Qué bien se siente uno, una, dos si sumamos, cuando termina el concierto de ese grupo o artista que hacía tilín antes, y después gusta más porque su directo ha cumplido las expectativas. Una experiencia sólo comparable con la de presenciar la actuación de alguien de quien jamás se había escuchado nada, o lo poco que había llegado a tus oídos había dado una sensación muy diferente de la que luego te llevas. Y es que la música, como la propia vida, también es capaz de sorprender gratamente. Personalmente no sé por cuál de estas experiencias decantarme, cada una tiene su encanto, pero afortunadamente el 24 de marzo no tuve que elegir porque las dos tuvieron lugar bajo la cubierta del Teatro Circo Price de Madrid. Si recuperamos la calculadora y añadimos un último sumando que no sea el azar, sino una buena causa, el resultado final no podría ser más satisfactorio.
Shuarma (foto: MARÍA MARTÍN)
La ONG española Intermón Oxfam celebró en la capital la tercera edición de su concierto Dale la Vuelta al Mundo. En esta ocasión el dinero recaudado fue destinado para reconstruir Haití, país centroamericano asolado el pasado 12 de enero por un terremoto que causó más de 220 000 muertos. Y para ello contó con la ayuda de un buen puñado de firmas respetables o respetadas de la escena musical nacional y de alrededores: Love of Lesbian, Ariel Rot, Christina Rosenvinge, Kiko Veneno, Mendetz, Najwa Nimri, Shuarma, The Sunday Drivers,Tulsa y Jorge Drexler.
Sin embargo, los encargados de dar el pistoletazo de salida a tan solidaria velada no aparecen ahí arriba. Son cerca de las 20:25 cuando el dúo Unomasuna entona su tema Para Haití, compuesto la misma noche de la catástrofe. Aún no se ha llenado la pista, tampoco el graderío, pero poco a poco no quedará hueco a la vista en el Price. Para eso está entre otras cosas Pablo Carbonell, el encargado de conducir el acto, para dar tiempo a que ocupen sus localidades quienes están ejerciendo otro tipo de conducción entre el asfalto y la lluvia. Y cómo no, para presentar a los diferentes músicos. La primera tanda a la que da paso es 100% femenina a excepción de Shuarma: Tulsa, Najwa Nimri y Christina Rosenvinge.
Tulsa, o mejor dicho, Miren Iza —su líder, de quien recientemente hablamos por aquí a propósito del Frente a frente de Bunbury—, es dulzura. Por momentos ésta trata de disfrazarse de aburrimiento, pero cuando nos queremos dar cuenta, en la segunda de las tres canciones que toca, Te ofrecí, se ha transformado en una atmósfera mágica a juego con la iluminación del recinto, y en la que el papel del piano es digno de alabanza.
Entonces llegan Najwa Nimri y la famosa tempestad que anunciaba la calma. Extraño, pues las referencias que tenía de ella eran otras. Quizás no tan pausadas como las de Tulsa, pero otras al fin y al cabo. Así, tanto el guitarrista como el DJ que la flanquean sobre el escenario se empeñan en hacernos actualizar esa información a base de un ruido ensordecedor. Apenas podemos entender una palabra, y las pocas que se entienden son lindezas como “esqueletos”. Si quería sorprender, lo consiguió.
Jorge Drexler y Kiko Veneno (foto: MARÍA MARTÍN)
Tuvo que ser una veterana de guerra, la dama del indie español, Christina Rosenvinge, la que devolviera las cosas a su sitio y la tranquilidad a nuestros tímpanos. En su línea, sin sorpresas. Eso en cuanto a lo musical, porque entre bambalinas se la lía a los medios de comunicación y ni siquiera se digna a posar en el fotocall. ¿Sorpresa?, pues tal vez no…
No nos dejó sordos, pero a punto estamos de quedarnos sin escuchar al bonaerense Ariel Rot por su culpa. El ex Tequila y ex Rodríguez se marca un muy buen acústico de tres temas con el acompañamiento de otro guitarrista. Comienza con Papi dame la mano, el primer single de su último álbum —que en directo y en acústico no parece tan malo como lo pintan—, y cierra con un clásico de Los Rodríguez, Mucho mejor, o no tan “clásico” pues lo versiona al más puro estilo de su tierra, ¡en forma de tango!
Si podemos considerar al anterior Mucho mejor como el primer momentazo de la noche, el segundo debe ser el protagonizado por Jorge Drexler. Al igual que sucediera cuando recibió un Oscar en 2005, el uruguayo canta a capella la canción Al otro lado del río y se hace un silencio casi absoluto. Aunque a diferencia de lo sucedido entonces, esto no es ninguna señal de protesta, sino de agradecimiento a los allí presentes. Toma el relevo de Drexler bajo los focos otro ilustre, Kiko Veneno, pero minutos más tarde regresa para cantar con este último Volando voy —tema de Veneno, el grupo formado por Kiko y Rafael y Raimundo Amador en los 70—. En definitiva, otro momentazo y primer premio a la ovación del concierto.
The Sunday Drivers (foto: MARÍA MARTÍN)
Y llega el turno de los últimos de la lista, de los más esperados entre la juventud que, a esas alturas, camino de la medianoche, abarrota el lugar. La primera en la frente, The Sunday Drivers. Si hay gente que cumple en directo, esos son Jero Romero y compañía. El día que el valor se sepa reconocer en este país los toledanos se harán de oro. Mientras tanto continúan ofreciendo grandes espectáculos a módicos precios, por breves que sean como en el caso del Price. Tres canciones, todas de su último álbum y todas en acústico: The End of Maiden Trip. Hola (To See The Animals), que si es simpática de por sí, en directo con ukelele es irresistible para el contoneo; I, casi nada si se trata de que el ritmo no decaiga; y A Miracle, la más sentida para despedirse por todo lo alto.
Con “Los Domingueros” sabíamos a lo que veníamos, pero no con los siguientes —o al menos así ocurrió en mi caso—. Sorprendentes Mendetz y Love of Lesbian. De ambas bandas catalanas había escuchado algo antes, pero nada fue capaz de convencerme ni por casualidad hasta que no fui testigo de sus respectivos directos. Los primeros ponen aquéllo patas arriba, más aún, con unos aires discotequeros que recuerdan a los Franz Ferdinand más actuales. Sólo hay que escuchar FutureSex.
Pero si la sorpresa con Mendetz fue grande, con Love of Lesbian fue mayúscula. Dos hombres, dos voces, dos instrumentos (piano y guitarra). Una combinación aparentemente muy simmple y de “simple” acaba teniendo muy poco. Y es que la energía que desprende el dúo es muy atractiva. No tienes más remedio que prestar atención y detenerte en sus letras, como en las de Incendios de Nieve, la canción con la que se despiden y con la que el Price canta y silba al unísono. Último momentazo de la noche.
Sin embargo, aquí no será el último porque me gustaría concluir la crónica con alguien de quien no pudieron disfrutar los que no lograron aparcar a tiempo en la Ronda de Atocha. Me refiero a Shuarma, antiguo líder de Elefantes. Al margen de su peinado, al más puro estilo Rod Stewart —por cierto, una de sus influencias musicales—, destaca sobre todo lo demás su voz, un timbre muy particular, potente, como de musical. La suya, y la del pianista de Love of Lesbian, las grandes voces de un concierto que bien mereció dar una vuelta al mundo rumbo a Haití.