DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA DEL PERÚ
La conquista del Perú es consecuencia de un largo proceso de descubrimiento, favorecido por la utilización de nueva tecnología y motivado por la búsqueda de nuevas rutas para el comercio directo con las indias orientales. Desde la caída de Constantinopla, en 1453, en manos de los turcos otomanos, los europeos ya no pudieron utilizar la ruta habitual para comerciar con el oriente. Tanto el reino español como el portugués iniciaron sus viajes exploratorios casi un siglo antes de que Cristóbal Colón descubriera el nuevo mundo en 1492. Los castellanos, después de mucho batallar, lograron conquistar el archipiélago de las Islas Canarias en 1502. La conquista de estas islas y el contacto que los españoles tuvieron con su población autóctona fue un ensayo de lo que sería luego la conquista del nuevo mundo. Incluso se pueden establecer ciertas similitudes: en la conquista de las Islas Canarias hubo un conflicto entre los países ibéricos que fue regulado por el Tratado de Alcóçovas en 1479, (en el caso del nuevo mundo por el Tratado de Tordesillas en 1494) y hubo asimismo un conflicto público y privado en cuanto a explotación y colonización se refiere. Al igual que con América, hubo una resistencia autóctona que fue aplacada rápidamente. Finalmente podemos apreciar como el ingreso del pueblo canario llegó a poblar el imaginario colectivo de los exploradores, cuando el mismo Colón utilizó la referencia mental, que el contacto con los canarios le había proporcionado, para describir a los habitantes de las indias occidentales: "d'ellos se pintan de prieto y ellos son de la color de los canarios".
Tras esta primera conquista los castellanos se volcaron a terminar con las campañas de Reconquista durante todo el siglo XV. La cruzada española buscó desterrar a los infieles moros de tierras ibéricas y ello fue otro de los ingredientes del que se nutrieron los conquistadores que llegaron al nuevo mundo en 1492. No es casualidad que Colón haya descubierto las indias occidentales el mismo año en que Granada, último bastión nazarí, fue recuperada por los reinos de Castilla y Aragón.
Los portugueses tomaron Ceuta en 1415 y para 1434 lograron sobrepasar el cabo Bojador en la costa africana, limite para los viajes al Atlántico. Sin embargo, no será sino hasta la década de 1440, que lograrán hacer viajes mar adentro gracias al perfeccionamiento de la carabela. Sin duda la carabela fue uno de los grandes descubrimientos tecnológicos, pues posibilitó ampliar los horizontes en la exploración atlántica. Los portugueses lograron circundar África en su búsqueda de una ruta comercial con la India y el mercado de las especias. En 1488 llegaron al cabo de Buena Esperanza, punto africano más austral, y lograron llegar al ansiado mercado oriental. Cabe anotar que desde 1475 los portugueses ya utilizaban la ruta "Volta de Mina", que consistía en el aprovechamiento de los vientos que permitían un tránsito más rápido entre las costas africanas y el reino de Portugal. Estos vientos muchas veces tocan las costas del Brasil, por lo que se cree que en algún momento las precarias embarcaciones portuguesas llegaron a tocar el continente americano muchos años antes que Colón, quien se cree habría tenido información sobre tales hechos.
Cristóbal Colón descubrió el nuevo mundo el 12 de octubre de 1492 y le proporcionó al reino español una nueva fuente de riqueza. La alianza entre Colón y la corona castellana no fue tampoco casual. El navegante encontró en la corte de Castilla la mejor opción para el financiamiento de su expedición. El momento era propicio ya que habiendo culminado la reconquista, España, buscaba ampliar no sólo sus territorios si no también su comercio, más allá del océano. Por otra parte, a Colón, lo favorecían sus relaciones dentro de la corte, así como también el hecho de que comerciantes y banqueros genoveses, que ya habían financiado la conquista de Canarias y con gran influencia en la corte castellana, estuvieran interesados en la expedición que él proponía.
La conquista del Perú, por lo tanto, está inscrita en un largo devenir histórico provocado y motivado por distintos factores y actores. Los avances tecnológicos en navegación posibilitaron descubrimientos geográficos que hicieron posible la concepción del proyecto de Colón. La situación política europea, concretamente las consecuencias de sus conflictos con los turcos, acrecentaron la importancia y la motivación hacia la exploración de nuevas rutas comerciales. Los acontecimientos históricos en la península ibérica dieron a la corona castellana experiencias previas y un nuevo impulso, que hicieron de ella el socio ideal para el proyecto de Colón. Finalmente la personalidad de Colón permitió que todos estos elementos se conjugaran para hacer posible la expedición. La complejidad de los factores antes mencionados; sobre todo los que conciernen a la nueva situación de España, serán fundamentales en el modo en el que se manejará el inesperado descubrimiento del nuevo continente y de las sociedades que ahí existían.
La empresa de Francisco Pizarro y Diego de AlmagroNoticias del PerúCuando aparecen en España las primeras noticias sobre el Perú, la sociedad hispana ya había asimilado en su imaginario la idea de que la recién descubierta América albergaba reinos inmensos, ricos en metales preciosos; que esperaban a ser descubiertos y conquistados. La hazaña de Hernán Cortés al conquistar el imperio Azteca no hizo sino confirmar esta idea.
