Bueno, por fin llegó la entrada que más quería hacer, pero claro, reconozco que cada vez que la empiezo siempre me acaba entrando el miedo a no poder transmitir con palabras lo impresionante que me resultó este lugar. Y es que el Parque Nacional de Corcovado daría para escribir un montón de entradas de blog, aunque ni con ellas podría explicarse lo increíblemente maravillosos que fueron mis días de estancia allí.
Reconozco que al principio mientras preparábamos el viaje a Costa Rica en grupo, como solemos hacer siempre, yo no tenía ni idea de que era este lugar y porque era tan increíble y merecía la pena desplazarse hasta allí con lo lejos que estaba, lo inaccesible que era y lo caro que resultaba. Luego una vez que estuve allí lo comprendí y ahora, varios años después de ese viaje, todavía sigo diciendo que Corcovado es el lugar más bonito donde he estado nunca, al que volvería sin dudarlo y donde me perdería para no ser encontrada.
Empezaré explicando algo de Corcovado, para que lo situéis en el mapa:
Nosotros nos alojamos en el hotel Casa Corcovado, al que accedimos de una forma impresionante y la mejor para descubrir este parque natural. En el pequeño aeropuerto nos recogieron y nos trasladaron a un barco que recorría los humedales y manglares hasta salir al mar, donde se bordeaba la costa hasta llegar a nuestro hotel. Por el camino te hacían un safari en barco viendo la fauna de la zona, aunque para que nos vamos a engañar, cuando llevas ya varios cocodrilos estos dejan de parecerte impresionantes y ya no les sacas cientos de fotos cual japonés, sino a lo mejor una o dos si coges y le pillas en ese momento abriendo la boca.
Una vez dentro y mientras preparan el bungaló, te llevan a una cabaña cuyo techo está lleno de murciélagos, donde te sirven un coctel y te explican cómo funciona la ecológica vida en la reserva. No tienes un menú de comida que elegir, comes lo que te ponen y listo. Tampoco puedes andar solo por el hotel de noche y la piscina se cierra al anochecer porque suelen ir animales a beber. El bungaló es una preciosa casa, donde por desgracia no hay cristales sino que las ventanas se cubren con láminas de madera para así no dañar a la fauna… Esa que al despertar por la mañana te hace encontrarte la cama rodeada de varios grillos. En ese momento das gracias por la mosquitera que te envolvía y ya no te parece tan horrible el calor húmedo que has pasado por la noche a cambio de no encontrarte esos bichitos dentro de tu cama al despertar.
La naturaleza es tan salvaje que mi primera ducha la tuve que compartir con una enorme araña que me hizo salir corriendo por el bungaló pegando gritos. Claro que al final te acabas acostumbrando y te das cuenta que eres tu el que estás ahí molestando, que los bichos estaban antes y que esa es su casa no la tuya. Aún así el hotel no podría ser más increíble y de ensueño. Cada día de estancia allí te ofrecen un plan distinto: Snorkeling en Isla del Caño, Paseo en barco entre delfines y ballenas, visita al Parque Natural de Corcovado donde haces una ruta a pie entre animales salvajes y árboles milenarios, incluyendo una cascada donde bañarte. Todo eso se completa con el mejor momento del día, el momento de la puesta de sol sobre el acantilado, en el Bar Margaritas porque el producto estrella que te preparan es un Cóctel Margarita para que lo tomes mientras ves el sol ponerse sobre el mar y a las ballenas pasar.
Puede que las noches sean agotadoras entre el calor y los constantes ruidos de la selva, pero al tercer día ya te acostumbras y ni los grillos te molestan, ni las enormes mariposas ni tampoco los chillones monos que se pegan sobre los árboles al lado de tu bungaló. Ya nada de eso importa porque te sientes en una paz que nunca soñaste sentir. Porque te sientes parte de algo, es como viajar en el tiempo… Y entonces ya la experiencia final es mirar al cielo… Porque cuando lo haces y ves todas esas enormes y brillantes estrellas “tan cerca” te das cuenta de que nunca podrás olvidar ese lugar y que de ahora en adelante cuando piensen en el lugar más maravilloso de la Tierra, pensarás en tus días en Corcovado y sabrás que algún día volverás, porque una sola vez no es suficiente en la vida para disfrutar de este lugar.
Paula.