- Marcelo ¿quieres casarte conmigo?
El árbitro, Marcelo, emocionado y sorprendido le dice que sí; le levanta del suelo, encaja el anillo en su dedo y le besa mientras los 21 jugadores restantes les rodean aplaundiendo y enjugando alguna que otra lagrima que se escapa de alguno de los fornidos futbolistas. El público ruge de júbilo mientras en las pantallas, en un zoom creciente puede leerse:“Así se hace... ¡con un par de narices!”Texto: Mariluz González HidalgoMás relatos "Con un par de narices", aquí