La llegada de las noticias del Perú a oídos de los españoles está relacionada con los progresivos descubrimientos geográficos que la colonización de América supuso. Así, el Tahuantinsuyo hizo su aparición en el imaginario español a partir del descubrimiento de la Mar del Sur (hoy océano Pacífico). La tradición indica que fue Panquiaco, hijo del cacique Comagre, quien habló por primera vez de Birú, un reino que describió como grande y rico; lo que despertó el interés de los españoles por las tierras al sur de Panamá. El viaje de Pascual de Andagoya, así como similares expediciones que se realizaron hacia el sur de la costa del Pacífico, alimentaron este interés al recoger más referencias sobre este mítico reino.
Los viajes de Pizarro
En la ciudad de Panamá, haciendo oído a las noticias que circulaban sobre la existencia del fabuloso Birú, tres personas se asociaron con el fin de descubrir y conquistar dicho reino. Francisco Pizarro encabezaba dicha sociedad. Era Pizarro natural de Trujillo de Extremadura, llevaba varios años viviendo en América; y había formado parte de varias expediciones por Centroamérica y el Caribe, incluyendo el viaje de exploración en el que Vasco Núñez de Balboa descubrió la Mar del Sur.
Diego de Almagro, natural de Almagro y de condición social equiparable a la de Pizarro, entró en la sociedad como encargado del aprovisionamiento para las expediciones de descubrimiento y conquista. Finalmente Hernando de Luque, sacerdote y capellán de otras expediciones realizadas con anterioridad, debía encargarse de la financiación, aunque al final fue el licenciado Gaspar de Espinosa quien corrió con la mayor parte de la inversión.
A pesar de que nunca se ha encontrado un documento que lo pruebe, se entiende que hubo un acuerdo (probablemente de palabra) entre estos tres socios. En él se habrían sentado los términos de la empresa de conquista, en los que se compartía la inversión, el riesgo y las ganancias de la empresa (dichas ganancias se cuantificaban, como es evidente, descontando lo necesario para reponer los aportes de otros inversionistas y hacer los pagos pertinentes a los funcionarios reales)
El 13 de setiembre de 1524 partió de Panamá el primer viaje de esta empresa de conquista. El mismo gobernador de Panamá, Pedro Arias Dávila, autorizó la expedición. La ruta trazada por los expedicionarios siguió, hacia el sur, la costa del Pacífico de las actuales Panamá y Colombia. La travesía fue dura y probablemente desalentadora en muchos momentos. En todo caso, tenemos diferentes razones para creerlo. Por un lado, el hecho de que la expedición regresara a Panamá sin traspasar los límites de la actual Colombia, nos habla de la falta de incentivos y de recursos encontrados para continuar el viaje. Asimismo los estragos que los enfrentamientos con los nativos ocasionaron en la hueste conquistadora están tristemente ilustrados en la figura del mismo Diego de Almagro, quien regresó de esta primera expedición sin un ojo. Finalmente los sugerentes nombres con que los miembros de la expedición fueron bautizando los lugares en los que hacían tierra, nos hablan de su desaliento y de las penurias que enfrentaron en el viaje (Puerto Deseado, Puerto Quemado y Puerto del Hambre, son claros ejemplos de ello). El caso es que una vez alcanzada la desembocadura del río San Juan se puso fin al primer viaje y se inició el retorno a Panamá.
En 1526 partió el segundo viaje. En el mes de Agosto de dicho año se alcanzó nuevamente el río San Juan y esta vez la expedición continuó su camino hacia el sur. Sin embargo el viaje se hacía cada vez más penoso sin que se encontrara recompensas que justificara los sacrificios. En medio de estas desalentadoras circunstancias, el piloto Bartolomé Ruiz descubrió una balsa de nativos cuando realizaba una misión de reconocimiento. La captura de la balsa trajo como botín una inmensa cantidad de textiles, así como grandes cantidades de objetos de cerámica y de las tan ambicionadas piezas de metal. Asimismo fueron capturados tres de los pasajeros de la balsa, quienes posteriormente fueron llevados a España, y más adelante servirían de intérpretes en la conquista del Tahuantinsuyo.
Una vez alcanzada la isla del Gallo, Diego de Almagro fue comisionado a Panamá con el fin de traer refuerzos y provisiones para la expedición. Sin embargo hombres y recursos no fue lo único que llegaría de Panamá. El capitán Juan Tafur, será enviado por el gobernador de Panamá a la isla del Gallo con el fin de llevar de regreso a los expedicionarios a. Se dice que uno de los hombres de la expedición que legó con Pizarro a la isla del Gallo, envió un mensaje oculto al gobernador de Panamá en el que decía:
¡Ah señor gobernador! Miradlo bien por entero allá va el recogedor y acá queda el carnicero
Así, ante esta revelación, Pedro de los Ríos (sucesor de Pedro Arias Dávila como gobernador de Panamá), habría enviado en respuesta a Tafur. Es en estas circunstancias en las que supuestamente habría ocurrido el famoso suceso de la isla del Gallo, en el que, se dice que Francisco Pizarro trazó una línea en la arena, ofreciendo así a sus hombres la elección entre volverse ricos si cruzaban la línea en dirección al Perú, o regresar a Panamá, seguros, pero pobres. La tradición nos dice que sólo 13 hombres decidieron cruzar la línea y continuar con la empresa; los demás retornaron a Panamá. Pizarro y los 13 del Gallo, se trasladaron la Isla Gorgona a esperar las provisiones y los refuerzos.. Estos llegaron finalmente, con Bartolomé Ruiz, en 1528. Aunque venía también una nueva orden del gobernador panameño conminándolos a que regresen a dicha ciudad, los expedicionarios optaron por continuar un poco más su exploración. De esta manera alcanzaron finalmente la costa del actual territorio peruano al llegar por primera vez a Tumbes. Pedro de Candia, artillero y miembro del grupo de los trece del Gallo fue quien llegó y visitó Tumbes. La descripción que hizo de este poblado y de sus riquezas, incitaron el avance hacia el sur, hasta la desembocadura del río Santa. Luego de este reconocimiento, y ante los anhelados indicios de riquezas recién descubiertos, la expedición decidió regresar a Panamá para preparar el viaje definitivo de conquista.
