Desconfiando en la India

No me había dado cuenta, en el primer mes en India me he intentado sumergir tanto con ellos (los indios), he vivido con ellos, adoptado sus costumbres (sólo un mes) que ya me estaba quemando. Para darme cuenta sólo he tenido que cruzarme con una panda de “westerners” y ha sido suficiente para salir de la burbuja.

Porque cuando uno vuelve de India sólo habla de lo majos que son los indios, de la pobreza, de los tópicos vamos. Pero el indio medio es muy pesado, son muy falsos, siempre quieren algo a cambio, a lo mejor no es dinero, pero siempre quieren algo.

Puede sonar fuerte, o despectivo pero no lo es, ellos mismos lo dicen, cuando ganan un poco de confianza te dicen “no confíes nunca en un indio” te lo repiten sin cesar, hablan mal unos de otros sin parar, siempre a las espaldas. Lo he visto ya en infinidad de ocasiones. Y me quema. Nunca sabes por deonde van a salir y el estar siempre con el chip puesto cansa, cansa no saber si te la van a meter doblada, cansa el no poder confiar hasta pasado mucho tiempo. Son buena gente, no tienen maldad pero cansa.

Al llegar al templo de Amritsar he coincidido con una gente increíble de Irlanda, Alemania, Japón , Corea, Estados Unidos, Canadá, en el dormitorio hemos discutido sobre india, cada cual con sus experiencias, y poco a poco nos íbamos liberando de todas nuestras experiencias e impresiones y ha ayudado de sobremanera a limpiarme (limpiarnos) y a poder continuar el viaje con energías renovadas. Pero desactivar el chip del timo, del “¿qué querrá este?” durante unos días a sido impagable.

Las culturas son muy distintas, la represión de las castas lo hace muy difícil aquí. Y lo entiendo. Pero nosotros también necesitamos juntarnos con los nuestros, compartir nuestra cultura para poder aprender de las otras.

Así que infinitas gracias a Daniel, Patrik, Mimi, Jinny, Ali, Fomeo y Niko, por tantas risas y la depuración que nos ha supuesto. A sido un inmenso placer.

Comiendo por la calle

Foto de portada: gregor_y