José Pertierra.-Un par de acalorados choques entre los abogados dominaron la mañana del séptimo día del juicio contra Luis Posada Carriles en El Paso. Antes de invitar al jurado a la sala judicial, el fiscal Jerome Teresinski esbozó una serie de quejas contra la conducta de Arturo Hernández, el abogado defensor de Posada, durante el contra-interrogatorio que este le hizo ayer al testigo del fiscal, la Oficial Susana Bolaños, del Departamento de Seguridad.
“Deberíamos estar desempeñando una pesquisa de la verdad, y no una tergiversación”, dijo Teresinski evidentemente molesto. “Ayer el abogado Hernández dejó al jurado con la impresión de que el gobierno de los Estados Unidos emboscó a su cliente”, explicó. Teresinski alegó que Hernández en sus preguntas a la Oficial Bolaños utilizó ciertas palabras cargadas de emoción y prejuicios solamente para proyectarle al jurado la idea de que el gobierno había montado una gran conspiración para que su cliente mintiera y, posteriormente, acusarlo de perjurio.
¿UN EQUIPO SWAT DE ABOGADOS?
Cuando cuestionó a Bolaños ayer por la tarde, Hernández le preguntó sobre la “coerción” que utilizó Inmigración contra Posada, y de las “abrumadoras 57 000 preguntas” que le hicieron. Llamó a Posada “Mister Pi” e hizo referencias al hecho de que es un anciano de 78 años (las entrevistas ocurrieron hace cuatro años), y que fue emboscado por una unidad especial del Departamento de Justicia que, en un tropiezo verbal (no sabemos si a propósito o no) la caracterizó como “un equipo SWAT”. Esas son las siglas en inglés para un grupo militar que utiliza armas de fuego tácticas y especiales que en los Estados Unidos se encarga de intervenciones policiales de gran peligro. Usualmente vencen al enemigo simplemente por el alto poder de fuego que poseen.
Después de haber dicho que los que interrogaron a Posada en el 2006 eran de “un equipo SWAT”, Hernández inmediatamente se corrigió e identificó al equipo especial por su nombre correcto: la División de Seguridad Nacional del Departamento de Justicia. Es un grupo de abogados e investigadores. No portan armas de fuego y no son peligrosos.
Sin embargo, lo dicho está dicho. El jurado lo escuchó y probablemente se llevará la impresión de que el poderoso gobierno de los Estados Unidos emboscó al cliente anciano del abogado Hernández.
La Fiscalía le pidió a la Jueza Cardone permiso para mostrar que Posada Carriles no fue emboscado y que en varias ocasiones durante la entrevista rehusó responder preguntas. Teresinski quería que el Jurado viera que las preguntas que respondió las contestó libremente. La Jueza no quiso que la fiscalía le revelara esa información al Jurado y rechazó la petición de Teresinski.
TERESINSKI: EL ABOGADO HERNANDEZ AYER ATACÓ SALVAJEMENTE A EEUU
La jueza invitó al jurado a que entrara en la sala judicial para retomar el caso con el testimonio de la Oficial Susana Bolaños. Ahí fue cuando la cosa se puso ardiente. La cólera que Teresinski cargaba por dentro le brotaba de los poros. Con el cuello rojo de furia contra Hernández, el fiscal se acercó al podio y dijo: “Buenos días, señora Bolaños. Ayer, usted, la agencia por la cual trabaja y el gobierno de los Estados Unidos de América, a quien usted representa, fueron atacados salvajemente por el abogado Hernández”.
“¡Objeción!”, exclamó Hernández, saltando de su asiento. No le dio tiempo ni para abotonarse el saco. Sin embargo, la Jueza no regañó a Teresinski y el caso procedió. Ahora estaban ambos abogados más furiosos que antes. Teresinski continuó sus preguntas a Bolaños. Estableció que el equipo legal del Departamento de Justicia no hace emboscadas, que es común consultar casos como el de Posada con el FBI, y que este respondió a las preguntas que le hizo Bolaños libremente y bajo juramento.
CANDELA
Le tocó entonces a Hernández el turno para hacerle otro contra-interrogatorio a Bolaños. Todos los que estábamos ahí presentíamos que lo que venía era candela. Hernández es astuto y furtivo. Siempre busca como colar una insinuación en la mente del jurado, y ahora aprovechó. Soltó su primera pregunta a la mujer con el preámbulo: “Ya que su testimonio fue impugnado ayer…” Teresinski abrió la boca, asombrado del atrevimiento de Hernández.
Impugnar a un testigo quiere decir restarle credibilidad a su testimonio. Hernández le estaba diciendo a Bolaños, muy finamente, que es una mentirosa. Que el testimonio que brindó ayer no es creíble y que él lo desenmascaró. Dicho lo que quería decir, Hernández no necesitó más de la Oficial Bolaños y dijo que no tenía más preguntas para ella. Tenía una expresión de sorna en su cara cuando volvió a su asiento.
El Fiscal Teresinski a duras penas contenía la ira. Hizo esfuerzos para medir sus palabras y de hacer preguntas pausadas a Bolaños, pero su voz salía entrecortada. La cizaña sembrada por Hernández lograron descontrarlo.