La Capitulación de Toledo
Antes de emprender el viaje de conquista definitivo, la sociedad de la conquista decidió que lo más conveniente era conseguir una autorización directa de la corona española. Las anteriores intromisiones del gobernador panameño, los habían puesto sobre aviso del peligro que dicha figura de autoridad podía significar para sus planes. Así. Se comisionó a Francisco Pizarro para que hiciera un viaje a España, con el fin de solicitar ante la corte la autorización para la empresa de conquista, presentando asimismo pruebas de lo que hasta ese momento se había encontrado. Es por este motivo que se lleva también a España a los indios de la balsa capturada por Bartolomé Ruiz. Sin embargo, Pizarro no logra entrevistarse nunca con Carlos V. Los continuos viajes del monarca no permiten que esta entrevista se lleve a cabo. De esta manera, será la emperatriz Isabel de Portugal quien firme en representación de la Corona Española el acuerdo que Francisco Pizarro logró gestionar en la ciudad de Toledo a través del Consejo de Indias. Este acuerdo otorgaba a Pizarro la anhelada autorización de conquistar a nombre de la Corona castellana las tierras de la denominada Nueva Castilla, bajo la condición obligatoria de evangelizar a los nativos que habitaran dichas tierras conquistadas. Pizarro recibía los títulos de adelantado, gobernador y alguacil mayor. Las atribuciones de los demás socios también estuvieron estipuladas en este documento. Así, mientras Diego de Almagro sólo recibió el título de hidalgo y gobernador de la ya descubierta Tumbes; Hernando de Luque era designado obispo de ese mismo lugar (en el que hasta ese momento sólo se había levantado una fortaleza). Por otra parte se reconocía a los trece del Gallo con el título de hidalgos; y para los que ya ostentaban dicho nombramiento se concedió el título de Caballeros de la Espuela Dorada. Se estipulaba, asimismo que el reclutamiento de hombres y el aprovisionamiento de todo lo necesario para la empresa corría a cuenta de los expedicionarios. Los beneficios, por su parte, serían divididos entre los miembros de la empresa, descontando la quinta parte de todo lo encontrado (correspondiente al Quinto Real) que pertenecía a la Corona.
La capitulación de Toledo, nombre con el que se conoce a este acuerdo, se firmó el 26 de Junio de 1529.
LLEGADA Y CONQUISTA DEL PERÚ Factores que contribuyeron a la ConquistaSuperioridad tecnológica
Hubo diversos recursos que marcaron la superioridad tecnológica de los conquistadores españoles sobre la resistencia inca. Las armas son los artefactos en los que más evidente es esta diferencia tecnológica. La ventaja que otorgaban las armas de fuego a los españoles; frente a los arcos y flechas, las macanas, las lanzas y las cachiporras de los incas; fue considerable.
Sin embargo los animales fueron también herramientas fundamentales como elementos de intimidación utilizados por los españoles contra los incas. En este sentido los caballos fueron determinantes, no sólo como herramienta de intimidación, si no también como medio que facilitó y dinamizó la movilización de los conquistadores. Los perros de los conquistadores causaron, asimismo, pavor entre los indígenas por su ferocidad que, habiendo sido exacerbada para la guerra de reconquista española, se utilizó también como arma en la conquista de América.
Enfermedades y epidemias
Las epidemias y enfermedades que llegaron a América con los conquistadores europeos debilitaron y diezmaron la población nativa de todo el continente. Sin embargo el caso del Perú fue particular. Enfermedades como la viruela y la influenza llegaron antes que los conquistadores a los territorios del Tahuantinsuyo. Por esta razón, cuando los primeros españoles llegaron a Tumbes, las enfermedades y epidemias ya tenían varios años ocasionando muertes y debilitando la salud de la población del imperio. Incluso se cree que el Inca Huayna Cápac y el Auqui elegido para su sucesión perecieron víctimas de la viruela, casi 10 años antes que la expedición de Pizarro llegara a la zona de Tumbes.
Dichas enfermedades, sin embargo, no atacaron a toda la población del imperio por igual. El clima determinó cuáles poblaciones serían las más afectadas, y cuáles las más protegidas. Los poblados de la costa norte y central, de clima cálido, fueron los más vulnerables a la propagación de enfermedades y epidemias. Por otra parte, el frío y la altura de los andes protegieron a los pobladores de la sierra, con excepción de los que habitaban los valles del centro y del sur (el valle del Mantaro y el de Urubamba), cuyo clima excepcionalmente templado y cálido favoreció la propagación de las ya mencionadas enfermedades.
