Era Notoria la desmedida afición de Carlos IV hacia la caza, aunque nunca llegó a la locura desenfrenada de su padre, de quien se dice que no abandonó una montería en el Pardo aun sabiendo la noticia de que uno de los infantes se encontraba muy grave, al borde de la muerte.
Así pues, Carlos IV no tuvo el mínimo reparo en aceptar la invitación que el conde de Miranda le hizo para que practicara el deporte cinegético en sus tierras de Velada, cuyos montes eran riquísimos en caza mayor y menor.
Alrededor de un centenar de personas formaron parte del séquito que acompañó a Sus Majestades, sin contar la guardia personal, destacamentos militares que se dispusieron estratégicamente a lo largo del recorrido, y un nutrido grupo de intendencia y de postas dispuesto para enlazar con el Ministerio de Estado, dirigido por el todopoderoso Godoy.
Viajó toda la familia real, excepto los infantes Isabel y Francisco de Paula, que se quedaron en palacio. El príncipe de Asturias, Fernando, lo hizo acompañado de su joven esposa María Antonia de Nápoles, con la que había contraído matrimonio el año anterior.
Las condiciones en que se hizo el viaje no fueron, en verdad, las más idóneas, en la segunda quincena de diciembre y primera semana de enero, en un invierno muy frío y lluvioso, por caminos casi impracticables ...
Incluso el Príncipe de la Paz había recomendado a Carlos IV la suspensión de tal viaje. Pero sus consejos cayeron en esta ocasión en saco roto ante el irrefrenable deseo del impenitente cazador.
El viaje está narrado siguiendo las directrices de un informe-diario.
Desconocemos su autoría. Su estilo es claro y directo. Este «soldado de la pluma» se nos muestra como un fino observador, buen conocedor de la historia del arte, con agudo sentido del humor y, como ·buen ilustrado, denostador implacable de toda obra artística que tenga el más ligero aroma a barroco.
Comienza nuestro anónimo informante con una argumentación justificativa del viaje.
Hay que considerar que la ausencia de los reyes de la Corte es bastante prolongada, veinte días; aunque la situación de la política nacional e internacional discurre por cauces pacíficos tras la firma de la paz de Amiens (25 de marzo de 1802) mediante la que, provisionalmente, se suspenden los conflictos con Inglaterra.
Además, nuestros monarcas parten con la firme convicción de que todo está providencialmente controlado por el «querido Manuel» y desean dar (<un baño de multitudes» junto con el baño real o real baño que tuvieron que soportar por las inclemencias del tiempo.
Comenta el informante:
«No hay la menor duda de que la vida monótona de SS.MM. en la Corte ha de ser molesta y cansada, y que al salir de ella por algunos días, variando de objetos y de servidumbre, conviene mucho para conservar su apreciable salud y distraer algún tanto la imaginación ocupada en tan vastos asuntos como los que le rodean y conducen a un género de sujeción trabajosa y servil, por esto, sin perder de vista sus principales deberes, resolvieron SS.MM. pasar a la villa de Velada desde el sitio de San Lorenzo ... »
El viaje hasta Velada, en el que se había de recorrer una distancia aproximada de veintitrés leguas, se programa en tres etapas, cada una de unas ocho leguas de promedio, Hoy nos parecería ridículo recorrer una distancia de cuarenta y cinco kilómetros en un día, dados los medios de locomoción y carreteras de que disponemos.
Pero en aquellos tiempos, con carruajes tirados por caballos, con caminos polvorientos y embarrados o atolladeros, en los que había que vadear infinidad de arroyos, sin olvidar que el itinerario se realizó con unas condiciones atmosféricas deplorables y que había que llegar al final del trayecto sin ser sorprendidos por noche cerrada, podemos afirmar que cada una de las etapas se cumplieron en un tiempo «récord».
PRIMERA ETAPA: DESDE SAN LORENZO DE EL ESCORIAL A CASARRUBIOS DEL MONTE
La comitiva regia parte del sitio de San Lorenzo el día 19 de diciembre de 1803, a la una y media del mediodía, tras el almuerzo. ,
Ha de recorrer un trayecto de nueve leguas. Deja El Escorial de Abajo a la izquierda, abandonando el camino de Madrid para tomar dirección a Valdemorillo. A poca distancia encuentra la ermita de Valmayor, a la izquierda del camino.