LA PUNTA DEL ICEBERG
Queriendo mostrarle al jurado que el Departamento de Justicia no emboscó a Posada simplemente porque lo había entrevistado con rigor, Teresinski disparó tres preguntas rápidas: “¿Cree usted que los alegatos que él está involucrado en el asunto de las bombas en Cuba es relevante?” Sí, respondió Bolaños. “¿Cree usted que el uso de pasaportes falsos es relevante?” Sí. “¿Cree usted que la entrada ilegal a los Estados Unidos es relevante?” Sí.
Y, entonces, vino la pregunta que esperaba Hernández: “¿Y si esas preocupaciones fueran solamente la punta del iceberg…?” Teresinski no pudo terminar. Hernández se levantó como movido por un resorte. Había estado al acecho de esta oportunidad. Ahora sí se abotonó el saco. Se acomodó los espejuelos con montura de alambre en la punta de la nariz para poder ver a la Jueza y al Jurado por encima de los cristales, y anunció que tenía una moción que hacer.
HERNANDEZ PIDE QUE SE ANULE EL JUICIO
La Jueza despidió al Jurado, que se encaminó a una sala contigua, y le pidió a Hernández que explicara su preocupación. “El comentario sobre la punta del iceberg abre una caja de Pandora, una panoplia de posibilidades para que el jurado infiera que mi cliente es un monstruo”, dijo Hernández fingiendo indignación. “La diatriba personal de él contra mí es inaceptable… El comentario de la punta del iceberg me obliga a exigir que se declare un juicio nulo, porque Teresinski ha prejuiciado irremediablemente al jurado con esa declaración.”
Estoy seguro de que el guión del teatro que ha montado Hernández en este juicio incluye hacer múltiples declaraciones de nulidad del proceso contra Posada. Un juicio nulo obligaría al gobierno a decidir si desean seguir gastando dinero para comenzar de cero y volver a procesar a Posada Carriles por mentiroso. Eso es caro y engorroso. Posada tiene 82 años. Cumple 83 el 15 de febrero. La jugada es entorpecer el proceso para que los fiscales se rindan: porque el juicio es caro, complicado, toma mucho tiempo y “Mister Pi” -como llamó Hernández a su cliente en la sesión anterior, identificándolo con un simpático viejito de las historietas infantiles- no vale la pena. No sería una absolución, pero liquidaría el proceso contra Posada.
Los jueces son reacios a declarar nulo un juicio, salvo cuando el Jurado se ha contaminado de prejuicios contra el acusado. “El comentario de la punta del iceberg ha viciado a este jurado”, dijo Hernández. La Jueza discrepó con él. Reconoció que esos comentarios parcializan al jurado en forma cumulativa y que este fue un incidente aislado. Dijo que este jurado puede todavía, de manera imparcial, rendir un veredicto justo. En vez de declarar un juicio nulo, decidió instruir al Jurado para que ignorara el comentario del fiscal.
El jurado regresó sin haberse percatado de lo ocurrido esta mañana entre los abogados. Vieron a unos abogados muy bien portaditos y una jueza tranquila y decente. Posada Carriles, o como lo llama su abogado “Mister Pi”, con una sonrisa en la cara. Todo siguió como si nada. La controversia de la punta del iceberg parece haber sido una tempestad en un vaso de agua.
DAVID CUDDIHY Y EL SUEÑO DE MISTER PI
Después de almuerzo, la fiscal Bridget Behling le presentó al jurado el próximo testigo. David Cuddihy, traductor de una compañía llamada General Dynamics. Tiene 40 años. Estudió español en la universidad y lleva más de 9 años traduciendo. Ha trabajado antes como intérprete para el Departamento de Justicia. Habla español en su casa, porque, contó, su suegra es dominicana y no entiende el inglés.
Cuddihy parece ser un hombre muy meticuloso. Vino muy bien arreglado a la corte. Un traje marrón, una camisa blanca y una corbata de tono levemente colorido. Es rechoncho y sonrosado. Contestó las preguntas de la fiscal Behling con seguridad. Ella estableció que Cuddihy es un experto traductor. Él opinó que las transcripciones que escuchamos ayer de las entrevistas de Posada con Inmigración en abril de 2006 están correctamente traducidas.
Para llegar a esa conclusión, sin embargo, nos pasamos casi dos horas. El testimonio fue preciso, pero después de los fuegos artificiales entre los abogados esta mañana las declaraciones de Cuddihy eran excesivamente técnicas. Además él hablaba muy bajito, con poca inflexión en la voz. Posada Carriles se durmió. Cerró los ojos, abrió la boca y cabeceó por hora y pico. No roncaba, pero su torso se balanceaba de cuando en cuando, como si tuviera una música en la cabeza. El testimonio de Cuddihy le dio sueño. Mucho sueño.
Despertó de su siesta casi al final de la tarde y pudo escuchar a Cuddihy evaluar la calidad de la interpretación simultánea del intérprete Granados que oímos ayer en las grabaciones de abril de 2006. “La interpretación del señor Granados no es exacta. La interpretaciones simultáneas nunca lo son. El intérprete nunca puede traducir cada palabra. El punto es traducir correctamente la idea”. Y este es el caso.
(Tomado de Cubadebate.cu)