En todo caso, es evidente que la propagación de enfermedades contribuyó de manera determinante al éxito de la conquista al haber debilitado y aniquilado a gran parte de la población del Tahuantinsuyo.Pugnas dentro del Tahuantinsuyo
La llegada de los españoles al Tahuantinsuyo coincidió con la lucha interna que Huascar y Atahualpa, ambos hijos de Huayna Capac, sostenían por el control del imperio incaico. Esta lucha que por mucho tiempo fue descrita como una guerra fratricida que demostraba la decadencia del imperio, al parecer no fue sino la repetición de las guerras rituales tras la muerte de un inca. La sucesión no existía dentro del Tahuantinsuyo, la elección del Inca se realizaba entre los jóvenes más aptos y que mejores condiciones reunían para el mando.
Una vez elegido a los posibles candidatos, debían ellos contar con el apoyo de las panacas cuzqueñas, es decir los grupos familiares descendientes de los antiguos incas. Estas panacas se encontraban divididas en Hanan y Hurin, las dos parcialidades en que estaba dividida la organización andina y a la que pertenecían las dinastías incaicas. Esta dualidad organizaba la vida en los Andes, lo Hanan tenía ascendencia sobre lo Hurin; en el caso de esta guerra ritual, durante su desarrollo el representante del bando Hanan era identificado y se le apoyaba pues debía ganar para mantener el orden natural de las cosas.
En el caso de la guerra entre Huascar y Atahualpa se puede observar dicho patrón. Tras un rito de iniciación, Atahualpa se le identifica como el inca Hanan y a partir de ese momento las crónicas solo hablan de las batallas ganadas por dicho inca. Huascar está destinado a perder y a ceder a favor del inca de Tumipampa.
Si bien es cierto que para la fecha en que llegan los españoles el Tahuantinsuyo tuvo su mayor expansión, no se puede negar que en sus fronteras existía poca población como para mantener los vínculos de reciprocidad y redistribución que eran los pilares en la economía y organización social incaica. En este sentido es posible afirmar que por el año de 1532 hubo cierta descomposición en la estructura organizacional, pero ello no es fruto de las guerras entre Huascar y Atahualpa. Estas batallas eran parte de un rito cíclico que se realizaba a la muerte de cada inca. El rito coincidió con la llegada de los peninsulares, quienes se valieron de dicho enfrentamiento para tomar control sobre el Tahuantinsuyo.
Llegada y conquista del PerúPreparativos y acontecimientos en Cajamarca
En el año de 1530, una vez reclutados los 180 hombres que conformaron la expedición, se inició en tercer y definitivo viaje de la empresa conquistadora del Perú. Desde el extremo sur de la actual Colombia, se inició el avance por tierra hasta Coaque. En este emplazamiento permanecieron por varios meses. La estancia en dichas tierras fue todo menos tranquila y reparadora para los expedicionarios. El clima los castigó duramente, los nativos no cesaron de hacer notar su descontento ante la presencia de los forasteros; y la verruga atacó a las huestes conquistadoras con inclemencia.
Mas adelante lograron avanzar hasta Guayaquil, y casi un mes antes de finalizar el año de 1531 hicieron una nueva parada, esta vez en la isla de Puná. El curaca de dicha isla, pronto se arrepentiría de la invitación que voluntariamente hizo a los expedicionarios. Tal vez fue la escasa comprensión que los españoles tenían de los criterios de redistribución y reciprocidad que regían las relaciones sociales andinas; lo que terminó por exterminar la buena voluntad y el buen clima con los que los nativos de dicha isla recibieron a los españoles. El caso es que los conquistadores dejaron la isla tras graves enfrentamientos.
Al llegar a Tumbes se encontraron con que el poblado había sido arrasado. Gracias a los intérpretes que habían capturado en su segundo viaje; y a los que habían logrado enseñar el castellano de alguna manera; Pizarro y sus hombres se enteraron de la guerra que estaba librándose entre Huáscar y Atahualpa por la sucesión al poder en el Tahunatinsuyo. Asimismo supieron que el poblado de Tumbes apoyaba a Huascar; y que esa había sido la razón de su destrucción en manos de las fuerzas del ya inca Atahualpa.
Ante estas noticias se tomaron distintas decisiones. Por un lado fue el fin de la expedición para los que no estuvieron dispuestos a enfrentarse a los riesgos que implicaba el continuar con la aventura. En este sentido, el 15 de agosto de1532 se funda la ciudad de San Miguel de Tagarará, donde se quedaron, en calidad de vecinos, los españoles que no quisieron continuar. Pizarro y la gran mayoría de sus hombres (165) continuaron, sin embargo, la expedición con rumbo a Cajamarca, donde se decía se encontraba el inca Atahualpa.
El 15 de noviembre de 1532 las huestes conquistadoras alcanzaron dicho emplazamiento luego de atravesar la Cordillera de los Andes. Sin embargo el inca no se encontraba en la ciudad. Pizarro envió a un grupo de jinetes a la cercana Pultumarca donde Atahualpa y su ejercito habían acampado. Durante dicha entrevista el nuevo inca exigió a los españoles que respondieran y rindieran cuentas por todo lo que habían tomado del Tahuantinsuyo desde que habían puesto pie en dicho territorio; y además accedió a entrevistarse con ellos en la ciudad de Cajamarca al día siguiente.Captura del Inca
Al aceptar Atahualpa la entrevista en Cajamarca, Pizarro y sus expedicionarios planearon una emboscada en la plaza central de la ciudad. Las huestes conquistadoras permanecieron toda la noche en guardia, apertrechada en los edificios que colindaban con la plaza. Sin embargo, el amanecer dio paso a la mañana y el inca ni si quiera emprendía el viaje desde el campamento hacia la cercana ciudad donde se realizaría la reunión. Finalmente Atahualpa llegó a la ciudad de Cajamarca, transportado en su litera y acompañado de una inmensa corte.
