La religiosa ejemplar
Beatriz de Nazaret nació en el año 1200 en Tirlemont, en la diócesis de Lieja, Bélgica. Era la más pequeña de seis hermanos de una familia piadosa. Su padre, el beato Bartolomé, y su madre, Gertrudis, eran conocidos por su profunda fe y su enorme piedad. Su padre, al quedar viudo, fundaría varios monasterios que ocuparían sus propios hijos e hijas Beatriz tenía unos 7 años cuando murió su madre y su padre la confió a los cuidados de las beguinas de Léau. Poco tiempo después ingresaría como oblata en el monasterio de Florival. En estos centros religiosos, Beatriz demostró ser una alumna ejemplar al terminar los estudios del trívium (gramática, retórica y dialéctica) y quadrivium (música, aritmética, geografía y astronomía). Además de ser una niña seria y dedicada al estudio, en aquel tiempo ya empezó a infligir a su cuerpo duras penitencias y a sentir una profunda fe. Con 15 años decidió hacerse novicia. El jueves Santo de 1215 tomaba los hábitos. Un año después hizo su profesión y fue trasladada al convento de la Ramée donde aprendió el arte de la iluminación de manuscritos. En aquellos años Beatriz conoció a Ida de Nivelles, otra mística que sería su maestra y mentora. Tiempo después, en Val-des-Vierges, en Oplinter, donde vivía con su padre, su hermano, hermanas y otras monjas, hizo los votos solemnes. Tras vivir en varios cenobios, Beatriz se instalaría definitivamente en el convento de Nazaret del que sería priora de 1237 hasta su muerte el 29 de agosto de 1268. Siete maneras de amor Beatriz de Nazaret escribió un pequeño libro en neerlandés medio conocido como las Siete maneras de amor. Esta obra es un relato de la vida mística de Beatriz en el que la monja describe las siete maneras de amar a Dios santamente de una manera un tanto jerárquica para llegar a lo que ella denomina como “Amor sublime”. La primera manera se centra en el deseo de los hombres y mujeres de amar y seguir a Dios; la segunda describe la gratuidad de ese amor como un acto generoso; la tercera apunta a la pena y frustración por no poder dar más a Dios; la cuarta habla de la dulzura mientras que la quinta describe la satisfacción que supone el amor de Dios; la sexta manera describe cómo se llega a la cima de la vida espiritual para llegar a la séptima manera, que es la consecución de ese “Amor sublime”. Beatriz de Nazaret describió en su breve obra con gran sencillez y belleza sus experiencias místicas situándose a la altura de las grandes mujeres religiosas de la Edad Media.Si quieres leer sobre ella
Mujeres trovadoras de Dios, Georgette Épiney-Burgard y Émilie Zum BrunnSu obra
Los siete modos de amor, Beatriz de Nazaret