Seguidamente atraviesa la dehesa de Valdemorillo, dejando el lugar del mismo nombre a la izquierda. Más adelante, a la derecha, se divisa el monte de Navalagamella y, a la izquierda, las ermitas de la Trinidad y de San Juan.
Sigue el majuelo de Pepinos, a la derecha, y a la izquierda el monte de Cabeza de Buey y el lugar del Pardillo, La ermita de San Sebastián se ve, a continuación, a la derecha del camino, y pronto se discurre a través de la población de la Espernada,
El monte de Brunete y la ermita de Nuestra Señora de los Remedios se dejan a la izquierda. Se pasa por el lugar de Brunete, mientras que, a lo lejos, a la izquierda, se vislumbran los lugares de Alcorcón y Villaviciosa, con su monte. Atraviesa el encinar y la población de Sevilleja.
Antes de llegar a Navalcarnero, «villa grande», deja la ermita de San Sebastián a la derecha del camino. Una vez transitada la villa puede verse la ermita de San Juan y el monte de Navalcarnero, lugar que atraviesa la comitiva para, posteriormente, adentrarse en el monte de Casarrubios y llegar a la villa de Casarrubios del Monte a las ocho menos cuarto de la tarde-noche.
El tramo entre Brunete y Casarrubios resultó especialmente dificultoso. Las lluvias del pasado otoño habían convertido el camino arcilloso en vía casi intransitable por los muchos atascaderos que se habían fonnado.
Los infantes tuvieron que apearse de sus carruajes hasta que sus coches fueron sacados del fango. La comitiva llegó a Casarrubios con más de dos horas de retraso. El infonne sobre la villa de Casarrubios se expresa en los siguientes ténninos: Villa situada en terreno desigual, cuyo vecindario se ha disminuido a sólo trescientos seis vecinos, nobles y pecheros.
Su jurisdicción pertenece al conde de Miranda, que nombra alcalde mayor y demás Justicia, a saber: un alcalde por el Estado noble, y otro por el general; cuatro regidores, dos diputados, un síndico, dos alcaldes de la Hennandad y un alguacil mayor.
Tiene dos parroquias dedicadas a Santa María y San Andrés, ambas de bastante regularidad en su arquitectura, especialmente la primera, de una nave de gran capacidad por el orden toscano. El clero consta de un párroco y tres beneficiados en cada una. Hay un convento de agustinos calzados y otro de monjas bernardas recoletas, con dos capellanías.
El palacio del conde de Miranda es de bastante extensión y conserva algunos adornos góticos en las entradas. El pueblo manifiesta haber sido de mucho vecindario. Hay muy buenas casas, pero en el día de hoy están arruinadas las de mayor antigüedad.
Las circunstancias políticas y el afán de avecindarse en Madrid solicitando empleos en la Corte los labradores más distinguidos y pudientes, poco filósofos y olvidados de la verdadera felicidad que nos pintan los poetas, diciendo aquello de «Beatus illi qui procul negotiis», son sin duda los motivos de esta disminución en las familias, con la falta de las fábricas y ramos de industria en que emplear los brazos cuando sobran al cultivo del campo, que en esta tierra es feraz, siendo regulannente sus cosechas de toda clase de granos, vino y aceite de que pagan diezmo al párroco respectivo y a los beneficiados.
A la entrada del pueblo está el castillo que es obra de los romanos, y sólo existen de él las murallas exteriores con varios reductos y minas subterráneas. Hay una ennita dedicada a Nuestra Señora de la Soledad, un médico, un cirujano, dos sangradores, una botica y un maestro de primeras letras»'-
Sus Majestades y séquito cenaron y descansaron en el palacio del conde de Miranda. A la mañana siguiente, tras desayunar y oír misa en la capilla del palacio, reciben el homenaje del besamanos del Cabildo y Justicia del pueblo. Un ligero refrigerio. y. a la una en punto. el cortejo se dispone a afrontar una nueva jornada.
Asociación «Amigos de la Colegiata de Torrijos)): Julio Longobardo Carrillo, Adolfo Delgado Agudo, Javier Buitrago Mase/U, Justiniano de la Peña Carbonero y Fernando Alcántara Garda
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Revista Cultura y Ocio
Desde el Escorial a Velada: Viaje realizado por Carlos IV y su séquito por tierras Toledanas: Etapa de San Lorenzo del Escorial a Casarrubios del Monte
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