Desde España. José Antonio Medina: El nuevo Felipe González.

Complicado se hace ir contra una figura mundial, una especie de miedo al suicido político logra que continúe el silencio del partido socialista obrero español (PSOE)  sobre el deambular del timbo al tambo del más emblemático líder de sus tornas socialdemócratas.

Para los políticos socialdemócratas españoles contradecir públicamente a Felipe González  se antoja carecer de sentido y correr el riesgo de convertirse en un memo.

No obstante ocurre que poca gente de los de a pie, tiene la intención, hoy, de asemejarse a sus juicios o pérdida de prudencia política; aunque las desigualdades de información, relaciones internacionales y la experiencia que González acumula después de haber sido presidente de un país durante 14 años, mengüe al más pintado.

No hemos sido testigos, todavía, de discusiones de fondo de ningún diputado o senador socialista sobre los absurdos de González, pareciera que hacerlas sería poco menos que una gansada, sin embargo el expresidente no luce la aureola de años pasados, se nos antoja desatinado y antojadizo, no queremos pensar que “bienmandado”.

Y sucede que cuando en España todos arrecian hacia una izquierda más nítida, González aprueba las puertas Giratorias; cuando una gran mayoría rechaza las políticas de la derecha, González propone un pacto entre el PP y el Psoe; cuando el mundo español se ha aliado contra la corrupción, la fórmula que González plantea es llevar imputados en las listas electorales y, para cerrar su incoherencia socialista, acepta ir contra Maduro y a favor de López y Ledezma, quizá – en relación a Ledezma – por aquella amistad que tuvo con Carlos Andrés Pérez.

Sus decisiones no parecen afortunadas ni propias de alguien que comparta un mínimo de lo que aún se llama en España socialismo, cuando se apartó del marxismo en 1979 justo es decir que pareció evolucionado y rompedor de dogmas; pero hoy ya no rompe ni continúa con el puño en alto, más bien parece enarbolar otra vía, talvez la tercera o talvez ni él mismo la conoce.

Ahora González ha obligado a pensar, asumir  e incluso a aceptar aquello de que cuando estudiante se es comunista y cuando viejo, de derechas; clichés que muchos no compartimos, pero respetamos.

Especulando decimos que posiblemente Vargas Llosa pudiera ser un nuevo buen amigo del ex presidente. Buen viaje. Participa@latinpress.es Colaboración especial para LatinPress®. http://www.latinpress.es