Dados los resultados electorales y los pactos municipales españoles, ahora los principales líderes políticos están asesorándose sobre qué espíritu vender a sus seguidores, a los que se abstuvieron y a quienes no les votaron. Sin embargo, esta respuesta por lógica que parezca, se antoja insuficiente.
Como conoce todo el mundo, en toda competición sólo uno gana y, en las elecciones generales españolas esto se repetirá. Con esta certitud de riesgo lo que se hace más sensato es dar respuesta a los ciudadanos en el paro y a las familias con todos sus miembros activos sin recibir un euro mensual. Aquí está el mayor de los detalles.
Dicho lo dicho, muchos nos preguntamos por qué en la política las respuestas no suelen coincidir con las que espera el ciudadano de a diario. Para entender este desacierto se debe asumir que, aunque la globalización económica tiene toda la responsabilidad de la homogenización monolítica de las políticas del gran capital, se hace imperioso no olvidar su historia: desde siempre el sistema que conocemos ha prometido lo imposible, lo más reciente es reducir a la mitad la pobreza extrema (1990 – 2015), la ONU ha dicho que ese objetivo se ha logrado; pues bien hoy todavía hay 1.200 millones de personas en todo el mundo en esa situación y 842 millones están desnutridos. ¿Quién puede celebrar este éxito?
Esta propuesta nos resulta acertada para comprender al capataz de España; detrás de sus decisiones están sus pensamientos y su ideología. Rajoy se ha declarado una persona liberal y quien piense que el liberalismo tiene su base en la igualdad de oportunidades y derechos, que haga un recuento del gobierno popular.
Rajoy puede convertirse en el primer presidente español en no ganar dos períodos legislativos seguidos; él lo sabe pero ha decidido perder en las urnas a retirarse con la mirada gacha y balbuceando el haber hecho todo lo que pudo. A esta postura egoísta, sus leales la definen como la de un hombre predecible, la de un estadista favorecedor de un éxito económico sin sorpresas.
¿Debe cambiar únicamente Rajoy?
Quien pierde más siempre debe arriesgar más y, es Rajoy quien más tiene que perder hoy día. Sin duda no deber ser el único en cambiar, pero sí posiblemente el que más lo deba hacer.
Pablo Iglesias o Albert Rivera – todo lo indica – serán las llaves de más pactos y, aunque se desinflen en los meses preliminares a las elecciones generales, mantendrán una fuerza similar; en cuanto a Pedro Sánchez, el proclamarse candidato oficial a la presidencia arropado de la bandera española ha dejado clara su apuesta a toda prueba. Alberto Garzón no arranca y está decolorado.
Pero Rajoy no lo vé así, el 17/06/015 dijo que Pedro Sánchez es quien debe cambiar porque, de no apoyar a los “radicales” ahora lo hace y, además obedeciendo a Nicolás Maduro. ¿Es creíble este discurso?, no lo parece.
El presidente confía tanto en su criterio que ha destinado a la OCDE en París a su ministro peor valorado: José Ignacio Wert*.
Rajoy está tan convencido de lo que hace, que los cambios que ha hecho en su partido y gobierno suenan a una especie de favor para sus varones descontentos, a quienes, de paso, les ha aconsejado hablar, explicarse y relacionarse más. Esa es la única autocrítica a su política económica y social.
Con ello es de esperar que Sánchez, Iglesias, Rivera y Garzón, afinen “más” sus discursos hacia los más débiles, indecisos, abstencionistas y desempleados, arreciándolo contra Rajoy, el más poderoso.
¿Pueden cambiar las cosas en 5 ó 6 meses?
Manuela Carmena apenas ha comenzado a gobernar Madrid y ya le hacen la vida imposible, la presentadora del canal de tv la Sexta, Ana Pastor, intentando plantar su look de diva pretendió avasallarla con preguntas que a día de hoy carecen de respuestas; otro tanto se vive en la ciudad del glamour español, Marbella, la ex alcaldesa Ángeles Muñoz habla de la inseguridad para los inversores y de la inestabilidad del nuevo gobierno. Es muy posible que en los meses que quedan el PP pueda sacar algún rédito por los desaciertos de la nueva oposición, pero todo sugiere que la sociedad ha apostado por un cambio de actitud, no de estilo, de nombres o de una precocinada nueva generación.
Rajoy y su partido han fallado en el intento de estigmatizar de radicales, tertulianos, terroristas, chavistas, chorizos, extremistas y pandilleros a quienes representan a millones de personas; permitiendo, paradójicamente, que la sociedad española vea al presidente como un tigre herido y acorralado sobre quien los calificativos se han acabado.
* Centro de Investigaciones Sociológicas. Barómetro de Abril 2015 Estudio3080.
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