Entrega inaugural acerca de las sorpresas con las que recibe a sus visitantes la fabulosa ciudad turca
¡Bienvenidos al primer micro-post de Odisea por el Mundo!
¿De qué se trata esto de los micropost? Cortito y al pie, tal como lo dice su nombre, intentaré hacer post menos extensos y publicarlos más a menudo para beneficio mutuo. Que leerlos sea una desconexión de sus rutinas diarias, y evitar que sea cansador tanto para ustedes como para mi. ¡Veremos como funciona!
Y en el estreno de este formato en el blog, les traigo la entrega inaugural de los posts sobre la ciudad más espectacular e impactante que he visto hasta el momento:
Señores y señoras, con ustedes, la magnífica: ¡Estambul!
Estambul desde el Bósforo. Los minaretes de sus mezquitas coronan el casco urbano
¡Estambul!
Había tenido (o sufrido) un pésimo día de autostop la jornada anterior, pero el hecho de despertar por la mañana en la ansiada Estambul, me llenó de energía y me hizo caer a cuenta de un interesante evento que estaba por suceder.
Cinco meses atrás, sobre los gigantes Acantilados de Moher en Irlanda, recordaba contemplar un hermoso atardecer en el límite occidental del continente europeo.
Ahora, con el famoso Bósforo delante mío, tras más de 100 ciudades y 18500 kilómetros recorridos, había alcanzado el otro extremo de Europa sólo con transporte terrestre y marítimo, cumpliendo con uno de los grandes objetivos que deseaba para este viaje.
De Irlanda a Estambul, cruzando toda Europa, un sueño cumplido
Europa está llena de ciudades sorprendentes: El encanto único de Paris, la elegancia de Londres, la energía de las calles de Barcelona, la apasionante historia de Roma (de la que ya hablaré pronto), el romanticismo de Venecia o las locuras de Amsterdam.
En mi vida personal, y por lo tanto en este blog, soy partidario de evitar las comparaciones entre lugares. Siempre son odiosas, subjetivas y no nos permiten disfrutar del amplio abánico de opciones que nos ofrece cada sitio. Diciendo “este lugar es lindo, pero no se compara a…” sólo estamos limitando nuestra propia capacidad de asombrarnos y deleitarnos con las pequeñas bellezas escondidas de cada sitio.
Sin embargo, Estambul es de esas ciudades que te dan la bienvenida directamente con su abánico completo, donde no es necesario revolver nada para encontrar algo que nos logre maravillar.
¡Es el canasto de ropa outlet donde cada prenda nos gusta aún más que la anterior, y donde todo cuesta un cuarto de lo que esperabas gastar!
La Mezquita Azul (o Sultanahmet Camii), icono de Estambul
La soberbia de su centro histórico, el “Sultanahmet”, con sus fabulosas mezquitas, palacios, iglesias y bazares, es sólo la primera impresión que se llevan quienes tengan el privilegio de visitarla.
La ciudad turca número uno, emplazada en dos continentes (europeo y asiático), con más de 13 millones de habitantes y un envidiable legado de culturas a través de 2700 años de historia, tiene muchísimo más para ofrecer, y no nos alcanzaría un mes entero para descubrir todos los secretos que allí se conservan.
En los próximos posts, intentaré abrirte los sentidos a mi propia “Experiencia Estámbul”, una oleada de aromas, colores, ruidos y formas con la que la populosa ciudad espera a aquellos visitantes que se acerquen a vivenciar en persona el intenso ritmo de vida que se siente día a día en sus calles.
¡Saludos!
Estambulita preparando jugo
Palacio Topkapi, Estambul
El “Doner Kebap”, un clásico turco. Estambul tiene un puesto cada 20 metros que los vende
Haghia Sophia, Mezquita/Iglesia/Museo. Estambul
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