A pesar de que el inca era consciente de que lo esperaba una emboscada, tenía la seguridad de que la pequeña hueste española no sería un enemigo difícil de vencer. Tal sería sus confianza que sus soldados ni si quiera ingresaron armados a la plaza de la ciudad. A su encuentro salió Fray Vicente de Valverde. Haciendo uso de los servicios de sus inadecuados intérpretes (cuya lengua nativa era distinta del quechua y del castellano, por lo que tenía un pésimo manejo de ambas) el sacerdote intentó presentar al inca el requerimiento de someterse al emperador Carlos V y abrazar la religión católica. Incluso si se hubiera podido superar la barrera del idioma, resultaba más que imposible que Atahualpa o cualquier hombre andino, comprendiera lo que implicaba la figura del requerimiento. Este concepto lleno de sentido y de significado en la Europa de la época, no tenía parangón en la sociedad inca.
Este abismo cultural habría desencadenado el principio del ataque. Se dice que el clérigo entregó a Atahualpa una Biblia. Este acto representaba de manera simbólica la entrega de la revelación cristiana. Atahualapa, ante la imposibilidad de comunicarse, y careciendo totalmente de una noción de escritura que le permitiera sospechar qué era lo que tenía en las manos; arrojó el libro y exigió airadamente que los españoles devolvieran todo lo que habían ido tomando a su paso por el Tahuantinsuyo.
Fray Valverde, que tampoco comprendía ni la lengua, ni los códigos andinos; consideró la reacción de Atahualpa como un abierto sacrilegio. El clérigo huyó ofendido y dio el llamado de ataque a los soldados que esperaban la señal del sacerdote.
Los españoles iniciaron el ataque al grito de Santiago. Las espadas, los caballos y las pocas armas de fuego con las que atacaron al ejército inca fueron suficientes para apabullar al adversario. Al terminar la batalla miles de indios habían perecido, mientras que la mayoría huyó de la plaza, ocasionando en su huída, la única baja del ejército español: un esclavo negro que murió arrollado por la multitud. Ante el abandono de su ejército, Atahualpa fue derribado de su litera por el mismo Pizarro, que junto con otros soldados, tomó al inca prisionero.
Al enterarse de la caída del inca, muchos de los seguidores del recién derrotado Huáscar se acercaron a Cajamarca para ofrecer sus servicios a los conquistadores. Atahualpa, buscando la manera de ganarse la amistad de sus captores, y habiendo descubierto cuánto ambicionaban estos el oro y la plata; ofreció a los españoles llenar un cuarto dos veces de plata y una de oro. Los españoles nuevamente tergiversaron la intención del inca, entendiendo el ofrecimiento como un rescate.
Los españoles accedieron al ofrecimiento y vieron finalmente aparecer el tan anhelado botín, que era traído a Cajamarca desde cada punto del imperio. Los propios españoles comenzaron a formar parte de las comitivas que traían los objetos de metal, y muchos volvieron de Pachacámac y del Cuzco con verdaderos tesoros. Sin embargo a pesar de que Pizarro reconoció al mismo Atahualpa que la promesa estaba cumplida no lo liberó. Por un lado se sentía más fuerte al haber llegado Diego de Almagro con los esperados refuerzos. Asimismo los constantes e inquietantes rumores de que grandes ejércitos incaicos se aproximaban con la misión de liberar a Atahualpa; habían calado y puesto en alerta a Pizarro. De esta manera, los españoles recibieron el prometido tesoro, pero no cumplieron con liberar al inca por motivos de seguridad. El rescate, como lo entendieron los españoles, ascendió a 971,125 pesos de oro y 40,860.3 marcos de plata (sin contar el quinto real) y se reconoce como el rescate más alto pagado en la historia de la humanidad.
Finalmente, al intensificarse los rumores de los ejércitos liberadores que venían en pos del inca, se hizo evidente que conservar a Atahualpa era tan peligroso como liberarlo. La ejecución de Atahualpa fue la mejor solución que algunos conquistadores encontraron para esta encrucijada; y el supuesto acecho de los ejércitos incaicos terminó por convencer al resto de españoles. El inca Atahualpa fue ejecutado el 26 de julio de 1533.
Resulta paradójico que luego de morir Atahualpa se haya descubierto que la amenaza de los ejércitos de liberación del inca era infundada. Una vez muerto el inca los españoles continuaron su expedición de conquista hacia el Cuzco, el corazón del imperio.
DESESTRUCTURACION DEL TAHUANTINSUYO
El investigador francés Nathan Wachtell en su famoso libro La visión de los vencidos acuñó el termino desestructuración para referirse a la forma como es que los hombres andinos asimilaron el traumatismo de la conquista. Este traumatismo según dicho autor no duró solo el tiempo en que los españoles llegaron y se asentaron en el Perú, sino que esta desestructuración continuó por muchos años más.
Al igual que en muchas partes de América, la presencia de los españoles en el Tahuantinsuyo supuso un cambio drástico en las costumbres y actividades de los indígenas. No solo tuvieron que asimilar una cultura completamente diferente a la suya, sino que estas poblaciones sufrieron un impacto sociocultural que transformó para siempre su forma de percibir el mundo.
