Texto: © Carlos Navarrete Navarro
Nace en Fuentevaqueros (Granada) en 1898. En 1919 se traslada a Madrid a la Residencia de estudiantes y mantiene estrecha relación con Juan Ramón Jiménez y con otros artistas de su época. Tras publicar sus primeros libros y estrenar alguna obra de teatro, le llega el éxito cuando edita en 1928 Romancero gitano. Pero su encasillamiento como escritor folclórico no satisface al poeta. Sufre entonces una crisis sentimental y marcha becado a Nueva York. Esta ciudad gigante, materialista y clasista, deja una profunda huella en él. Allí asiste a representaciones de teatro moderno que le convencen de la necesidad de renovar el teatro español. Marcha a Cuba y regresa a España, donde escribe dos obras de teatro: El público y Así que pasen cinco años, que dan un notable giro estético y personal a su obra, fruto de su estancia en la ciudad norteamericana. Durante la Segunda República Lorca toma parte activa en política dirigiendo el grupo teatral La Barraca. Representa Doña Rosita la soltera y es criticado por los conservadores. Durante la Guerra Civil apoya la causa republicana y termina la obra teatral La casa de Bernarda Alba. Se refugia en la casa de Luis Rosales, amigo y poeta y es fusilado poco tiempo después.
Escritor, músico, dibujante, actor…su propia vida era un acto de creación continua. Su obra muestra el júbilo y la alegría que le caracterizaban así como ese trasfondo de malestar y honda desazón que también le embargaban.
Lorca empieza a escribir en verso y en prosa desde muy joven. En esas obras líricas expresa un angustiado erotismo con el amor perdido y la felicidad imposible como ejemplos claros de tópicos literarios de tono romántico y modernista. Pero apuntan ya hacia una evolución estética con un tono más personal. Su primer libro de versos, muestra antológica de esta poesía primera, es Libro de poemas . En él muestra el desencanto, la desilusión, la frustración la muerte y la rebeldía como puntos centrales. Estilísticamente, están presentes en él la influencia modernista y la neopopularista, además de rasgos vanguardistas posmodernistas. Entre 1921 y 1924 compone Poema del cante jondo, Primeras canciones y Canciones, que publicará más tarde. Se ve clara en ellos su relación con la música debida sobre todo a la figura de Manuel de Falla, en una convivencia, muy de moda en su época, entre lo popular y lo vanguardista.
Entre 1924 y 1927 escribe Romancero gitano. En él se dan cita la tradición más culta, la audacia vanguardista y los ritmos y técnicas poéticas populares. Esconde tras ellos una visión del mundo y de la vida en clave mítica, mezclada con un destino trágico de corte clásico. Aquí no se desea la evasión o la añoranza de tiempos pasados, sino angustia ante una realidad hostil a la vida. Es una poesía cargada de símbolos, que tratan de interpretar una realidad nunca conocida enteramente: la luna, la sangre, el agua, el caballo…con diversos significados.
Los poemas que compuso durante su estancia en Estados Unidos los editó José Bergamín en 1940 bajo el título Poeta en Nueva York .En ellos se muestra una implacable denuncia a la sociedad capitalista, proyectando en ese ambiente obsesiones y conflictos personales. Encuentra en los débiles y los desposeídos el otro con el que identificarse. Este cambio de perspectiva le lleva a abandonar elementos característicos de su poesía anterior y en particular el mundo gitano. Se pasa del folclore al verso libre de corte
superrealista. La influencia del superrealismo se advierte también en la libertad expresiva, la desinhibición erótica, la utilización de imágenes y metáforas alucinantes y en el hermetismo y carencia de lógica de algunos versos
Durante los años 30, aunque su interés se centró en el teatro, siguió escribiendo poemas donde experimenta con nuevas formas. En Diván del Tamarit se inspira en la poesía árabe clásica,
En los Seis poemas galegos en la tradición de ese lugar, el soneto en Sonetos del amor oscuro, y en Llanto por Ignacio Sánchez Mejías trata de forma elegíaca la desolación del poeta por la muerte del torero amigo, combinando en él la tradición popular y la culta.
Lorca escribió obras de teatro desde su juventud hasta el final de su vida. En todas ellas intentó llevar a los textos sus anhelos de renovación del teatro español. Su obra inicial, El maleficio de la mariposa, sigue las pautas del teatro simbolista con un lenguaje emparentado con su poesía lírica. En Mariana Pineda ofrece una significación progresista frente a los intentos del drama histórico modernista. Al teatro de marionetas pertenecen Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita y el Retablillo de don Cristóbal. Son farsas para guiñol en la línea del teatro de marionetas valleinclanesco. Su lenguaje es marcadamente oral, creando una especie de libertad donde cabe esperar lo sorprendente. En sus farsas para personas, (La zapatera prodigiosa y don Perimplín ) aborda el viejo tema literario del viejo y la niña, presentándose en primer plano la obsesiva vinculación lorquiana de eros y muerte.
Durante los años 30 el teatro de Lorca le conduce por dos caminos distintos: el teatro vanguardista cercano al Superrealismo y el teatro de moldes dramáticos. En el teatro vanguardista se incluyen El público, Así que pasen cinco años y Comedia sin título. La primera obra trata el amor homosexual y el cambio del teatro convencional por otro más auténtico. La segunda reitera temas lorquianos con estética superrealista y la tercera, plantea la necesidad de un teatro revolucionario, que a su vez conlleve una revolución individual y social. También en los años 30, escribe obras teatrales que sí alcanzan éxito comercial: Bodas de sangre, Yerma, Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores y La casa de Bernarda Alba. Todas ellas tienen en común el protagonismo de mujeres marginadas. En ellas aprovecha el modelo de teatro rural de Marquina y de Benavente pero desdibujando los perfiles del espacio y del tiempo dramáticos y con un diferente diseño de los personajes. Lorca se integra con estas obras dentro de la literatura republicana comprometida.
Bodas de sangre y Yerma son dos tragedias de estilo clásico donde se mezclan la prosa y el verso, utiliza coros como en las tragedias griegas y maneja elementos alegóricos y simbólicos que le dan cierta trascendencia mística. Ambas muestran temas muy lorquianos: la muerte, la opresión de la mujer, el amor, la violencia…Doña Rosita la soltera es un drama urbano en prosa y verso, que trata el ahogo del amor en una sociedad burguesa. En La casa de Bernarda Alba, Lorca prescinde del verso, mezclando el realismo argumentativo y la presencia de elementos simbólicos tratando los temas de la libertad frente a la autoridad, las pasiones eróticas y los instintos enfrentados a las normas sociales. Pero es sobre todo una reflexión sobre el poder. No se trata de una obra de populismo fácil precisamente. Su lenguaje está en registro coloquial con numerosas
frases exclamativas e interrogativas mezclado con partes más literarias ricas en hipérboles, metáforas y paralelismos. Se intercalan en la escena coros inspirados en las tragedias griegas, canciones populares, como en el teatro de Lope de Vega y el carácter simbólico de los nombres, vestuario y los distintos elementos escénicos.