La verdad es que visitar Helsinki en verano y encima durante un día soleado, lo cambia todo. Es una ciudad cómoda, agradable, y cuando está soleada, preciosa. Además todos los lugares principales están relativamente cerca unos de otros, siempre alrededor de alguno de los mil lagos de Finlandia (imag01).
Algunos de los edificios más simbólicos de la ciudad, son la curiosa Plaza del Senado y Catedral Blanca luterana (imag02), la no menos bonita y colorista Catedral rojiza Ortodoxa de Uspenski (imag03), además precisamente ese día que pasamos por el centro de Helsinki, había una reunión de cohes antiguos americanos por todas partes que nos dejó muy sorprendidos, ya que todos eran de dueños fineses que adoran este tipo de coches.
Pero una de las razones principales para visitar Helsinki era ver su arquitectura moderna, y algunos de los ejemplos que se pueden encontrar por el centro, a pesar de no saber el arquitecto, se nota que hay arquitectura (imag04). Además no pudimos visitar la iglesia de las rocas porque está en reformas, pero si pudimos asomarnos a ver de cerca el curioso barrio de Merihaka, una zona al Este de la capital donde se construyeron numerosos edificios de estilo arquitectónico moderno soviético, y que están muy bien conservados en la actualidad (imag05).
Aunque la razón principal por la que pasar varias horas en Helsinki antes de viajar a los Bálticos, era por conocer de primera mano la obra de Alvar Aalto en su propio país, ya que esta mochila ya había visitado una obra del maestro finlandés en Reykjavik (Islandia), AQUI, y otra en Uppsala (Suecia), que no salió en este blog en su momento. Así que esta vez le dedicaré una entrada única al maestro, pero ya quedará para otro día.