Lo ocurrido en el Tahuantinsuyo ya había ocurrido años atrás en las islas caribeñas y México. En primer lugar hubo una explotación generalizada de la mano de obra a través del sistema de encomiendas, pues se obligaba a trabajar en la explotación y búsqueda del oro, tal como sucedió con los indios taínos del caribe. El trabajo excesivo, la desestructuración social (causada por la sistemática práctica de desmembrar grupos familiares dispersándolos por diversas partes del territorio) y las nuevas enfermedades traídas al nuevo continente, fueron las principales causas del abrupto descenso demográfico en las poblaciones que iban desde México por el norte hasta el Perú por el sur. La población aborigen en ciertas partes del continente desapareció casi por completo (sobretodo en el Caribe) teniendo que recurrir a la importación de esclavos negros de las costas africanas.
Las enfermedades llegaron al Tahuantinsuyo mucho antes que los conquistadores, inclusive el cronista indígena Juan de Santa Cruz Pachacuti en su "Relación de Antiguedades de este Reino del Perú", indica que Huayna Capac murió de sarampión. La mortalidad fue alta especialmente en el litoral, precisamente la zona con mayor presencia española. Sarampión viruela y disentería fueron las enfermedades que mayor estrago causaron entre la población nativa arrasando prácticamente con casi todos los poblados entre los 0 y 1,000 metrossobre el nivel del mar. La resistencia indígena fue otra de las principales causas de mortandad en los primeros años de presencia española en el Perú. Desde 1532 hubo una constante lucha entre españoles e indígenas. Las batallas entre uno y otro bando desestructuraron la economía indígena pues muchas veces eran levados pueblos enteros como apoyo en la guerra, dejando sin hombres que cultiven o cosechen los campos agrícolas; siendo ello también causa del declive demográfico. Estas luchas terminarán 40 años después, tras el ajusticiamiento de Tupac Amaru I en 1572 por orden del virrey Francisco de Toledo.
En el aspecto cultural las consecuencias tuvieron profundas consecuencias. Los españoles implantaron su cultura y en particular la religión católica pues esta era la principal justificación de la conquista. Las campañas de evangelización apuntaron a destruir el imaginario indígena y a convertir a la religión cristiana a todos los indígenas. El resultado de esta campaña fue el sincretismo religioso y cultural que hasta el día de hoy es posible verlo en fiestas y costumbres andinas. Los indígenas incorporaron los elementos cristianos y culturales españoles, pero los comprendieron dentro del marco conceptual andino.
La resistencia de Vilcabamba
Se llama "La resistencia de Vilcabamba" a la presencia de una parte de la elite incaica en esta región del Cuzco que se afincó buscando restablecer la organización incaica. Duró aproximadamente unos 40 años, desde la llegada de los españoles al Perú en 1532 hasta los primeros años de gobierno del virrey Toledo. Esta resistencia guarda relación con la desestruturación del mundo andino y la consolidación del virreinato en territorio peruano. También se debe entender que esta rebelión fue la respuesta de las elites incaicas por recomponer y alcanzar de nuevo su poder valiéndose para ello, no solo de violentos enfrentamientos con los peninsulares, sino que también se valieron de la negociación, el establecimiento de alianzas o la resistencia pacífica, adecuándose al nuevo orden, que tras la conquista española, les tocaba ocupar.
Manco Inca.- de aliado a rebelde
Manco Inca, del Inca Huayna Capac y Mama Runtu, fue quien recibió a Francisco Pizarro cuando arribó al Cuzco en 1533. Al parecer Manco Inca conversó con la hueste española y tras intercambiar algunas palabras convino en acompañarlos en el ingreso al Cuzco. Esta acción se entiende primero, por la necesidad que tenía Manco Inca de tener el control del Cuzco y restablecer el orden quebrantado por la guerra entre Huascar y Atahualpa, así como eliminar a la fuerza quiteña y por otro lado porque el inca no sospechaba de las verdaderas intenciones políticas de Pizarro.
Manco Inca logró en primera instancia contar con el respaldo de los peninsulares. Apenas ingreso al Cuzco se colocó la Mascapaicha, y con la presencia de la elite incaica y curacas importantes se convirtió en Inca. Sin embargo rápidamente se desilusionaría de sus aliados, pues el nuevo inca paso ser tratado como una figura decorativa que ya no servía para los intereses peninsulares. Trató de salir dos veces del Cuzco y fue apresado, siendo inclusive encadenado por incumplir su promesa de alianza. Hacia 1535 Manco Inca tomó acciones para la reconquista del Cuzco.
Tras engañar a sus opresores (diciendo que iba a traer las estatuas de los gobernantes cuzqueños), Manco Inca logró salir del Cuzco y organizar el ataque a la ciudad imperial. El Huillac Umu, el miembro más importante del sector religioso del Tahuantinsuyo, estuvo al lado del inca en esta difícil empresa. Los curacas de las poblaciones aledañas y del valle sagrado acudieron al llamado y Manco Inca logró formar un ejercito numeroso de aproximadamente 10,000 hombres. Aprovechando la ausencia de Diego de Almagro (que fue junto al Huillac Umu y Paullu, hermano de Manco Inca a Chile) Manco Inca sitió el Cuzco durante nueve meses, asediando constantemente a las fuerzas españolas acantonadas en la ciudad sagrada. Sacsayhuaman fue escenario importante en las batallas del Cuzco y precisamente en uno de estos enfrentamientos murió Juan Pizarro, hermano del conquistador.
