Uno de los momentos más especiales y seguidos del año es cuando el sonido fulgurante de los cuartos comienza a escucharse dando paso al tañido lento pero constante de las campanadas. Toda la familia y amigos alrededor de la televisión siguiendo atenta cada una de las doces campanas que suenan desde el conocido reloj de la Puerta del Sola de Madrid, concentrada para no atragantarse con las uvas y no perder el paso que marca el reloj de la Puerta del Sol. Tras la última campanada, algunos aun con la boca llena, comienza el brindis y, como no, los abrazos y besos con nuestros acompañantes, últimamente tan añorados. Esta tierna imagen suele romperse entonces con el sonido de los teléfonos que, sino la línea no se colapsa, comienza a recibir llamadas y WhatsApp de los familiares y amigos que no han podido compartir este momento con nosotros. Esta escena se lleva repitiendo durante años en cada Navidad que recordamos. Pero, ¿Os habéis puesto a pensar desde cuando se toman las uvas en la Puerta del Sol? ¿De dónde viene esta curiosa tradición?
Imagen de una celebración en la Puerta del SolEn alguna que otra cena de Navidad, si os digo la verdad, ha salido el tema y lo hemos comentado en familia. La razón más extendida y la que había llegado a mis oídos es que esta celebración tiene su origen en un excedente de uva que se produjo en el levante español hacía el año 1909. Sin embargo, existen versiones que atestiguan que ya se celebraba este curioso acto con anterioridad a esta fecha. Es posible que este excedente sirviera para extender esta tradición dentro del país y no solo aquí, sino a otros países hermanos de Hispanoamérica que también la han hecho suya y reciben el año nuevo de esta forma.
Según parece, todo comenzó unas décadas antes, como consecuencia de la actitud burlona que muchas veces sale a relucir en el pueblo madrileño. Por aquella época, la aristocracia y burguesía de la ciudad sabían pasárselo muy bien. No eran pocas las fiestas privadas y festejos que organizaban por todo lo alto y que disfrutaban en los distintos palacetes que disponían a lo largo de la Villa. La influencia francesa, como tantas otras cosas que han viajado desde este país, hizo que estas personas de la alta sociedad madrileña tuvieran la costumbre de utilizar en sus brindis el champán y uvas en estas veladas privadas. Sin embargo, el pueblo no se quedaba atrás y, aunque fuera con menos recursos, también sabía disfrutar de estos días con alegría y jolgorio. El ayuntamiento de la ciudad, intentando evitar la algarabía y el ruido en estas fechas navideñas, dictó una orden por la cual limitaba la celebración de estos días festivos a la víspera de la festividad de los Reyes Magos. Esta decisión no sentó nada bien a la clase más popular de la ciudad que, haciendo uso de la burla y guasa, comenzaron a celebrar estos días como la aristocracia y burguesía comiendo uvas por las calles del centro de la ciudad. Las calles del Arenal, Mayor, Carretas, Preciados se empezaron a llenar de pequeños grupos divirtiéndose como la alta sociedad del lugar. Dado que las uvas eran un producto asequible y se lo podrían permitir. Con el paso del tiempo, la celebración se fue acercando a la Puerta del Sol y las uvas se comenzaron a comer al son de sus campanadas. No eran pocos madrileños que cada Nochevieja se iban sumando a esta curiosa celebración popular.
El boca a boca hizo que poco a poco, año tras año, esta cita se fuera convirtiendo en una tradición recibiendo cada año gentes de más barrios de la ciudad que se acercaban a curiosear y festejar el año nuevo. La llegada de la radio transformó esta celebración de alguna manera. La gente no tenía que trasladarse a las inmediaciones de la Puerta del Sol para escuchar el latir de las campanas, sino que podía escuchar el sonido de ellas acompañado de su familia y amigos en su propia casa. Este cambio ayudó a que esta tradición llegara a más gente y comenzó a extenderse aun más a otros rincones del país. No solo la radio vino a expandir esta tradición, la primera retransmisión de las campanadas por televisión en 1962 hizo que la difusión fuera imparable y la cita llegara a todos los hogares de la geografía española. El propio hecho de verlo en la televisión, es una pequeña tradición que nos ha acompañado año tras año hasta nuestros días.
Espero que os haya gustado el origen de esta tradición y , como no, os haya sorprendido desde cuando se toman las uvas en la Puerta del Sol. ¡Hace ya unos cuantos añitos! ¿Cómo lo celebráis vosotros?
Disfrutad de estos días con las personas que más queréis ¡Felices fiestas! Y, ¡que tengáis una buena salida de año y mejor entrada! ¡Cuidadito con los atragantamientos!
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