Revista Psicología
Había una vez un pequeño duende que vivía en un largo y untuoso bosque.
Muchas de las mañanas que caminaba despacio por el pasillo de flores, escuchaba voces venidas de otro mundo.
Aquellas voces parecían decirle que él no existía... que era una simple ilusión de una mente imaginativa y extravagante.
Un susurro apartado le hizo convencerse de que su mundo no era real.
- Nada importa. No importo nada de nada... si yo pudiera ser un duende mágico...
Sus deseos no se hicieron esperar. En unas pocas horas, el pequeño pero no por ello insignificante duende, se adentró en una vida distinta para él. Sus congéneres lo trataban como si fuera un ser importante. Todos y todas le animaban a estar fuerte para afrontar sus extensas tareas.
Duende no podía ser más feliz.
Su fuerza parecía provenir de aquellos que lo alababan. Eso por lo menos pensó él. Y solo por eso, ese día, el duende se sentía mágico y especial.
Pero aquel deseo terminó y el duende se volvió pequeño y dejo de creer en sí mismo de nuevo... no sabía que todas las fuerzas del mundo se encontraban en esos pequeños piececitos, manos y cabeza con los que estaba tan acostumbrado a vivir...
Y el duende, que no pensaba que era un ser importante, decidió que no merecía nada de lo que le había pasado y convencido de ello, caminó por las flores de su casa con muchas ganas de esconderse debajo de las hojas.
Sin embargo y de pronto como si un halo mágico quedará todavía en su cuerpo, el pequeño duende tuvo un pensamiento.
- Mi deseo se hizo realidad... - exclamó entretenido - quizás no sea tan insignificante como pienso. Lo que imagino se convierte en una realidad que yo pueda crear...
Con aquel pensamiento, el pequeño pero no por eso insignificante ser, sonrió entretenido y supo que a partir de entonces siempre conocería su fuerza y su poder interior.
Y tú... ¿ te sientes fuerte por dentro o crees que todo depende de lo que hay fuera? Haz como el pequeño duende y comienza a creer en ti mismo... descubre tu fuerza.