Manco Inca trató de impedir que desde Lima Francisco Pizarro enviara refuerzos al Cuzco. Para ello coordino un ataque a Lima y le encargó la misión a Quizo Yupanqui, quien hacia septiembre de 1536 se encontraba en Lunahuaná, a tan solo 150 kms de la ciudad de los Reyes. En Ate y Huarco se libraron batallas entre incas y españoles, llegando los primeros a instalarse en los cerros aledaños a la capital. Alonso de Alvarado logró detener el avance incaico en Pachacamac y Lima. Fueron muchos los indígenas que pelearon al costado de la hueste española. Se sabe que fueron los curacas de Huailas los que colaboraron con los españoles. Sin embargo es posible explicar esta conducta si es que se tiene en cuenta los vínculos de reciprocidad establecidos entre Francisco Pizarro y los Huaylas, debido a que el conquistador había tenido dos hijos con Ines Huaylas, hija de Huayna Capac. Finalmente, derrotadas las tropas de Quizo Yupanqui, Manco Inca no pudo evitar que Pizarro enviara contingentes al Cuzco. Junto a ellos Diego de Almagro y su comitiva regresaron a la ciudad imperial y evitaron la caída de las tropas españolas en el Cuzco.
Los españoles no dudaron en afirmar que su suerte se la debían a la intervención divina de la Virgen María y de Santiago Apóstol, conocido en España durante las guerras de reconquista como Santiago Matamoros. Aquí se le llamó Santiago Mataindios por la cantidad de indígenas que lograron vencer ya que las tropas españolas en el Cuzco no llegaban ni a doscientos individuos.
Tras estos sucesos Manco Inca y la elite incaica se refugió en Vilcabamba, ciudad incaica a 30 leguas del Cuzco, en la vertiente oriental de los Andes.
A pesar de haber perdido el poder político, su señorío continúo solo en algunas poblaciones aledañas a Vilcabamba.Los Incas de Vilcabamba
Manco Inca se estableció en Vilcabamba y a pesar de que los españoles conocían su paradero no fueron tras él debido a que se encontraban en guerras intestinas por el control político del territorio y posteriormente por la guerra entre los encomenderos y los representantes de la corona española. Los españoles no le dieron mucha importancia a la presencia de Manco Inca y su hueste pues sabían que su accionar era limitado y su poder de convocatoria había disminuido.
Así pasaron casi 30 años que en este reducto incaico pervivió una parte de la elite incaica. No es posible afirmar que Manco Inca quisiera establecer un nuevo estado a partir de esta ciudad ya que en primer lugar, la elite se encontraba dividida (unos estaban en Cuzco buscando legitimación y otros en Vilcabamba) y segundo, tenía la capacidad de organizar o estructurar las relaciones con los distintos curacazgos, ni siquiera en el ámbito local. Sin embargo prosiguió con su hostigamiento por los alrededores de la zona de vilcabamba. Por esta razón Francisco Pizarro mandó fundar San Juan de la Frontera de Huamanga para frenar el ataque de Manco Inca, que por los años 1540 y 1541 acecho los pueblos cercanos. Pizarro buscó un entendimiento con el inca, pero su repentina muerte impidió establecer las buenas relaciones con el hijo de Huayna Capac.
Vilcabamba no logró volver a tener un control organizado de su hostigamiento o de su resistencia frente a los españoles. Tras la muerte de Manco Inca a manos de un grupo de almagristas a fines de 1544, sus hijos continuaron al frente del reducto de resistencia incaica pero su accionar ya no tuvo la radicalización, ni la fuerza del movimiento que encabezó su padre. Desde los primeros años en que Sayri Tupac tuvo a cargo la resistencia, buscó establecer relaciones con Pedro de la Gasca. Sin embargo el pacificador solo le ofreció unas cuantos terrenos para aquietar sus necesidad. Sayri Tupac prefirió quedarse en su reducto hasta poder lograr un mejor acuerdo. También tuvo contacto con el virrey Andrés Hurtado de Mendoza en 1550 y 1556. Sayri Tupac logró un acuerdo beneficioso en 1558 y salió de Vilcabamba con un repartimiento en el valle de Yucay. Sayri Tupac entendió que debía adecuarse a las nuevas reglas establecidas por los españoles. La elite incaica era reconocida de alguna manera y por ello recibían ventajosos beneficios.
Sayri Tupac murió en 1561 y es su hermano Titu Cusi Yupanqui quien tomó el control de la resistencia incaica. Este nuevo "inca" se declaró enemigo de los intereses españoles, organizando en un primer momento expediciones de hostilización a las poblaciones cercanas a Vilcabamba. Al mismo tiempo se contactó con el gobernador Lope García de Castro, tratando de llegar a algún acuerdo beneficioso para los rebeldes. Firmó la capitulación de Acobamba en 1566 y en dicho tratado se ponía fin a las hostilidades y se perdonaban los actos cometidos por los rebeldes. Una de las medidas del la capitulación fue el bautizó de Titu Cusi Yupanqui y su familia en 1568, hecho que no fue bien visto por los curacas más radicales. El inca murió repentinamente de una extraña enfermedad. Los misioneros agustinos que lograron entrar tras la capitulación fueron vistos como responsables de la muerte, ya que en su afán de ayudar le dieron brebajes que los andinos pensaron era veneno. El misionero Diego Ortiz fue encontrado culpable siendo torturado y ajusticiado posteriormente. Los españoles y mestizos que se encontraban en Vilcabamba también fueron ajusticiados. La elite buscó un sucesor y fue así que su hermano Tupac Amaru empuñó el cetro y se ciñó la mascapaycha a comienzos de 1571.
