempo juntos. O el machaqueo del “síndrome postvacacional”, dolencia de la que nuestros padres o abuelos nunca tuvieron noticia; precisamente porque tampoco supieron lo que era irse de vacaciones.
Así que dejemos aparcadas la preocupaciones durante unos días y tomemos conciencia de lo que de verdad importa. ¡Feliz verano!