El académico Ángel González en su toma de posesión
En 1954, González ingresó por oposición en el cuerpo de la Administración central. Dos años más tarde publicó su primer libro de poesía, Áspero mundo, «en el que está muy presente la experiencia infantil de la guerra», según Zamora Vicente, y con el que obtuvo un accésit del Premio Adonais.
Tras breves estancias en Sevilla y Barcelona —donde entró en contacto con poetas como Carlos Barral, Gil de Biedma y José Agustín Goytisolo—, regresó a Madrid. Allí conoció al grupo madrileño de escritores al que pertenecían García Hortelano, Gabriel Celaya y Caballero Bonald, entre otros.
Su siguiente libro fue Sin esperanza, con convencimiento, de 1961, «en el que —como explica Zamora Vicente— el paso del tiempo empieza a aflorar ya como una temática que se mantendrá en el resto de sus obras, así como la ironía, uno de sus recursos más característicos».
José Luis García Martín destaca en el DBE que durante esos años, principios de la década de los setenta, «se publicó la primera etapa de su obra poética, que le otorgó un puesto fundamental dentro de su generación, la segunda de posguerra, caracterizada por el realismo y el compromiso crítico frente a la dictadura. Eran los años de la poesía social».
En 1972 —continúa explicando García Martín—, Ángel González se trasladó a Estados Unidos para trabajar como profesor en la Universidad de Nuevo México. Desde esa fecha residió en Estados Unidos, aunque con largas estancias en España. Hasta su jubilación, en 1990, ejerció la docencia, además de en Nuevo México, en las universidades de Utah, Maryland y California (Irvine).
La producción literaria de Ángel González continuará durante todos estos años hasta su fallecimiento, en 2008: Grado elemental (1962), Palabra sobre palabra (1962), Tratado de urbanismo (1967), Breves acotaciones para una biografía (1971), entre otros títulos, hasta llegar a Otoños y otras luces (2001) y el póstumo Nada grave (2008). Todos estos poemarios, tal y como cuenta Alonso Zamora Vicente, «fueron agrupados por el propio poeta en diferentes ediciones bajo el título de Palabra sobre palabra (2005)».
Ángel González también escribió ensayos sobre aquellos poetas que más le influyeron: Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, el grupo del 27 y Gabriel Celaya. Toda esta obra le sirvió para ser reconocido, entre otros, con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1985), «porque la poesía, a través de su obra, sobrevive con paradójica ternura al escepticismo de una época», o el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1996).
Real Academia Española, Madrid
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Entrada núm. 5677
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