Muerte de Túpac Amaru I y fin de la resistenciaCuando el virrey Francisco de Toledo asumió el virreinato una de sus primeras acciones es acabar con el reducto de Vilcabamba. Por su parte, Tupac Amaru cerró las fronteras de Vilcabamba y destruyó el puente de Chuquichaca preparando a su pequeño ejército por si atacan la guarnición. El virrey envió un negociador diplomático justo poco tiempo después de la muerte de Titu Cusi Yupanqui. Atiliano de Anaya, el enviado del virrey, fue visto como espía y muerto a manos de los indígenas rebeldes. Ante esta respuesta el virrey Toledo le declaró la guerra al Inca de Vilcabamba en la semana santa de 1572. El capitán Martín Hurtado de Arbieto y Juan Alvarez Maldonado estuvieron al frente de la expedición, pero fue el capitán García de Loyola quien lo capturó junto a otros miembros de la elite incaica, no sin antes entablar una feroz lucha con los naturales.
Una vez capturado el inca fue enviado al Cuzco, donde ingresó en calidad de preso, pero en medio de una algarabía general en la que incluso participó el mismo virrey.
Sin perder tiempo se le abrió un juicio por la muerte de los sacerdotes agustinos y el negociador Anaya, y el escribano Martín de pando. Tupac Amaru I fue condenado a la pena capital junto con otros 5 miembros de la resistencia quechua. Autoridades, miembros del clero y de las órdenes religiosas y los principales vecinos del Cuzco exhortaron al virrey para que se retracte y no ajusticie al inca. El virrey irresoluto no cambió de parecer y ordenó la muerte definitiva del inca. El 22 de junio de 1572 Tupac Amaru fue decapitado en medio del clamor de casi toda la población cuzqueña. Las pompas fúnebres fueron sentidas, inclusive a la misa de honras acudió en riguroso luto el virrey Toledo. Los indígenas y miembros de la élite cuzqueña también se mocharon ante el cuerpo del inca muerto, arrancándose cejas y pestañas siguiendo la usanza andina.
Al inca se le enterró en la catedral del Cuzco pero al ver las autoridades que esto podría causar inconvenientes (pues el cuerpo o momia del inca era considerado Huaca) se retiró silenciosamente su cuerpo y enterrado en otro lugar no conocido.
Se cree que de la muerte de Tupac Amaru nació el mito de Inkarri, que establecía que a partir de la cabeza enterrada del inca crecería nuevamente el cuerpo del inca que restauraría el imperio y le daría a las cosas su ordenamiento natural anterior a la llegada de los españoles.
GUERRAS CIVILESUna vez terminado el proceso inicial de conquista y reparto de botines de guerra, y aún con el proceso de colonización en ciernes y gran parte del territorio por explorar y descubrir, se dieron una serie de acontecimientos que terminarían en guerras intestinas entre los mismos conquistadores en un primer momento, y entre los encomenderos y la Corona española en un segundo caso.
Las guerras civiles, como se le ha llamado a este conjunto de batallas dirigidas por españoles y en las cuales los indígenas no estuvieron aparte, ya sea para engrosar las filas de los bandos hispanos, o para ponerse del lado de la Corona española más delante, demostraron que el principal motor de los conquistadores era la obtención de riqueza, que sus alianzas iniciales fueron fácilmente traicionadas y que la Corona tuvo muchos problemas para establecer su autoridad en los territorios recién conquistados, problemas que se extenderán varias décadas y que se resolverán gracias tanto al genio militar de los enviados como a la capacidad de los mismos para establecer pactos y alianzas.
A lo largo de este punto veremos cómo la Corona, en su afán por hacerse del poder político y económico del virreinato, tendrá que ceder muchos beneficios inmediatos, sobre todo al otorgar indultos y encomiendas a diestra y siniestra para ganar adeptos a las causas realistas. Esto demuestra la importancia que tuvo la encomienda a mediados del siglo XVI, momento en le cual aun habían miles de españoles dispuestos a dar hasta sus vidas por el servicio personal de los indios.
Finalmente, aun cuando las victorias militares favorezcan a la Corona española, quedó en evidencia el débil papel del Estado colonial ya sea en el rol del Virrey o de la Audiencia, por más que figuras como la de Pedro de la Gasca hayan sido determinantes en el desarrollo de una futura administración virreinal. La Corona a su vez se preocupo de quitar paulatinamente los beneficios de la encomienda, a la vez que protegía mediante regulaciones a los indígenas, de acorde a la influyente prédica de Bartolomé de las Casas y también a las constantes preocupaciones por las denuncias de maltratos y despoblamiento que la real fuente de riqueza, los indígenas, sufrían en las primeras décadas de la colonia.
El debate de la encomienda no se resolverá más adelante por una ley proveniente de la metrópoli, sino por el desgaste interno de los mismos aristócratas peruleros ante nuevas formas de riqueza que ya se desarrollaban a partir de la década de 1550, bajo la figura del comercio.